La deforestación que se ha venido dando a pasos agigantados en décadas recientes ha transformado muchos puntos de nuestra geografía inclusive de manera rotunda, alterando constantes climáticas de las que gozaron generaciones de mexicanos, poniendo en gravísimo peligro el futuro climático, agrícola y ambiental de nuestro país, por no hablar de los problemas de deslaves y transformación de cuencas hidrográficas que provocan problemas mayúsculos, tal como se manifiesta en estos días la situación en torno al río Lerma.
La estupidez humana conjuntada a ineptitudes y corrupciones donde otrora existieran preciosos bosques de lo más diverso, tiene muchas y muy variadas razones de origen: sobreexplotación de maderas preciosas para el desmedido lucro de algunos agricultores o industriales; transformación de zonas boscosas en áreas de cultivo o pastoreo buscando el rápido retorno de la inversión, incendios forestales perpetrados por la incultura, la falta de hábitos de la limpieza o prevención de siniestros por parte de ciudadanos que acuden al bosque de excursión, o por el anhelo de forzar con hechos consumados la conversión de una zona forestal en zona habitacional, aunado la mayoría de las veces con la inacción gubernamental, son algunas de las muchas razones por las que cada día se pierde en la República una extensión de bosques equivalente al doble del de Chapultepec, por poner un ejemplo urbano.
El conjunto de hechos, trae consigo invaluables consecuencias, no sólo en lo referente a la pérdida de grandes riquezas forestales y del entorno de la diversidad biológica, sino también afectaciones al clima de la región por efecto primero de la pérdida de la atracción natural de lluvias y también por la irremisible pérdida de tierras ricas en nutrientes, las cuales por la erosión, azolvan ríos y lagos produciendo que éstos reduzcan sus espejos de agua, intensificándose la evaporación.
La cuenca del río Lerma-Santiago es una muestra clara del desastre ecológico provocado por la deforestación intensiva desplegada en esa macrorregión. Independientemente del uso intensivo de agua a todo lo largo de la cuenca e incluso de la absorción de sus fuentes primarias para satisfacer de agua al Distrito Federal, no podemos soslayar el efecto dañino que ha provocado al lago de Chapala o a los lagos ubicados en Michoacán los efectos de la deforestación y la subsecuente erosión. Desgraciadamente ese mismo problema se empieza a repetir en zonas de Tabasco, Campeche, Quintana Roo y Chiapas donde se pensaba que siendo la naturaleza tan fértil, se podría abusar de ella a través de los continuos desmontes para todos los fines, con lo que regiones que se supone no tendrían nunca problemas de precipitaciones pluviales y de almacenamiento de agua ya empiezan en determinados momentos a ver escasear el preciado líquido.
Los mexicanos requerimos tomarnos en serio el tema de la reforestación nacional, si no queremos seguir convirtiendo la patria en un desierto. El problema de la deforestación es otro típico ejemplo de lo que hace el egoísmo y el pensar inmediatista e intrascendente en la vida de las personas y los pueblos. Yo hoy me como una manzana sin pensar en la persona que hace décadas sembró un manzano, no pensando en sí mismo sino en el futuro. Hoy sobramos los comelones egoístas, por no hablar de depredadores y escasean los sembradores de futuro.