Lo que los políticos dicen... y lo que no deberían decir.
¡Era verdad!... hasta ahora, un poco en broma, un poco en serio, habíamos dividido los textos de esta columna en moderado, radical y detractor; porque se decía que ésa era la manera en que lo hacían en la oficina de Comunicación Social de Los Pinos. Pero, claro, no teníamos la certeza. Resulta que sí, que es verdad. Y tan cierto es, que esta semana fue publicado en los medios de comunicación que el legislador panista Luis Pazos fue incluido como “detractor” en la síntesis de prensa de la Presidencia. Aunque, claro, Pazos sea panista, que se supone es el partido del Presidente.
En fin. Pero el escándalo de la semana es, sin duda, el relacionado a Guido Belsasso, Comisionado del Consejo Nacional contra las Adicciones. Bueno, ex comisionado, más bien. Lo agarraron con las manos en la masa ofreciendo servicios para “agilizar” los trámites con el Gobierno nacional, a un empresario italiano. Aquí y en la China eso se llama tráfico de influencias, pues.
Moderado
Un poco de historia, para entender el proceso. Ya en 1990 había intentado ser Cónsul general de México en Nueva York. Pero la Comisión Permanente del Congreso descubrió que había presentado una cartilla militar falsa. Belsasso, nació el 8 de diciembre de 1935 en Trieste, Italia, pero había corregido el lugar de nacimiento por el Distrito Federal. Desde luego, entonces no podía ser diplomático representando a México en ninguna parte. Pero él lo quería e intentaba engañar al Estado para conseguirlo. Tras el bochornoso descubrimiento, durante el Gobierno de Salinas de Gortari, Belsasso se llamó a silencio y se dedicó durante a un tiempo a sus actividades particulares. Es psiquiatra y psicoanalista; muchos dicen que sus conocimientos de la mente le sirvieron para manipular a los funcionarios, que uno tras otro le fueron abriendo las puertas del poder. Es un poco ingenuo ese razonamiento. Es más lógico pensar que muchos lo encubrieron. Fue en esa época de “cuarteles de invierno” cuando Belsasso conoció a Sari Bermúdez (actual titular de Conaculta) y comenzó un romance con ella. Y fue Sari quien le presentó a Marta Sahagún. Tenía el futuro asegurado.
Radical
Puede uno pensar que la ingenuidad y la falta de experiencia en los manejos del poder en las grandes ligas, llevaron a Vicente Fox y su séquito a asignar tareas importantes a personajes que resultaron nefastos. Puede uno también creer que la adulación fue la moneda de cambio con la que Marta Sahagún se dejó convencer. Pero es preciso tener en cuenta que ellos, quienes nos gobiernan, debieron ser más cautelosos a la hora de designar funcionarios. Debieron ser más fríos... y menos amigueros. Salvador García Soto, aseguró en su columna “Serpientes y escaleras”, del día de ayer, que Belsasso ayudó a uno de los hijos de Sahagún en un tratamiento para superar “un fuerte problema de adicciones”. Y que eso le abrió la puerta al cargo que dejó esta semana. Pero... ¿no es preciso ser más minucioso?
Detractor
Como sea, la rapidez con la que Fox se deshizo de Belsasso fue oportuna y bien recibida, porque es una muestra de la tan mentada “transparencia foxista”. Desde el sexenio de López Portillo, Guido Belsasso ronda en las esferas gubernamentales. Varias décadas. ¿Será que ahora nos habremos deshecho de él para siempre? ¿Será que este hecho no pasará al olvido igual que el de la cartilla militar falsa? ¿Será que si alguna vez alguien lo olvida habrá también quién lo recuerde y se oponga a que Belsasso vuelva a ser nombrado funcionario?
Pero nada es perfecto. La Secretaría de la Función Pública tiene hasta cinco años para investigar las faltas administrativas que pudo haber cometido Belsasso. Y siete para indagar en el caso, si se llega a determinar algún delito. Muchos dicen que la justicia es ciega; otros dicen que sorda. Falta agregar que también lenta.
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