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La guerra

Dr. Juan de la Borbolla R.

La guerra cruenta que se está librando en suelo iraquí plantea otra confrontación a través de los medios de comunicación social a todo lo largo de esta aldea global en la que se ha convertido el mundo. En esta era de la globalización comunicacional grandes actores del poder mediático informativo pensaron que tenían ganada de antemano esta batalla, al igual que ilusamente algún alto personaje de la política norteamericana llegó a afirmar que la invasión a Iraq podría ser concluida en un lapso de 36 horas.

Después de los fenómenos comunicacionales sucedidos a raíz de la ?Tormenta del Desierto?, en la que se dice que Saddam Hussein se enteró de la invasión multinacional viendo por televisión la cadena norteamericana CNN y del impacto emocional conseguido por las grandes cadenas televisivas de Estados Unidos durante y después del ?11 de septiembre?, se llegó a pensar que la sinergia de toda la industria televisiva norteamericana sería suficiente para hacer ver al mundo la necesidad de la acción armada contra el ?Tirano de Bagdad?, capitalizando la opinión pública no sólo de los Estados Unidos, sino en general de todo ese mundo que ya no puede sustraerse al influjo televisivo.

El resultado de esa previsión ha resultado acertado en el caso norteamericano, pero no así en el resto del mundo. En Estados Unidos sí se ha logrado el impacto emocional provocado por la acción televisiva haciendo ver la invasión, como el medio necesario para evitar que siga actuando ese terrorismo que ya se atrevió a atentar contra grandes símbolos, dentro del propio territorio del país más poderosos del orbe.

Pero a nivel mundial se está constatando que la democratización de la información a través del surgimiento de una gran diversidad de fuentes directas de acceso, provocada por el fenómeno del Internet y de la atomización y especialización de diferentes medios impresos, radiofónicos, de televisión por cable o vía satélite, y en general los multimedia, está consiguiendo en muchos casos, que las personas que efectivamente desean profundizar más en las fuentes informativas, no quedándose solamente con una versión, así sea ésta tremendamente espectacular y emotiva cual es la televisiva de las grandes cadenas, logren tener esas fuentes alternativas y configuren su propia opinión personal no influida por las consignas políticas de esos medios informativos en sinergia.

En el libro México en Guerra, el Dr. José Luis Ortiz nos presenta el vuelco impresionante que se dio en la opinión pública mexicana, que de ser mayoritariamente germanófila al inicio de la invasión a Polonia, fue transformándose en abiertamente pro yanqui conforme se fue desarrollando, no necesariamente la referida Segunda Guerra Mundial, sino la hábil y multimillonaria campaña propagandística urdida por agencias gubernamentales de los Estados Unidos, con la venia del gobierno presidido por Manuel Ávila Camacho.

Ese vuelco en la opinión pública nacional permitió al gobierno (desacatando la Constitución y la tradición pacifista mexicana, tan invocada hace unas semanas ante la inminencia del voto mexicano en el Consejo de Seguridad de la ONU) declarar la guerra al Eje, sin que se dieran en suelo mexicano grandes manifestaciones de pacifistas amañados o de sinceros buscadores de la paz mundial.

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