Lo que los políticos dicen... y lo que no deberían decir.
Ahí está. El viejo y gastado dicho que enuncia: “cada pueblo tiene el gobierno que se merece”, nunca es mejor aplicado que en esta situación. Arnold Schwarzenegger es finalmente el Gobernador electo del Estado de California, donde un número importantísimo de la población es latina. En especial mexicana.
Breve resumen de lo que había pasado en estos días. De repente, la candidatura del protagonista de Terminator, se volvió escandalosa. Y esa comunidad hispana en Estados Unidos se ofendió porque Arnold amenazaba con derogar una disposición establecida por el saliente Gray Davis. Esa disposición permite a los inmigrantes indocumentados obtener licencias de conducir. Y con esas licencias abrir cuentas de banco.
Pensemos que la californiana es la quinta economía del mundo, aunque ahora tenga un déficit importante. Pero también el gobierno de George W. Bush entregará la administración con números rojos (tanta guerra no es gratis). Y pensemos también que buena parte de los 10 mil millones de dólares en remesas que entran cada año a México, desde Estados Unidos, son enviados por mexicanos que están en California. O sea: poder abrir una cuenta de banco, es un asunto importante.
Para Schwarzenegger, las últimas tres semanas fueron tiempos adversos donde en cada presentación pública que tenía, aparecían manifestantes en su contra y hasta huevos le arrojaban. Pero fue hábil, soportó y a última hora efectuó un viraje preciso. Tendió la mano a los inmigrantes. Él mismo es austriaco. Los indocumentados son un peligroso tema de especulación y también extorsión. Aunque suene feo el término, son casi moneda de cambio. La solución a su problema, son habitual promesa de campaña tanto en Estados Unidos... igual que en México. Para qué lo negamos.
Pero habría que pensar por un instante qué tan genuino fue aquel enojo de los latinos en California por lo de las licencias de conducir y las cuentas de banco. Se trataba de una norma de último momento establecida por Davis para tratar de conseguir más votos que le permitieran mantenerse en su puesto. Y Schwarzenegger, sin pelos en la lengua, prometió que la derogaría en cuanto fuera electo. ¿Qué esperaban? ¿Se habían olvidado de que se trataba de un candidato republicano, no de un demócrata?
Sabrán, queridos lectores, que este periodista no tiene amigos republicanos (de derecha) en cargos públicos del gobierno del otro lado. Pero no por eso deja de ver que ya estuvo bueno de quejarnos de lo que hacen los gringos sin ver lo que aquí también se hace. Es justo reconocer que en México los extranjeros, que no tienen permiso de trabajo o residencia, tampoco pueden abrir cuentas de banco. En muchos otros países podrían ustedes llegar con su dinero a la oficina de cualquier banco y depositar ahí su dinero. Aquí no. No se trata de que le den una tarjeta de crédito o de que le presten dinero. Sólo de que guarden su dinero. Pero no se puede. Y nos encanta decir que los estadounidenses son malos. Tal vez muchos lo son. O tal vez al menos tiene ideas que no tienen nada qué ver con las nuestras. Pero nos encanta sobre todo decirlo cuando de normas migratorias se trata. Busquen, amigos lectores, algunos extranjeros que les cuenten anécdotas de la oficina de migración en México.
México, tiene también sus hermanos menores a los que maltrata. Ahí están los colombianos y los cubanos para probarlo. Igual que hacen los argentinos con los bolivianos, los españoles con los marroquíes o los franceses con los argelinos. Casi todas las leyes migratorias de casi todos los países son bastante detestables, es cierto. Pero entonces, mejor, antes de criticar al vecino, echemos una miradita en casa.
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