México en su conjunto es un país que tiene mucho de que enorgullecerse históricamente hablando y más específicamente por las bellezas arquitectónicas que nuestros antepasados nos han legado y que en diferentes entidades federativas como Guanajuato, Zacatecas, Puebla, Yucatán, Oaxaca, la misma capital del país y en muchos lugares más, son parte de la identidad y representan una riqueza invaluable.
Administraciones federales, estatales y municipales de cada una de esas áreas en donde se tienen joyas arquitectónicas, se han dado a la tarea de preservar el patrimonio y a través de diferentes organismos gubernamentales, sociales y de las llamadas Organizaciones No Gubernamentales (ONG´s), se han levantado censos de esas construcciones, se cuenta con catálogos en los que se da cuenta tanto de las características de cada construcción como del material con que fueron construidas, el estilo de construcción y los detalles que las hacen trascender en la historia.
Hay construcciones a todo lo largo y ancho del territorio nacional que por sí mismas son verdaderas joyas; en ellas destacan materiales traídos de lejanas tierras para edificarlas o por el contrario, materiales propios de cada región y en donde las manos de los artesanos mexicanos han sido el factor determinante para que aquellos que fueron palacios municipales, grandes haciendas, iglesias, puentes y hasta panteones, ahora se consideren obras de arte de la arquitectura.
Otras construcciones, por el contrario, sin contar con los grandes diseños, los materiales exóticos o el labrado en cantera o madera a mano que los haga sobresalir, fueron sede de acontecimientos que marcaron un parteaguas en la historia.
Ya sea porque en ellos se desarrollaron acontecimientos que marcaron el rumbo de cada una de las ciudades, porque se definieron acontecimientos trascendentes o porque en ellos nacieron o vivieron personajes que a la postre fueron pilares de nuestra historia local, regional o nacional.
Sin embargo, al analizar el contexto local en materia de edificios históricos y con valor arquitectónico, cualquiera que haya nacido en La Laguna sabe que nuestra ciudad es relativamente joven, (aún no cumple los cien años) y por ende las bellezas y los valores que en ese aspecto pueda tener son pocos y por ello debemos estar conscientes de la importancia que revisten y cuidarlos.
En la labor de conservación, sin lugar a dudas son las autoridades las que deben marcar la pauta; y el primer paso para ello es definir cuáles son las construcciones que tienen merecimiento para ser consideradas como sujetas a una protección especial como se hace en otros lares de nuestro país.
En teoría, eso debería ser, sin embargo, en la realidad nos hemos encontrado con que alguien, aparentemente avalado por las autoridades del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), elaboró una obra en la que se resumen una serie de construcciones que se encuentran en diferentes puntos de la ciudad y las cuales deben conservarse por su valor arquitectónico e histórico, pero no hay los justificantes ni arquitectónicos ni históricos que les den merecimientos para estar en el catálogo correspondiente.
Sin duda que habrá edificios como el Casino de la Laguna, el Edificio Arocena, el edificio del Banco de México, la Casa Mudejar, el edificio del Hotel Francia y muchos otros que deben ser rehabilitados y conservados como parte del patrimonio de nuestra ciudad, pero hay otras construcciones que definitivamente no hay explicación posible para que hayan sido incluidos en el multicitado catálogo.
Hay dos ejemplos que de por sí no dejan mentir, uno de ellos se encuentra en la esquina de Matamoros y Rodríguez, en donde funcionó durante muchos años un restaurante de comida española y que en la actualidad se encuentra convertido en ruinas donde se refugian vagos y malvivientes, además de que ha sido convertido en un muladar que es foco de infección en pleno primer cuadro de la ciudad.
Esa construcción, no ha sido remodelada ni derruida porque su propietario se encuentra impedido por las autoridades municipales para ello, bajo el argumento de que es una construcción con valor histórico y arquitectónico.
Otro caso similar se tiene en la esquina de Juárez e Ildefonso Fuentes, en donde una vieja construcción poco a poco se deteriora; se encuentra llena de mensajes de graffiteros, sus puertas y paredes en malas condiciones y con total inseguridad. Tampoco se le puede remodelar o derrumbar por el “valor histórico” que representa.
El caso es que las autoridades municipales, con razón o sin ella, han impedido que esas vetustas construcciones dejen de causar mala imagen a nuestra ciudad al ordenar su permanencia en el estado que guardan en la actualidad.
Si en verdad tienen valor arquitectónico o histórico, lo menos que pueden hacer es dar a conocer en qué basan esas afirmaciones y en su caso intervenir para su rescate, aportando por lo menos parte de los recursos para que esas construcciones dejen de ser las “tapias” de la vergüenza en que ahora se encuentran convertidas para desgracia de esta ciudad.
Autoridades que quieren preservar los legados históricos y arquitectónicos de sus ciudades, se preocupan por ellas, las protegen, las cuidan y les dan mantenimiento. Por lo visto en Torreón no es mucha importancia la que se le da a este aspecto.