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La crisis

Juan de la Borbolla

Justo en momentos de enorme importancia para el conjunto de la nación mexicana: cuando los tiempos resultan apremiantes para discutir profunda pero resueltamente cambios estructurales que demanda el país para no perder competitividad mundial y así no seguir perdiendo esas oportunidades de inversión y de creación de nuevos empleos que están provocando la migración hacia otras latitudes de empresas, con sus respectivas inversiones, remesas de divisas y puestos de trabajo, debido que en otros sistemas políticos sí se han puesto a trabajar con realismo y eficacia, llevado a cabo las transformaciones jurídicas y sociales que optimicen el llamado “costo país”.

Justo en estos momentos de trascendencia para el presente y futuro estalla una crisis en el seno del PRI , en donde parecen advertirse cuando menos tres posiciones confrontadas que no sé si puedan poner en peligro la subsistencia misma del partido que gobernó México durante 71 años, pero lo que sí es seguro, es que ha dejado paralizada la vida parlamentaria nacional justo en los momentos más importantes de la presente legislatura.

Dentro de esas cuando menos tres posiciones que han salido a la luz pública encontramos por una parte la actitud egoísta de muchos de los altos dirigentes priistas, más preocupados por sus personales carreras hacia la postulación de la candidatura para la Presidencia, o para otros altos cargos políticos que por el bien de la nación.

También es constatable la posición de otros distinguidos militantes del Revolucionario Institucional que justifican su posición rotundamente intransigente sobre el argumento de que un partido en la oposición no puede hacerle la tarea al partido en el poder, de ahí que el PRI no puede por ningún motivo asumir los costos de una reforma tributaria (necesaria no para el Gobierno del presidente Fox, sino para el futuro viable de México), pero que detrás de ese argumento exclusivamente partidista en el fondo lo que creen es que el fracaso del Gobierno presidido por un militante de la oposición debe ser la consigna a perseguir, cueste esa consigna lo que cueste.

Sólo que el fracaso del Gobierno en turno acabaría siendo la pérdida general para el conjunto de la nación, por lo que una derrota al partido en el poder a costa de cargarse al conjunto de la nación acabaría siendo victoria pírrica y absurda incluso para el futuro inmediato de los mismos priistas que así piensen.

Ahí es donde entra la tercer posición previsible que es la de 15 gobernadores del tricolor, que precisamente por ejercer un cargo de Gobierno y una responsabilidad de administrar dineros públicos, constatan la necesidad de llevar a cabo la Reforma Fiscal ampliando el número de los contribuyentes para conseguir una mayor recaudación, puesto que de no hacerlo, su viabilidad como Gobiernos priistas será mucho muy difícil y por ende posibles triunfos futuros para el mismo partido resultarán cada vez más complicados. El problema es que pareciera que las dos primeras corrientes apoderadas de buena parte de los puestos de mando en el Comité Ejecutivo Nacional del PRI y después del golpe de mando contra la profesora Gordillo, también de la representación del partido con mayor número de diputados en la Cámara federal, son las que pretenden imponer su fuerza, aunque no su razón.

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