Lo que los políticos dicen... y lo que no deberían decir.
—————
El Presidente necesita anteojos. Resulta que en su Gobierno y en su partido (eso si queremos creer que el PAN es su partido) se tejen y destejen complots de la mañana a la noche y él no ve, o no quiere ver, lo que sucede... “¿Y yo por qué?”.
Alfonso Durazo -su secretario particular, vocero y planeador de medios- debe saber más de los conflictos internos que lo que el mismísimo Fox imagina. Y en su oficina... ¿seguirán la herencia de Rodolfo Elizondo al dividir en carpetas, según sus tendencias, a los columnistas de este país? ¿A los ojos de la Presidencia, seremos moderados, radicales o detractores?
Moderado
Dicen que el Presidente está crispado con la coyuntura familiar. Que la relación entre sus hijas y su nueva esposa -Mart(h)a Sahagún- no es nada buena; que la breve estancia de su ex mujer -Lilián de la Concha- en Los Pinos desestabilizó aún más la armonía familiar y que, para acabarla, una de sus hijas se fue a estudiar a Europa porque, de plano, no quiere estar aquí y padecer la cotidiana convivencia de la residencia presidencial. Todos juntos como en culebrón.
¿Será por eso que Fox desatendió el changarro y los empleados dieron rienda suelta al mitote político nacional? Veamos. Esta semana, su amigo Lino Korrodi –aparentemente- desapareció de la escena. Y en su lugar, Diego Fernández de Cevallos ocupó la atención. Las razones son varias: entre ellas, que el senador panista y coordinador de esa fracción en la Cámara Alta, le ganó al Estado un juicio millonario, asistiendo como abogado un caso particular. La Secretaría de la Reforma Agraria deberá pagar una fortuna, 200 millones de dólares.
Radical
Entonces comenzó la lógica y ya demorada discusión sobre un asunto clave: ¿pueden los legisladores seguir adelante con sus actividades particulares? ¿pueden seguir litigando como abogados y llegar incluso –como Diego- a demandar al Estado? ¿No es ilógico que una persona encargada de legislar, use luego esas mismas leyes en contra del Estado? ¿No es razonable pensar en el tráfico de influencias? Todo eso dijo Luisa María Calderón para abrir el debate sobre la necesidad de derogar el artículo constitucional que lo permite.
Diego, fiel a su estilo socarrón, aseguró que ya estaba buscando el teléfono de su suplente por si tenía que irse. Muchos piden que Fernández de Cevallos deje el Senado, pero Luis Felipe Bravo Mena, el presidente del PAN, sigue callado.
La culpa, dice Diego, es de Carlos Medina Plascencia, que encabeza un boicot en su contra. Y no es tan imposible de creer. Sobre todo si tomamos por cierto lo que dijo el jueves Katia D´Artigues en su columna: mientras los ánimos hervían en el Senado, en el hotel Four Seasons de la ciudad de México, Medina Plascencia tomaba café con Lino Korrodi, que como ustedes saben, es archienemigo de Diego Fernández. ¡No estaba muerto, andaba de parranda!
Detractor
El secretario de Gobernación Santiago Creel no quiso salpicarse con ese fango así es que dijo que ése es un asunto de los legisladores. El show sigue adelante, pero en la Semarnat.
En su columna de ayer Raymundo Riva Palacio lo explica claramente. El secretario Lichtinger venía sufriendo desde hace un tiempo las zancadillas de Raúl Arriaga, subsecretario de Gestión para la Protección Ambiental. Tanto que llegó a especularse con la idea de que la cabeza de Lichtinger rodaría bajo los pies de Arriaga quien, gracias a haberse jactado repetidamente de su amistad con la pareja presidencial, se quedaría al frente de la secretaría. Pero como el pez por la boca muere, ahora el que se queda sin trabajo es él. Ya Lichtinger dijo que se estaba estudiando su despido. O sea... que vaya vaciando los cajones de su escritorio porque tiene el tiempo contado ahí.
Pero todo, en el PAN o en la Semarnat, es producto de enmarañadas intrigas. El Presidente debería conocerlas y desarticularlas. Pero no. El Presidente necesita anteojos, porque no las ve. O no las quiere ver.
www.geocities.com/bauduccogabriel
labocadelpez@tutopia.com