Lo que los políticos dicen... y lo que no deberían decir.
Se había tardado. Hasta ahora había resultado casi imposible de creer que Luis Ernesto Deberz no hubiera hecho el lógico cambio de los jugadores en su equipo, para deshacerse de quienes habían sido llevados a la Secretaría de Relaciones Exteriores por el antiguo canciller Jorge Castañeda.
Nadie dice que con un cambio de cabeza deban también cambiar las tropas. Pero es cierto que se trata de una práctica usual.
De todos modos, para Derbez no será fácil, quizá no pueda ejecutar el plan completo con el que intenta limpiar los rastros de Jorge G. Castañeda en el Servicio Exterior. Nadie lo ha dicho abiertamente pero, la “buena relación” de la que tanto Castañeda como Fox se jactan, ha de estar de alguna manera pesando en etapa final de este operativo ya denominado “la tijera de Derbez”. De hecho, RG Iadla informó que el intento de sustituir a los cónsules en Miami -Jorge Lomónaco- y Nueva York –Arturo Sarukhán-, que eran hombres de Castañeda, “se habría topado con la mano de Fox para evitarlo”.
Todavía no acaba de definirse la lista final de los nombres, pero se sabe que son unas treinta personas las que, probablemente, sean reubicadas. O que de plano ya no tendrán trabajo en la cancillería. No hay fechas precisa aún, pero algunas fuentes estiman que en menos de un mes el operativo se habrá completado.
Quizá Estados Unidos sea la plaza más complicada en materia de relevos. Hay 46 cónsules allí y se dice que al menos doce de ellos serán removidos.
Varios puntos ejercen presión sobre el asunto. El acuerdo migratorio que no llega y no llegará, es uno de ellos. Tanto George W. Bush como Vicente Fox dicen ante los medios de comunicación que ya mero, que falta poco y que ambos países tienen la voluntad política de concretarlo. Pero lo cierto es que tan lejos está, que parece casi imposible. Nada más hace falta echar un vistazo al panorama político y social estadounidense para darse cuenta de que –en ese país, para muchas personas- ser extranjero es casi un sinónimo de ser terrorista. Y que si Bush firmara un acuerdo migratorio con México debería despedirse de sus ambiciones políticas futuras. Y todo mundo sabe que Bush no está dispuesto a eso. ¿Por qué habría de estarlo? Tendemos a creer que en Estados Unidos nos aman o nos odian. Pero lo más probable es que no nos tengan seriamente en cuenta.
Además, tanto Bush como Fox dicen que quedaron ya muy atrás las diferencias generadas por el voto en la ONU respecto del ataque de Estados Unidos a Iraq. Pero... ¿será del todo cierto?
De todos modos, nadie puede asegurar que “La tijera de Derbez”, tenga directamente que ver con eso. Un artículo del periódico El Independiente asegura que el canciller planea también “remover a todos los encargados culturales nombrados por Castañeda, que no tengan relación personal con el presidente Fox o su esposa”. Vaya criterio para pensar los cambios en la línea de funcionario que nos representan en el exterior.
También se sabe que el segundo al mando en la embajada de Washington, Mario Chacón, será ubicado como representante de México en Colombia.
Sería maravilloso pensar que este reordenamiento tiene por fin agilizar algunos asuntos francamente rezagados en la política exterior. Y poder creer que de alguna manera eso también contribuirá a ciertos avances que beneficien directamente a los mexicanos que residen en el extranjero. Como que finalmente, en las elecciones del 2006, los millones de mexicanos que viven en Estados Unidos pudieran votar. Pero no podemos estar seguros de eso.
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