En estos días preelectorales, el llamado a la mesura del Instituto Federal Electoral a todos los candidatos, a todos los partidos políticos, a todos los órganos gubernamentales, federales, estatales y municipales y a cada ciudadano en lo particular en cuanto a su participación, su reflexión y la privacidad de su voto, no es otra cosa que un llamado a la civilidad.
Llamado válido, no lo discutimos, pero lamentablemente difícil de penetrar, ya que para actuar con civilidad, se requiere educación, que es de lo mucho que carecemos en nuestro país.
Los que saben, que son de los que aprendemos, nos dicen que la civilidad, se manifiesta en sociabilidad y urbanismo. Sus antónimos nos ayudan a clarificarla, porque mucho mejor los conocemos: miseria, mezquindad, vulgaridad y vileza.
El concepto de civilidad, viene de civilización, que es el grado de cultura de los pueblos y los individuos y que presupone que dejamos atrás la barbarie que a su vez constituye un grado de civilidad con respecto al salvajismo. ¿Qué grado tendremos hoy día, México y los mexicanos? Lo pregunto porque paradójicamente, nuestros ancestros crearon una de las principales civilizaciones de la humanidad y hoy en día no tan sólo la perdimos, sino que parece que no aprendimos nada de ella.
Este concepto de civilización, encierra la idea de progreso, entendido éste, como el perfeccionamiento de la vida social, que comprende algo más que el bienestar material; que comprende por igual el desarrollo del hombre en sí mismo, de sus facultades, de sus sentimientos y de sus ideas. Es la forma de la sociedad en que existen mayores medios y más facilidades para que el hombre pueda alcanzar su fin último.
De sus elementos esenciales los que saben nos hablan de la sociabilidad humana y la religión; representada la primera por la familia y por el lenguaje, fundamento de nuestro pensamiento y la religión, por tratar ésta de enseñarnos la fraternidad universal sin distinción de razas, clases e individuos.
Hay otros elementos, que si bien no son considerados como esenciales, se derivan de ellos y han llegado a ser inherentes a la civilización:
1. El trabajo y la virtud del ahorro; con éste, la acumulación de riqueza que permite la investigación, la creación de la ciencia y la organización.
2. Los agentes físicos, que incluyen el clima, el suelo, el agua.
3. El comercio.
4. El arte, que educa el sentimiento.
5. La instrucción, especialmente realizada por medio de las universidades que modifica el carácter primitivo y favorece la comunicación de las ideas.
6. Los inventos, especialmente la escritura y la imprenta que ponen al hombre en comunicación, no sólo con sus antepasados y contemporáneos sino con las generaciones venideras.
7. Las formas de gobierno, bajo el principio de la elección, como un derecho frente a otros derechos.
Y muchas más, geográficas y político-sociales que no acabaríamos de enumerar. Mencionar tan sólo éstas nos permite asomarnos un poco al concepto de civilización, que no está acabado porque en el aquí y en el ahora está bajo nuestra responsabilidad continuarlo y nos permite ver, que en este país en el que vivimos, tenemos todo para alcanzar la civilidad, tanto y cuando utilicemos nuestros recursos en lo que verdaderamente importa como es la educación. Tan sólo cuando todos tengamos el derecho a ella, a la instrucción, que nos da las herramientas para vivir una vida mejor, saldremos adelante, como país y como individuos.
Sin embargo, en este momento histórico, todo está muy revuelto; estamos frente a una iglesia política y un gobierno religioso que a muchos nos pone a temblar. La misión pastoral y gubernamental, andan perdidas, porque se están intercambiando sus roles. Ante este panorama, nos preguntamos ¿En dónde, en qué parte de nuestro ser, si es que la tenemos, se encuentra la civilidad? ¿Cómo la manifestamos? Se supone que está en cada individuo entre su pensamiento y su acción, o sea en la reflexión antes de actuar, para que los efectos de la acción sean acordes con lo deseado. En base a esto, qué mejor oportunidad que para todos, sociedad y gobierno, en estas elecciones nuestro voto y nuestro comportamiento sea reflexivo y logremos objetivos, para seguir avanzando. Ojalá esta oportunidad la aprovechemos y hagamos el esfuerzo, aunque para acabarla de revolver, el calor que está haciendo en Torreón, no nos deje ni pensar.