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La denuncia/Diálogo

Yamil Darwich

Horacio Jasso Macías es un hombre de 68 años que dedicó su vida a la venta de seguros y a últimas fechas, ya semi jubilado, es comerciante en la ciudad de Matamoros, Coahuila, donde radica con su familia constituida por tres hijas y su esposa Paula.

El señor Jasso únicamente estudió la primaria, sin embargo es una persona que por medios autodidactas se ha hecho conocedora, a fondo, de la historia de los orígenes del mundo, especialmente de la arqueología.

Muchos años de vida le han llevado recorrer las distintas zonas de los estados de Coahuila, Durango y Zacatecas, en busca de rocas y piezas arqueológicas, evidencias de nuestros antepasados, de tal suerte que con el tiempo ha reunido un número muy respetable de ellas, que sin duda cuentan la historia de las eras geológicas del mundo y de los primeros pobladores de La Laguna.

El señor Jasso afirma que “hay evidencias que requieren una más profunda investigación, porque se pone en duda que las culturas paleolíticas no se encontraban en América” y dice lo anterior con la firmeza que da el conocimiento adquirido con el paso de los años de estudio y la experiencia que dan miles de kilómetros caminados, toneladas de piedras cargadas y comparadas, y otras tantas de tierra excavada en busca de la verdad.

Lo importante: ha propuesto sus ideas a especialistas, que han aceptado darle, al menos, el beneficio de la duda.

“Existe un acuerdo generalizado en el sentido de que las tradiciones y utensilios de Europa, África, el cercano y el lejano Oriente y Siberia Central, no llegaron al nuevo mundo en sus formas características reconocibles. Con muy pocas excepciones especiales o tardías se ha dicho que no hay fábricas, lascas o utensilios de los tipos occidentales en América”, declara en un escrito entregado a los medios de comunicación, durante una reunión convocada por el Museo de Historia Natural de la Universidad Autónoma de la Laguna, en donde con enciclopedias y muestras fotográficas comparó las piezas por él encontradas, extremadamente similares, ahora donadas al Museo, que le dejan pisar firme y hablar fuerte.

Sin duda que de nueva cuenta nos enfrentamos al paradigma de la educación, al preferir creer en simples títulos que en muchas ocasiones no soportan al verdadero conocimiento, desechando sin dar el beneficio de la duda, lo que dicen personas que en forma autodidacta se han preparado a lo largo de decenas de años.

Lo cierto que en la práctica el señor Jasso debe luchar contra los académicos con títulos de licenciatura y postgrado que prestan poca atención a sus más de treinta años de dedicado estudio.

La denuncia vino en seguida: “he tocado puertas y mandado oficios a instituciones de cultura sin recibir respuesta”, particularmente asegura haber entregado piezas del paleolítico superior a las autoridades del Museo del Desierto de Saltillo, que nunca han sido expuestas y de las que simplemente no ha vuelto a saber: “ojalá no las hayan utilizado como material de construcción” dice con un dejo de decepción, ironía y temor por el destino de las mismas.

Es evidente que el Norte de México ha ocupado la retaguardia de la civilidad contemporánea. Cuando en otras partes del País se construyen y promueven mejores museos, nosotros apenas trabajamos en crear Universidades.

Aquella frase de Vasconcelos, refiriéndose a nuestro subdesarrollo en civilidad: “la cultura termina con los guisos y donde empieza la carne asada”, en referencia a nuestra alimentación, sigue vigente.

Al parecer el problema del señor Jasso es que no encontraba dónde depositar su trabajo de vida, aunque una parte ya la entregó al Museo de Historia Natural de la UAL, tiene aún piezas que no ha podido ubicar en otro centro de cultura porque “al parecer a nadie le interesa” declaró ante los periodistas, explicando que él se siente responsable del destino final que pudieran tener porque “aunque mi familia me ha escuchado hablar del valor que representan, finalmente para ellos no dejan de ser simplemente piedras”.

Es triste pensar que como el señor Jasso existen muchas otras personas que no son atendidas, escuchadas y aprovechadas para promover la cultura general, pero lo es más reconocer que aún no desarrollamos la conciencia y la responsabilidad para con la humanidad, ésa que tienen muchos de los dedicados a conservar, mantener y exponer las distintas representaciones culturales a través de la historia de nuestro planeta.

“Son primeros tanteos del arte” dice refiriéndose a “sus piedras” a la vez que ayuda a los asistentes a la rueda de prensa a distinguir formas de animales como patos, víboras y peces, otras de morteros y hasta representaciones de huellas de pies humanos.

La denuncia va más allá de las teorías que él expone, llega hasta la falta de conciencia y responsabilidad profesional que tienen algunos funcionarios que no lo han escuchado, que no han dedicado el tiempo necesario a revisar y estudiar seriamente sus descubrimientos y que muestran la negligencia que puede llevarlos a ocupar una página de la historia en no muy buenos términos. Si es cierto o falso lo que afirma el señor Jasso deberá verse y sustentarse; por lo pronto, las piezas restantes están sin ser salvaguardadas por ninguna Institución de Cultura.

Sin duda que tenemos mucho trabajo por delante, hasta alcanzar la civilidad de otras regiones de México y del mundo, donde los museos y salas de cultura son visitadas asiduamente y reciben apoyos de todos los sectores sociales para que se mantengan educando a la comunidad a la que pertenecen.

La Comarca Lagunera ha crecido y ha multiplicado sus alternativas culturales con varios museos, hasta tener especializados como el del Ferrocarril y casas de cultura, que aún viven en medio de graves limitaciones materiales y entre la “rebatinga política”, intentando cumplir con su función básica de educar, especialmente a todos esos seres humanos que no tienen los recursos para hacer los grandes viajes y visitar los mundialmente famosos museos.

La denuncia del señor Jasso es además una llamada de atención para todos nosotros, que debemos tomar conciencia de los esfuerzos que muchos particulares hacen para rescatar el acervo regional y no son escuchados; otros que no reciben el suficiente apoyo y que luchan para crear espacios de libre expresión de las culturas y las artes; y para todos, que no hacemos uso de nuestras posibilidades para cultivarnos y saber un poquito más.

Seguramente ya se imagina la pregunta del Diálogo de este día, que es sólo una de las muchas que Usted puede hacerse: ¿hace cuánto que no visita un museo regional?

ydarwich @ual.mx

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