Nos dicen que no hay promoción política a favor de los candidatos y los partidos, pero las noticias hacen que esas declaraciones se tornen desangeladas y hasta vergonzantes para quienes las hacen y ofensivas para quienes las escuchamos y nos damos cuenta de que la manipulación persiste, a pesar de todo, incluyendo las noticias de estadística nacional sensacionalistas y victoriosas, que de fondo son malintencionadas.
Desde luego que me refiero a las declaraciones en relación a que “los pobres son menos pobres”, enunciado que es cierto, tomado literalmente, que confirma el propio I.N.E.G.I.; me recuerda a aquella historia de la suerte de Rosita Alvirez, que de los tres tiros que le dieron uno sólo era de muerte.
Tan sencillas como claras y exactas son las matemáticas: los mexicanos que pertenecemos al ochenta por ciento, de los que menos ingresos percibimos, ahora contamos con la estratosférica cantidad de un peso más por persona en la familia, eso si Usted no tiene más de cuatro hijos o alguien más depende de su sueldo y vive en su casa. La noticia se complementa con la declaración de que ese pesillo se lo descontaron al veinte por ciento de la población que tiene mayores ingresos.
Si redondeamos la cifra de la propia estadística nacional, somos más o menos unos cien millones de mexicanos, de los cuales al menos el 60% son pobres y muchos de ellos (hay quienes dicen que entre 25 y 40 millones) viven en pobreza extrema.
Hablamos de la miseria, refiriéndonos a aquellos que no pueden alimentarse ni alimentar a sus hijos; no cuentan con acceso a atención en su salud con calidad al menos suficiente; no tienen casa propia y ni siquiera pueden aspirar a tenerla; generalmente viven desempleados o subempleados; y viven sin aspiraciones reales de que cambie su vida y la de sus seres queridos. De hecho, seguramente los hijos serán tan o más pobres que ellos.
Conforme van las cosas y según las declaraciones de expertos de la ONU, la pobreza en México es un foco rojo que puede llevar a la desestabilización y pérdida de la paz social. La declaración es a todas luces obvia; los pobres y los desamparados, especialmente los de las comunidades rurales y grupos indígenas, ya no pueden soportar su situación desesperante.
También nos dicen que la pobreza extrema bajó del 24.2 al 20.3%, o sea que 3.9 millones de Mexicanos ahora solamente tienen hambre, sufren las consecuencias de la deficiente nutrición y siguen sin poder aspirar a tener casa digna y adecuada atención a su salud.
Por otra parte, el mismo I.N.E.G.I. publica datos estadísticos de que del 2000 al 2002, el incremento en el costo de la energía eléctrica para la vivienda fue de un 25%, lo que nos lleva a resultados negativos para la economía de los mexicanos.
La realidad es que si analizamos las mismas estadísticas del I.N.E.G.I., al que debemos darle crédito por sus serios esfuerzos en apegarse a la verdad, al menos más de la mitad de los mexicanos son pobres, lo que significa que tampoco reciben las proteínas suficientes y los demás nutrientes que les permitirán desarrollar adecuadamente, no sólo en sus labores diarias, ya sean de trabajo económicamente productivo o escolares, sino hasta en el propio desarrollo físico, incluyendo el neurológico que es el caso de esos connacionales pobres y en edades de desarrollo.
En otras palabras; si Usted utiliza el transporte público en La Laguna ahora tendrá un ahorro aproximado al treinta por ciento por viaje y persona, eso mientras no se rebelen y vuelvan a dominar a las autoridades administrativas de las tres ciudades los líderes transportistas, que de colmillo para la mala política les llevan bastante ventaja. Si toma refresco en su comida, bueno, también podrá pagar uno más por semana y por cada persona; ahora que si su hijo tiene amigdalitis y debe comprarle un antibiótico y un jarabe para la tos, tiene que ahorrar ese pesito por un tiempo mayor a los seis meses; y lo dejo que Usted mismo haga sus cuentas sobre qué va hacer con ese dinero extra que nos dicen que ya nos ganamos. Si cree que quiero arrancarle una sonrisa se equivoca; estoy consciente y ofendido con los intentos de manipulación que nos tratan de hacer con la información estadística mal intencionada.
También es cierto que la constante caída del poder adquisitivo de los mexicanos se ha detenido, que incluso presenta un muy discreto reapunte, ese peso diario del que hablamos, aunque sea insuficiente para las aspiraciones lícitas que tenemos, es al menos un pequeño rayo de esperanza de que las cosas pudieran mejorar poco a poco, aunque sea en cantidades pequeñas.
Esa es una verdad que debemos reconocer, pero que resulta chocante con la manipulación que hacen de la información, sobre todo por la poca visión política de los consejeros de las autoridades que con esfuerzo han logrado detener la caída de nuestras reales y materiales posibilidades de mejorar la calidad de vida.
Lo que no se detiene es la caída de la imagen pública de quienes dan la cara con declaraciones tan escandalosas que por poco sostenibles se convierten en pérdida de la credibilidad.
Las fuertes críticas a la administración federal en relación a la promoción tendenciosa de sus resultados de trabajo en tiempos de elecciones, que al parecer cuesta millones de pesos diarios gastados en publicidad, se suman a los graves errores de estrategia de los asesores y voceros de la Presidencia de la República, que pareciera que, como dicen los jugadores de dominó, ponen al presidente Fox a “jugar con enemigos y traidores”.
Es claro que tenemos que continuar esforzándonos para seguir adelante, recuperarnos de tantos años de vivir escuchando justificaciones de los políticos ante la petición “de nuevos sacrificios para el beneficio propio, de la Patria y de las generaciones futuras”; eso lo tenemos perfectamente entendido, lo que no podemos permitir es la manipulación de la información y que no se nos dé el lugar de respeto que merecemos como mexicanos con derecho a saber la verdad. ¿No le parece así? ydarwich@ual.mx