Lo que los políticos dicen...
y lo que no deberían decir.
He aquí el espionaje. Sí, sí. No se trata de una película donde todo es posible y si no del todo creíble al menos entretenido. La verdad, la realidad, una cosa de todos los días. Eso es el espionaje en México desde hace muchos años. Los políticos y el empresariado son sus mayores consumidores. Y no tengan la esperanza de que desaparezca alguna vez. Porque es una equivocación dar por hecho que esas eran añejas prácticas de amorales priistas. El espionaje es, incluso, una industria que se desarrolla día con día y que aprovecha más que nadie el desarrollo de la tecnología.
El otro día, alguien que sabe del asunto, decía sin piedad y sin pudor: “todo se compra, todo tiene un precio. Y la información más cara no es la que se publica en los periódicos, sino la que te dan los amigos, los conocidos de los conocidos, los contactos, o los empleados públicos que por unos pesos extra te dicen hasta a qué hora se baña el jefe de la dependencia donde trabajan”. Chale.
Y no, no era un espía profesional que vivía en la nostalgia de la guerra fría. Era una mujer guapa, al frente de una empresa que, más o menos abiertamente, brinda servicios de este tipo. Sí, como una película de espías con todo e informantes. “Interceptamos líneas telefónicas, encriptamos conversaciones, brindamos asesorías en seguridad e inteligencia. A veces hay cosas elementales que tenemos que explicarles a nuestros clientes. Como que es imprescindible tener un triturador de papel. No hay nada más fácil que conseguir datos de la competencia haciendo algo tan simple como levantar su basura”, contaba la muchacha.
Esta semana, en San Lázaro circulaban unas tarjetas que, de plano, acusaban a Monte Alejandro Rubido García de ser el responsable de las grabaciones telefónicas (es decir espionaje) de Elba Esther Gordillo, secretaria general del PRI y coordinadora del grupo parlamentario de ese partido. De esas grabaciones salió el libro anónimo ¿Elba de Troya o Lay Macbeth Gordillo?
Esas tarjetas informativas que circulaban en el Congreso afirman que Rubido García está vinculado o forma parte de una organización de espionaje que opera fundamentalmente en el Estado de México, al servicio del gobernador Arturo Montiel. Desde Luego, Rubido niega que todo eso sea verdad. Se defiende, pues, diciendo que todo eso forma parte de una campaña en su contra levantada en el Centro de Investigaciones y Seguridad Nacional (Cisen), donde él mismo trabaja como director de Análisis Estratégico.
Si esto llegara a probarse, significaría sí, que el Cisen sigue con las viejas mañanas del pasado. Lo que, desde luego, no significaría para nada que sean los del PRI los únicos engolosinados con la costumbre de saber secretos de los demás.
Si acaso es verdad lo que dice Rubido García hacer de que se trata de una campaña en su contra originada en el mismo Cisen... pues qué mal lugar para tener enemigos.
Sin embargo, un artículo de Jorge Luis Sierra publicado ayer en el periódico El Independiente, dice que no es esta la primera vez que Rubido es relacionado con cuestiones de espionaje político. Y para probarlo cita una nota de La Jornada, del 15 de julio de 2001, donde aseguran que éste interceptaba las conversaciones telefónicas de José Luis Durán Reveles, entonces candidato panista al gobierno del Estado de México, contendiente con Arturo Montiel, para quien se dice que trabaja Rubido García. ¿Círculo cerrado, pues?
El mismo artículo de Sierra traza un mapa del espionaje estatal en México. Veracruz, Tabasco, Guerrero, Estado de México, Campeche.
Es verdad que resulta difícil pensar en un gobierno sin un sistema de inteligencia que lo provea de información secreta. Pero es como pretender tener una pecera con pirañas y que cuando metas la mano en el agua, no te la coman.
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