En los corrillos políticos ha levantado una sofocante polvareda la Guía para Padres que, se dice, causa escalofríos tanto por lo que dice en el texto como por que dos señoras invaden esferas oficiales que no les corresponden substituyendo en sus funciones al secretario de Educación Pública, al secretario general del SNTE y, lo más grave, al mismo Presidente de la República. Lo terrífico es que lo hacen escondiendo sus intenciones de figurar en la vida pública del país en lo que denominan un acto humanitario tratándose en realidad de “una movilización política con fines políticos” impulsada por “quien utiliza la posición de su cónyuge para propagandas electorales permanentes” y debió agregarse, a mi parecer, para promover una ideología contraria a la adoptada por el Gobierno en materia de educación. Se menciona que Elba Esther Gordillo, busca una diputación plurinominal en su calidad de líder moral del sindicato de profesores y su posición privilegiada en el Comité Ejecutivo Nacional del tricolor y que Marta Sahagún Jiménez, asume una oportunidad de hacer lo que no hace su marido.
Vayamos por partes. La secretaria general del PRI, Elba Esther y Marta, presidente de la fundación Vamos México, celebraron un convenio para llevar a las escuelas la Guía para Padres que promueve “una educación con valores”. La Unión Nacional de Padres de Familia, UNPF, que en 1989 organizó una manifestación en contra de las campañas públicas del uso de preservativos en las relaciones sexuales, enarbolando carteles con la pregunta “¿Dónde estarías si tu padre hubiera usado condón?”, se dice ajena a la elaboración de los libros que contienen la Guía para Padres, afirmando no haber tenido acceso a los textos. Al decir esto último se percibe que tuvieron que ver más de lo que ahora reconocen, lo cual no sería extraño si dentro de sus fines está la de combatir todo aquello que vaya en contra de la libertad de creencias.
Para nadie es un secreto que el Presidente auspicia, tolera y alienta la intromisión de su consorte en asuntos que no le atañen dado su status de particular, dudándose que en sus programas de beneficencia no utilice fondos provenientes de recursos públicos. Es decir, hay quienes estiman que los libros de consulta para los padres de familia se han editado con dinero proporcionado por la administración pública por lo que piden intervenga la Contraloría de Pancho Barrio. Se trata de libros, comentan los enterados, con claros tintes derechistas y conservadores. Lo que sí queda evidente es que se realiza una función que está dentro de las atribuciones de Reyes Tamez Guerra, secretario de Educación Pública quien, según se advierte, no se atreve a desairar a la primera dama de la nación. Lo mismo hace el sindicato de maestros que se sujeta a lo que su líder moral aprueba, no obstante que se está atentando contra la línea laicista que hasta ahora había mantenido esa organización.
Esto que aquí se comenta nos lleva a preguntarnos: ¿la actuación de la esposa de un Presidente debe o no ceñirse al marco jurídico que impera en el país? Hasta donde se sabe no hay en la legislación actual ninguna disposición que permita suponer que tiene atribuciones que le permitan incursionar legítimamente en asuntos de Gobierno. En fin, esto de la Guía para Padres es una cuestión que, por más que se niegue, tiene un fuerte tufo político. Tanto los que lo pensaron, como los que ahora lo cuestionan, su auténtica pretensión es irrumpir en el proceso electoral que tendrá lugar este año. Es indudable que los partidos de oposición quieren aprovechar la coyuntura para arrojar piedras al tejado del Ejecutivo federal, sin que en verdad les quite el sueño la alianza forjada por las aguerridas señoras. En unos días o a lo más unas cuantas semanas, se olvidará esta trama como si nada hubiera pasado y surgirá un nuevo tema con o más virulencia que el actual; mientras, Elba Esther será postulada candidata y Marta de Fox recibirá, en la primera oportunidad, un espaldarazo de su distraído marido.