Comarca Lagunera, zona de alta prevalencia de diabetes.
Urge una cultura de la salud.
Torreón, Coah.- Abandonar algunas comodidades y tentaciones de la vida moderna, constituye el esfuerzo mínimo que los torreonenses pueden hacer para contrarrestar las dolorosas estadísticas que hacen referencia a un mayor número de personas con diabetes.
El año pasado, la diabetes mellitus constituyó la tercera causa de muerte, antecedida por las enfermedades del corazón (en su mayoría pacientes diabéticos) y los cánceres y tumores malignos; también ocupó el sexto lugar respecto de las causas de enfermedad entre la población, al registrarse cinco mil 421 casos nuevos, según la Jurisdicción Sanitaria Número Seis.
En todo el país, la prevalencia (personas afectadas mayores de 25 años de edad) se incrementó de un 8.6 por ciento en 1993 a un 10.7% en el año 2000.
Coahuila es uno de los Estados identificados con alta incidencia de casos de diabetes y aunque la Encuesta Nacional de Salud que se practicó en el 2000 lo ubican en el sitio número 20 en cuanto a prevalencia (personas afectadas), hay otros datos en el sentido de que ocupa uno de los tres primeros lugares en el país.
Curiosamente, en la misma ENSA 2000 se le muestra como la entidad federativa que encabeza la lista con un mayor porcentaje de población obesa (32.2 por ciento), otro factor determinante para la diabetes.
Humberto Flores Muñoz, epidemiólogo de la Jurisdicción Sanitaria Número Seis, informó que las áreas urbanas de los Estados del norte del país, junto al Distrito Federal, constituyen el foco rojo cuando se aborda el tema de esta enfermedad crónico degenerativa.
La población de las ciudades tiende a basar su estilo de vida en el sedentarismo y en la ingestión excesiva de refrescos y bebidas alcohólicas; el consumo de carnes rojas, “fieles a la tradición de las carnes asadas que son el punto de reunión de familias y amistades”, alimentos procesados, enlatados o rápidos.
A esto se añade el factor hereditario, el que seguramente llegará a surgir, tarde o temprano, entre quienes tienen antecedentes de familiares diabéticos y no se sometieron a un programa de actividad física regular y una dieta balanceada. El riesgo es mayor cuando se trata de personas con sobrepeso.
La transición epidemiológica se ha dado de tal forma que en los años cincuenta, la gente fallecía por problemas infecciosos, que quedaron controlados mediante las campañas de vacunación y la erradicación de algunas enfermedades; a nivel mundial, la tendencia favorece el aumento de enfermedades crónico degenerativas.
El incremento se puede atribuir a que la pirámide poblacional también se ha transformado: mientras en aquellos años había más niños y jóvenes, en la actualidad es casi proporcional la cantidad de éstos con la de adultos mayores de 60 años, de los cuales en México, un 50 por ciento padece diabetes.
Al decir de Humberto Flores, no existe una causa definida por la cual surge la diabetes Tipo Uno o insulino dependiente, que se presenta en la población joven y en la que el páncreas deja de producir insulina, sustancia que regula los niveles de azúcar en la sangre, pues una teoría apunta a una alteración en el sistema inmunológico y otra señala que se trata de un virus.
Aunque hay quienes hacen referencia a un mayor número de casos en niños y jóvenes, el epidemiólogo aseguró que las cifras se han mantenido, al registrar 98 casos de diabetes Tipo Uno en el año 2000; 121 en 2001 y 74 el año pasado.
Es posible prevenir
Miguel Agustín Madero Fernández del Castillo, presidente de la Asociación Mexicana de Diabetes en la Comarca Lagunera, destaca que la diabetes Tipo Dos, es decir aquella que ocurre en pacientes con antecedentes familiares y de obesidad, se presenta cada vez en edades más tempranas, toda vez que años anteriores la proporción era de un niño enfermo por cada diez, mientras que en la actualidad ésta es de uno por cada tres.
Esto se debe a que la población infantil también está inmersa en la cultura del sedentarismo que siguen los adultos y en el fácil acceso a productos procesados y con alto contenido de azúcares.
El endocrinólogo de la Clínica 71 de Especialidades del Instituto Mexicano del Seguro Social, coincide en que la diabetes es una enfermedad que devasta la salud humana por la serie de complicaciones que acarrea, aunque éstas se puedan prevenir.
Incluso, dijo, existen estudios que demuestran que no sólo es factible prevenir las complicaciones mediante el suministro de medicamentos, sino la aparición de la diabetes entre quienes enfrentan riesgos como el antecedente familiar y la obesidad, si desde una edad temprana surge un estricto control en la alimentación, se practica alguna actividad física y se procura reducir de peso.
En caso contrario contrario, la diabetes mellitus en un paciente no controlado puede desencadenar retinopatías que llegan a provocar ceguera; pérdida de piezas dentales; hipertensión arterial y aterosclerosis (afecciones a los vasos sanguíneos que resultan en infartos cerebrales o al miocardio, así como en la mala circulación de los miembros inferiores); neuropatías o afecciones a las ramas nerviosas que regulan la sensibilidad y movilidad, además de nefropatías o disfunciones en el riñón.
Al decir de Miguel Agustín Madero, hace falta que los medios de comunicación se involucren en la labor que empiezan a desarrollar las instituciones de salud para fortalecer la cultura de la prevención, contribuyendo en campañas que puedan incidir en que la gente consuma menos las cosas que perjudican su organismo.
Hasta ahora, refiere, sólo se ha legislado en materia publicitaria del tabaco, pero falta que también se advierta a la población sobre los riesgos de consumir en exceso refrescos y alimentos rápidos, por ejemplo.
En estados como Veracruz, se están haciendo esfuerzos legales importantes de manera que se controle el consumo de alimentos perjudiciales para los niños en las escuelas.
Tras recibir el diagnóstico, un paciente debe someterse a un cambio radical en su forma de vida y esto generalmente sirve para que la familia adopte nuevos hábitos y aunque la estrategia no es fácil, sí está dando resultados.
Sin embargo, no es necesario llegar a tener el diagnóstico en sus manos para que la gente adquiera conciencia de la magnitud del problema.
Necesario culturizar
La diabetes no respeta estratos socioeconómicos, aunque su impacto es negativo tratándose de familias en condiciones de pobreza. Pese a ello, pueden adquirirse hábitos que contribuyan a la prevención de la enfermedad, pues ser pobre no debe influir en la escasa actividad física, por ejemplo.
Al decir de Luis Gerardo del Moral Rosette, director del Hospital General de Torreón, atender las causas del problema, implica en una buena parte, abocarlo hacia la cultura de la salud en la población, de manera que ésta no coma lo que esté a su alcance, sino aquello que le representará un beneficio a su organismo.
La diabetes es uno de los padecimientos que más alto costo significan para el país y aunque hay avances que se reflejan en la formación de grupos de autoayuda, las campañas de educación y promoción de la salud son aisladas y no están acorde con los alcances que la enfermedad tiene en nuestro país.
“Cada 20 minutos llega a los departamentos de Urgencias de las instituciones hospitalarias de México, una persona con alguna complicación derivada de la diabetes”, según refiere.
Los alcances de la enfermedad son inesperados, pues incluso en los hombres es causa de disfunción eréctil y este problema se agrava si el paciente diabético es fumador.
Socialmente, el individuo enfrenta pérdida de autoestima, problemas interpersonales y en el ámbito laboral, además de que sufre depresiones cuando no cuenta con el apoyo y la atención de su familia.
Encarar al padecimiento
Carlos se decidió por la profesión de médico en su afán de ayudar a los demás; en los últimos siete años, lo hace con entero afán porque valoren su vida y que cualquiera de sus acciones influya en beneficio de la salud.
Cuando tenía 41 años, Carlos comenzó a sentir con frecuencia sueño y cansancio físico; excesivas ganas de orinar y resequedad en la boca.
Tras la prueba de la diabetes, sus compañeros de profesión le indicaron que tenía 200 miligramos de concentración de azúcar por decilitro de sangre, cuando lo normal es de 70 a 110.
Aunque de complexión delgada, no pudo escaparse de la condena hereditaria: su madre falleció hace algunos meses de diabetes mellitus y su hermano lleva 25 años controlándose.
“Al principio fue difícil, asumirte como un médico dedicado a cuidar la salud de los demás enfrentando una enfermedad crónico degenerativa, sobre todo porque estaba acostumbrado a hacer lo que hace cualquier ser humano”.
Siete años después reflexiona estar en una situación privilegiada respecto de quienes no tienen la conciencia suficiente del enemigo que están enfrentando.
“Ser médico me ha servido para mantenerme controlado, con los medicamentos y siguiendo una dieta adecuada y en cierto modo es la manera en que aprovecho para transmitirles a todos los pacientes diabéticos la necesidad de que cuiden su alimentación y todos sus hábitos de vida... mucha gente no sabe y en ocasiones ni siquiera le importa”.
Para Carlos, la diabetes es una enfermedad con la que el paciente puede convivir si la controla, pero que puede consumir el cuerpo cuando se le deja avanzar.
“Hay quienes piensan que se van a morir cuando saben que tienen altos niveles de azúcar en la sangre; la realidad es que puedes seguir siendo la misma persona, el mismo ser humano aunque obligado a alejarte de las tentaciones de comer lo que sabes que te hará daño”.