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La boca del pez

Gabriel Bauducco

Lo que los políticos dicen...

y lo que no deberían decir.

Ahora sí, se acabó. Difícilmente el PRI logre reconstruirse. La fractura interna de la que tanto se habla se hizo evidente e irreparable. Sobre todo, porque hay que ver que no se trata solamente de la última semana en la que Roberto Madrazo desmintió a Elba Esther Gordillo, sobre la propuesta impositiva, diciendo que se tratada de un proyecto elaborado por la Secretaría de Hacienda. O que si la maestra Gordillo le dijo mentiroso al presidente de su partido, por televisión, en el noticiero central de Televisa y repetido desde el lunes hasta el cansancio. O si más tarde Madrazo le dijo que no bastaban las disculpas en privado para remediar las ofensas públicas. O si la maestra intentó cobrarle una factura que tiene ya un tiempo al decirle que también ella puso su capital político para que Madrazo llegara a la presidencia del partido y que ése era un asunto que no convenía olvidar. O si Elba Esther intentando reconstruir su panorama político dijo que sentía “respeto y consideración” por el tabasqueño.

Todo eso, al final de cuentas, no resume más que una semana del cinismo político al que estamos acostumbrados desde hace tiempo. El verdadero asunto, que es ya la fractura del PRI es bastante más profunda. Y lleva mucho más tiempo. Recodemos, por ejemplo, cuando a principios de este año que ya acaba, la maestra Gordillo recorría el país en busca de amarres que le permitieran llegar a la coordinación de la bancada de su partido en la Cámara de Diputados y, públicamente, pedía perdón por el daño que el PRI le había causado a la nación. Comentarios que desde luego no eran nada bien vistos por muchos de sus compañeros de partido.

Y el mismo día que le dijo mentiroso al presidente de su partido por televisión, también dijo: “Madrazo ve al pasado, yo miro al futuro del país”. ¿Demagogia? Muy probable, pero es otro indicador más de la división de aguas. Y son poder asegurar que ella haya abandonado todas las prácticas del viejo PRI, hay que reconocerle el sentido de la oportunidad al efectuar una separación como ésta.

Gordillo tiene el tiempo contado como coordinadora de los diputados priistas. Y aunque dicen que nada impide que siga como secretaria general del partido, quizá haya llegado la hora de emprender nuevos caminos y conseguir la reconstrucción de su carrera política desde fuera de las estructuras del PRI. Finalmente, con el poderío que todavía le otorga la enorme cantidad de votos del sindicato de maestros –el más grande de América Latina-, el acercamiento que ha tenido con la “pareja presidencial” y la solapada voz de Carlos Salinas de Gortari asesorándola, Elba Esther Gordillo bien podría constituir una nueva fuerza política, paralela al PRI. Eso la hace, como diría “El Peje” del Gobierno del Distrito Federal, “políticamente indestructible”. Aún, a pesar de que 120 de los 222 diputados priistas le dieron la espalda en la reunión plenaria el jueves por la noche.

Es verdad que Gordillo viene de una mala racha, de un golpe tras otro. Las escuchas telefónicas, el libelo en su contra, la reputación dañada por años y años de manejos políticos a la vieja usanza. Pero eso no acaba de inhabilitarla para hacerse una cirugía estética más y recomponer su rostro político, para empezar de nuevo. Aunque, ella, nunca empezará de nuevo. Porque para bien y para mal, cargará por siempre con todo lo que es.

Está clarísimo. Al PRI le está costando acostumbrarse a ser oposición. Y las declaraciones de Francisco Labastida diciendo que con Madrazo a la cabeza del partido el PRI no volverá nunca a Los Pinos, no son poca cosa. Hay que tomarlas muy en cuenta, porque Labastida sabe muy bien cómo NO llegar.

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