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La cara más cruel del hombre

“Instrumentos de Tortura y Pena Capital”, pertenecientes a la época de la Santa Inquisición

NOTIMEX

MÉXICO, D. F.- Las expresiones más atroces del abuso del poder eclesiástico se encuentran en la sangrienta historia de la Santa Inquisición, cuyos testigos mudos, los “Instrumentos de Tortura y Pena Capital”, se reúnen en una exposición en la Ciudad de México.

La muestra que tiene por sede el edificio que albergara al Tribunal del Santo Oficio de la Nueva España, hoy Palacio de Medicina en el Centro Histórico, exhibe más de 85 piezas de origen europeo, de humillación pública y tortura propiamente dicha.

Después de la concurrida asistencia que tuvo en 1995, cuando llegó por primera vez a México, la exposición “Instrumentos de Tortura y Pena Capital”, ha estado de manera permanente en la capital desde hace cuatro años.

Esta colección, en su mayoría de objetos medievales, pertenece a un consorcio de coleccionistas europeos, quienes se reunieron para conformar una exposición itinerante que dio inicio en 1983 en Florencia, Italia, y ha visitado varios países de Europa.

El periodo histórico de su contenido termina, por ahora, entre 1880 y 1900, ya que los ingresos de la muestra, una vez cubiertos los gastos de gestión, se destinan a la actualización de la misma.

“Instrumentos de Tortura y Pena Capital” está montada en lo que fuera el pasillo que lleva a las cárceles del Tribunal, como señaló Valle-Arizpe, “poseía, además, calabozos magníficos, excelentes, tanto por su áspera estrechez como por su oscuridad y lo húmedo que era...”. Tal escenario se convierte en el marco “perfecto” para esta exposición, la cual se divide en cuatro partes: Instrumentos de Humillación Pública, Aparatos para Torturar, de Pena Capital, y de Brutalidad Contra las Mujeres.

Las salas de exhibición

En el primer caso, estos aparatos servían para castigar a los “infractores menores” y se exponía a las víctimas en las plazas públicas, al escarnio de la muchedumbre.

Las llamadas “máscaras infamentes”, forjadas en hierro, hacian alusión a algún animal, por ejemplo, el jabalí; y se destinaban a las esposas que se rebelaban ante los continuos embarazos, producto del despotismo de los hombres.

Para las jóvenes doncellas que resultaban embarazadas, no era muy distinto, luego de ser rapadas, se les colocaba en la cabeza una “trenza de paja” y se les obligaba a permanecer frente a las iglesias en días de festejo.

Los borrachos también hacían la función de “bufones” populares, y eran expuestos con la “picota en tonel”, una especie de barril, dentro del cual se colocaba a la persona junto con orines y estiércol, o simplemente con agua podrida.

Mención aparte merecen los aparatos para torturar, cuyo aspecto reflejan el castigo “insufrible” de los condenados, en su mayoría de veces mutilados o muertos por las graves infecciones de las “pinchas” que poseen la mayoría de estos instrumentos.

“La dama de hierro” o “Doncella de Nuremberg” es, quizá, uno de los artefactos más conocidos. El primer registro de una de sus víctimas data de 1515; se trataba de un falsificador de monedas “atravesado” por “las puntas afiladísimas” colocadas en el interior de la caja.

Un aparato de tortura que se mantiene vigente hasta hoy día, es “La cuna de Judas”. Al torturado se le levantaba de pies y manos, para luego dejarlo caer sobre la punta de una pirámide de hierro, y su peso reposara sobre el punto situado en el ano o la vagina.

La antecesora de la silla eléctrica también se halla expuesta. “La silla de interrogatorio”, cubierta de pinchos, producía en el inculpado un dolor extremo, al ponérsele desnudo y, en ocasiones, por encima de las agujas ardientes.

El “Potro” y el “Potro en escalera”, fueron métodos que, inclusive, llegaron hasta América Central contra los indígenas, y su acción provocaba la descoyuntura de los miembros de la víctima, al tensarlos de manera longitudinal.

Símbolo del derrocamiento de la aristocracia francesa, aunque después no hizo distingo de clase social, la “Guillotina” significó “la muerte rápida y sin dolor” para muchos.

El “aplastacabezas” es un aparato que todavía se usa de manera clandestina, su procedimiento consiste en colocar la barbilla de la persona en la barra inferior, en tanto el casquete es empujado abajo por el tornillo. El final es predecible.

“Las jaulas colgantes”; las “pinzas y tenazas”, casi siempre usadas al rojo vivo; la “Pera vaginal” y el “Cinturón de castidad”, fueron los instrumentos más utilizados para inmolar a las mujeres.

Tan sólo se estima que el 85 por ciento de las víctimas de la hoguera pertenecían a este sexo. “Instrumentos de Tortura y Pena Capital”, lejos de ser una alegoría de la desmesura imaginativa, puesta a favor del terror y el morbo, se convierte en móvil para sopesar los alcances de un pasado que todavía indigna a la humanidad, la cual no es capaz aún de “excomulgar” del todo.

El Museo de la Ciudad de México:

disfrute para los capitalinos.

Abrir un museo de y por la ciudad, para el disfrute de todos los capitalinos, es el objetivo de la actual dirección del recinto, que encabeza, Gladis Robles, quien adelantó parte del proyecto que tiene previsto para este 2003.

La directora del Museo de la Ciudad de México explicó a Notimex que, será en julio próximo cuando se inaugure la exposición permanente del recinto que alguna vez fue la residencia de los Condes de Santiago de Calimaya, una residencia colonial del siglo XVIII.

Refirió que el proyecto para este recinto es su actualización y modernización, para superar ideas museográficas del pasado, a las que la gente se había acostumbrado.

“Lo que la gente añora es ver lo que era el museo antes, sin embargo, no será así, la tecnología y los elementos museográficos han cambiado muchísimo, no se trata de poner una maqueta y tres fotos, sino tiene que ser algo interactivo”, puntualizó.

Robles destacó que la exposición permanente estará alojada en la parte alta del museo, es decir lo que fue el Antiguo Palacio de los Condes de Santiago de Calimaya “y la parte de abajo se dejará para exhibir las producciones propias del museo”.

Dijo que “la idea es hacer una exposición que sea permanente y una parte de ella esté dedicada a los barrios y a los mercados, en una sala específica, claro, sin quitar la permanente, y dentro de la misma realizar varias exposiciones para hacerla más dinámica”.

La funcionaria manifestó que la tarea no es fácil, ya que “no podemos abarcar en todo el espacio del museo lo que fue y es hoy día la Ciudad de México, por lo cual, se pretenden hacer kioscos interactivos que le digan al visitante lo que quiere saber acerca de la gran ciudad”.

Aseveró que para llevar a cabo esta intensa labor de la mejor manera, se ha conformado un consejo mediante el cual “se delimite qué es lo que podemos hacer, y estamos haciendo unas preguntas al público para saber qué es lo que quiere ver de la Ciudad de México en el museo”.

En torno a los proyectos que se expondrán en el museo, la directora mencionó que se pretende presentar “una muestra sobre tequila, otra sobre cine y una más dedicada a 100 años de postales”.

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