Lo que los políticos dicen... y lo que no deberían decir.
Qué lindo sería que el nuevo vocero presidencial Alfonso Durazo Montaño diera una entrevista a la revista Playboy. Porque, ciertamente, la idea de que en esa revista salen sólo muchachas desnudas dista mucho de la realidad editorial de ese medio que, este año, cumple cinco décadas de “desnudar” –y no físicamente- a los personajes más famosos del mundo. Y lo hace con sus entrevistas que tienen, a esta altura, un ganado prestigio internacional.
Entonces... cuando eso pasara, en qué carpeta de ésas que usan para clasificar los medios, pondrían ese texto, “¿moderado, radical o detractor”?... ¿O inventarían una nueva categoría: pornográfica?... ¡Estaría siempre llena!
Es que esta semana el operador financiero de la campaña foxista –Lino Korrodi Cruz- salió en esa revista. Las clásicas 20 preguntas de Playboy dieron pie a que muchos otros medios citaran esa entrevista que no tiene desperdicio. No por las preguntas que le hizo este insolente columnista, sino por las respuestas del insolente amigo de Vicente Fox.
Moderado
Se lo comieron crudo. Cada medio que habló del asunto pintó a Korrodi como un mercenario, cínico. Y hasta “padrote”, le dijo Ricardo Alemán en su columna del miércoles (donde por cierto, parece haber olvidado incluir los nombres de quienes hicieron la entrevista. “La revista le preguntó”, dice Alemán. Pero la revista es de papel. Hay personas que hacen el trabajo y que tienen nombre. Y que están protegidas por ley de derecho de autor, que Alemán parece desconocer). En fin. Y todo –o casi todo-, porque en las fotos (de Gilberto Contreras), Korrodi aparece primero sonriente, contando billetes de quinientos pesos y, en otro cuadro, aventándolos. Quizá, un exceso de humor para las clases conservadoras mexicanas. El punto, es que habría que pensar más de dos veces si el escándalo es que la realidad sea reproducida por una revista como Playboy... o si el escándalo es la realidad misma. Algunas veces, Korrodi habla más rápido de lo que piensa... y él mismo lo reconoce. Ahora... ¿si tan payaso es Korrodi, por qué ninguna de las “víctimas” de sus dichos lo ha demandado todavía”? ¿Será acaso que Korrodi dice más de lo que debería pero, quizá, dice la verdad?
Radical
Korrodi dice sin rodeos que es soberbio y por eso le cuesta encontrar asuntos de los que arrepentirse en su vida –el escandaloso financiamiento de la campaña de Fox, incluido-; que a la luz de tiempo, cuando piensa en la época en que era ejecutivo de Coca Cola, le viene a la mente la idea de que aquella época era mejor: “ganaba muy, comía muy bien, me emborrachaba muy bien”.
Dice que hay que indicarle al “balín y transa” de Jaime Cárdenas y José Barragán (consejeros de IFE) que digan a la línea de quién obedecen y por qué lo acusan. Es cierto, la política repugna. Los políticos que la hacen, en especial. Pero no es Korrodi el máximo exponente de ese asunto. Korrodi, en todo caso, puede ser acusado de cínico. Sucede que el cinismo es casi lo opuesto a la hipocresía. ¿Será que deberemos entonces elegir entre cuál de las dos cosas nos molesta menos? El cinismo es la verdad pura, descarnada y socarrona. La hipocresía es la verdad solapada, disfrazada, la ausencia de verdad.
Detractor
Que Marta Sahagún no es su amiga y que se echan dardos envenenados, no es secreto. Él lo dice todo el tiempo y hasta revela que antes de que el “romance presidencial” fuera público, trataba de persuadir al Presidente de que evaluara las “implicaciones” del asunto. Pero Fox no lo “pelaba”. Tampoco le importa decir que Castañeda y Derbez (anterior y actual canciller, respectivamente) son “muy mamilas”; que a esta altura de su vida no sabe si ser amigo del Presidente es bueno o malo y que, por cinco millones de dólares, podría convencer a la misteriosa Carlota Robinson de que fuera conejita de Playboy.
Korrodi habla, el asunto, es que dice lo que muchos no quieren escuchar.
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