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La competencia está en chino

juan de la borbolla r.

Los organismos financieros, económicos y comunicacionales mundiales que de alguna manera imponen sus criterios, sus políticas y su visión de la vida a esa sociedad post industrial globalizada, son a veces muy torpes e incongruentes dentro de esa miopía provocada por el afán de lucro como primer motor de sus actuaciones.

Muchos de esos organismos parecieran estar en estos momentos cautivados por la enorme y contrastante República Popular China, canalizando hacia allá enormes flujos de dinero fresco e inversiones, llevados por el atractivo indudable que supone en la multimillonaria población china la conjunción de dos factores muy interesantes para obtener pingües ganancias: la mano de obra baratísima que se contenta con salarios de sobrevivencia y la disciplina laboral de la que da muestras continuas el trabajador chino, merced al control que ejerce el gobierno y el todopoderoso Partido Comunista.

A la muerte en 1976 de Mao Tse Tung el gran artífice de la Revolución comunista tras la Segunda Guerra Mundial, incluida la famosa Gran Marcha y de la sangrienta Revolución Cultural de finales de la década de los sesenta, se entabló una feroz lucha entre dos personajes que representaban dos visiones distintas del modelo comunista chino.

Por una parte se encontraba el inmovilista continuador del dogma maoísta Hua Guo Feng quien inclusive tenía como posición más radical aún la que lideraba Yian Kin cabeza de la ?Banda de los 4? y por otra parte el también marxista pero reformista Deng Tsiao Ping quien consideraba que ante la enorme población china que debía alimentarse todos los días no quedaba otra solución que abrir la cerrada economía colectivizada a los parámetros de un neo liberalismo pragmático, pero que no cediera un ápice en lo referente al control político, ideológico y social propios de la ideología marxista maoísta sólo reformada en los aspectos pragmático económico.

Las grandes potencias occidentales sucumbieron ante la sagacidad de la estrategia de Tsiao Ping procediéndose a la restitución de esas grandes ciudades típicamente neo capitalistas como son Hong Kong y Shangai, al establecimiento de bloqueos políticos al régimen de Taiwán y al envío de sumas multimillonarias en dólares, libras esterlinas y euros a la China continental sin especificar condiciones que en general les plantean a otra clase de países como por ejemplo al nuestro, en lo que se refiere a la apertura democrática, supervisión de la limpieza electoral, pluralismo ideológico y tolerancia a las minorías, rompimiento del unipartidismo, combate a la corrupción gubernamental, fijación de reglas claras en lo referente a subsidios gubernamentales, combate a la piratería en patentes, marcas, propiedad industrial e intelectual; adecuación de la legislación interna a criterios internacionales en el comercio exterior, apertura comercial, inversión privada en áreas estratégicas como la energética y la comunicacional etc., etc.

El afán de hacer magníficos negocios en y desde China por parte de las grandes transnacionales sin importar la situación política, ideológica, religiosa, salarial y social del pueblo chino, sino apostando básicamente en la disciplina laboral de tantos millones de personas que requieren un trabajo simplemente para comer, es lo que ha llevado a la gran empresa y a los organismos internacionales que fijan las reglas mundiales globalizadoras, a hacerse de la vista gorda frente a ese monstruo gubernamental que manifiesta una cara en lo económico pero esconde tras de ella su cruda realidad totalitaria.

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