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La Casa Blanca, bajo la lupa

EL PAÍS

WASHINGTON, EU.- El responsable de filtrar a la prensa el nombre de una agente de la Agencia Central de Inteligencia, (CIA por sus siglas en inglés) "ha violado la ley y será castigado", dijo ayer el presidente de EU, George W. Bush.

En declaraciones tras un acto para recaudar fondos en Chicago, Bush aseguró que quiere saber "la verdad" acerca de las acusaciones que responsabilizan del hecho a funcionarios de la Casa Blanca.

Para averiguar qué es lo que huele a podrido en la Casa Blanca, el Departamento de Justicia decidió ayer transformar lo que arrancó como un examen preliminar en una investigación completa.

El objetivo es saber qué alto cargo de la Administración puso al descubierto a una agente de la CIA, Valerie Plame, para castigar así a su marido, el diplomático Joseph Wilson, por contradecir la tesis oficial de que Iraq intentaba comprar uranio en Níger.

La Casa Blanca, que al principio arrastró los pies, ha captado la gravedad de la situación y ha ordenado a todos los que trabajan en el edificio que no destruyan ningún material potencialmente ligado a la investigación.

"Si alguien tiene alguna información dentro o fuera de nuestro Gobierno, sería útil que la comunicara", declaró Bush, que insistió en que "si alguien filtró algo quiero saberlo" y prometió que la investigación "llegará al fondo del asunto".

Bush expresó en sus declaraciones su convencimiento de que el Departamento de Justicia "hará un buen trabajo" y recordó que los abogados de esa entidad cuentan con amplia experiencia en este tipo de encuestas.

“No es meramente una filtración; es un delito, un delito de una gravedad evidente. Es como poner una pistola en la cabeza de un agente”. Las palabras del senador demócrata de Nueva York Albert Schummer ayer en la Cámara no pudieron ser contestadas por nadie, porque son ciertas. Y si, como sugiere Wilson, se demuestra que hay una conexión entre el autor o autores de la filtración –un delito penado con diez años de cárcel- y Karl Rove, el estratega de George W. Bush, el terremoto podría llevarse por delante buena parte del equipo político del presidente a trece meses de las elecciones.

Por lo pronto, la plana mayor de los demócratas en el Congreso y los aspirantes a la candidatura presidencial se han movilizado para pedir que se investigue el caso de forma independiente, “y no por el Departamento de Justicia, porque es obvio el conflicto de intereses”, según la carta escrita por los senadores Daschle, Biden, Rockefeller y Levin a John Ashcroft, responsable de Justicia.

Alberto González, jefe del equipo jurídico de la Casa Blanca, recibió el lunes por la noche el aviso del Departamento de Justicia de la apertura de una investigación completa “sobre la posible filtración no autorizada de la identidad de un funcionario secreto de la CIA”. El presidente Bush fue informado del desarrollo de los acontecimientos a las siete de la mañana de ayer, según Scott McClellan, el portavoz de la Casa Blanca.

El portavoz de Bush cree que es “ridículo” acusar a Karl Rove de tener algo que ver con el asunto: “No tuvo nada que ver y el presidente sabe que no tuvo nada que ver. Simplemente, no es cierto”. Wilson matizó el martes sus palabras y dijo que él no acusa a Rove de ser la fuente: “Lo único que yo digo es que la filtración viene de la Casa Blanca y que Karl Rove es la personificación de las operaciones políticas en la Casa Blanca”.

En un momento en el que se encadenan las consecuencias políticas y económicas de la mala planificación de la posguerra de Iraq y cuando todos los esfuerzos por encontrar las armas de destrucción masiva de Saddam Hussein no han dado ningún resultado, solo le faltaba a la Casa Blanca protagonizar un asunto tan sucio como el de descubrir a una agente de seguridad en represalia por el testimonio de su marido de que los supuestos intentos de compra de uranio en Níger por parte del régimen iraquí se basaban en documentos falsos. Por ello, las palabras pronunciadas el martes por el senador Charles Schummer tuvieron un eco muy inquietante para el Gobierno del presidente Bush: “Lo que ocurrido con este caso es una de las cosas más miserables, más despreciables, que yo he visto en los más de 20 años que llevo en Washington y expresa hasta dónde están dispuestos a llegar algunos para sofocar las críticas”.

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