Resulta impresionante constatar cómo la energía eléctrica se ha convertido en un factor necesario en la vida actual.
Lo que a principios del siglo XX resultaba un elemento propiciador de ciertas comodidades para aquellas personas y familias que pudieran disponer de él, es al paso de un solo siglo (nada si lo comparamos con toda la historia de la humanidad) factor indispensable para los requerimientos más elementales que plantea la vida social, económica y cultural de las comunidades contemporáneas.
Baste ver el desquiciamiento que provocó el magno apagón que afectó a importantes ciudades de la costa este de Estados Unidos y Canadá, para constatar la necesariedad del suministro eléctrico en la vida presente de personas y sociedades.
“La gran lección de esta experiencia es que debe invertirse recursos en equipos, e instalaciones energéticas y también en instrucción, en capacitación, en la preparación de las respuestas a las emergencias”, comentó Michael Bloomberg alcalde de Nueva York, ciudad que por sus dimensiones y fama mundial más espectacularmente resintió los efectos del apagón, que también provocó gravísimos efectos en otras como Cleveland y Detroit en Estados Unidos y Toronto y Ottawa en Canadá.
La agencia informativa EFE en una de sus primeras reseñas comentaba la afectación que este incidente producía simplemente en el ámbito de las comunicaciones: “Como consecuencia del corte eléctrico, los aeropuertos de la zona, entre ellos el John Fitzerald Kennedy y Laguardia, en Nueva York, se encuentran paralizados. Igualmente están paralizados los metros de las ciudades y, concretamente en el caso de Toronto, la práctica totalidad del transporte público de la ciudad, ya que allí se funciona mediante tranvías. En el metro de Nueva York hay mucha gente atrapada en los túneles y otra ha logrado salir a las calles, donde hay un enorme embotellamiento de tráfico en Manhattan debido a que el apagón ha dejado los semáforos sin funcionamiento. La confusión reinó en toda la zona también por el hecho de que dejaron de funcionar los teléfonos móviles (celulares) en las ciudades y áreas afectadas por el corte.
Retomando la frase expresada por el alcalde neoyorquino: “debe invertirse en recursos” debiéramos aplicarla a la encrucijada en la que nos encontramos inmersos, donde la política partidista y un decimonónico sentimiento en torno a la soberanía está impidiendo una reflexión seria sobre el futuro de México en el caso de que no se realicen las inversiones necesarias para garantizar el suministro eléctrico a presente y futuro, para lo cual resulta impostergable una discusión a fondo, efectiva y valiente sobre la necesaria reforma constitucional en materia energética.
Si países como Estados Unidos y Canadá con fuentes básicas para los suministros eléctricos tecnológicamente adecuadas y con legislaciones bien pensadas para la regulación de este importantísimo factor de infraestructura para el desarrollo social y económico, sufren auténtico caos ante un problema de desabasto como el que afectó el pasado 14 de agosto, por lo que inmediatamente el presidente del primero de esos países George W. Bush consignó la urgencia de promover una inversión importante para modernizar el sistema de producción y suministro eléctrico, que no podría pasar en el nuestro, donde ni contamos con todas las fuentes requeridas, ni hemos modernizado el equipo necesario para la producción y suministro y además seguimos maniatados por una legislación que en muchos puntos se ha quedado obsoleta.