México, (EFE).- Los mexicanos se vuelcan estos días en un consumo desenfrenado para preparar la Navidad, una fiesta caracterizada por el intercambio de regalos, las tradicionales "posadas" y la angustiosa "cuesta de enero".
La primera noticia que se tiene de la celebración de la Navidad en la Nueva España -nombre del virreinato español de México- data de 1523, cuando fray Toribio de Benavente relató que la noche de Navidad la gente puso "muchas lumbres en los patios de las iglesias y los terrenos de sus casas".
Pero en estos días, la desaceleración económica y el aumento del desempleo acompañan a los millones de mexicanos que salen a las calles, aguinaldo en mano, para las compras navideñas.
El abarrotamiento de centros comerciales para las compras navideñas coincide con la celebración de las tradicionales "posadas" que comienzan hoy y duran nueve días.
Estos festejos representan la petición de abrigo que la Virgen María y San José hicieron a la espera de la llegada del niño Jesús y fueron traídos en el siglo XVI por los frailes evangelizadores procedentes de España.
En los barrios populares de Ciudad de México los participantes en estos festejos recorren la calle con velas prendidas, mientras pasean la imagen de la Virgen y San José, hasta que llegan a una casa donde mediante el canto de villancicos solicitan posada.
Al tercer intento se abren las puertas y los participantes en este peculiar procesión acceden a la vivienda donde se organiza el festejo, en el que niños y adultos rompen una olla de barro revestida de papel, con dulces en su interior.
La rotura de la piñata, que tiene su origen en la fiesta de la vendimia en Italia, simboliza la lucha entre el bien y el mal, que termina con el premio de los dones que caen del cielo.
Después son obsequiados con comida y el tradicional ponche, hecho a base de guayaba, tejocote (fruto parecido a la ciruela, de color amarillo, de una planta rosácea), caña, manzana y ciruela pasa.
En estos festejos los niños reciben una bolsa de dulces o "aguinaldo", como se denomina a la paga extraordinaria de diciembre, que los mexicanos destinan mayoritariamente a cubrir los gastos navideños.
En México, el intercambio de regalos entre amigos, compañeros de trabajo y familiares es común. Se trata de una costumbre antigua, cuando los indígenas repartían fruta durante las procesiones religiosas
Otra de las tradiciones navideñas mexicanas es la "pastorela", una representación teatral denominada así porque sus protagonistas son pastores.
Según algunos historiadores mexicanos, las "pastorelas" datan de 1524, cuando fray Pedro de Gante pidió a los poetas sobrevivientes de la corte del emperador azteca Moctezuma que escribieran un himno en náhuatl para honrar a la Virgen.
El adorno navideño más representativo es el Nacimiento o Belén, que representa un altar con las figuras de la Virgen María, San José, los reyes Melchor, Gaspar y Baltasar, los ángeles y los pastores.
Junto con esta tradición, que se remonta a 1123, cuando San Francisco de Asís reprodujo la llegada de Jesús al mundo, en algunas casas también se instalan pinos de Navidad, adornados con bolas de colores y escarcha artificial.
El pavo, el bacalao, las pastas, el cuete de carne (carne mechada), los tamales, las castañas, los mazapanes y los turrones son algunos de los alimentos que degustan los mexicanos cuando se reúnen en la mesa en Nochebuena y el día de Navidad.
Ambos festejos se celebran normalmente en familia, pero para festejar el Año Nuevo muchos prefieren los restaurantes, salas de fiesta y discotecas.
El 6 de enero, los niños reciben regalos y todos comen en familia la rosca del Día de Reyes. Según la tradición, quien encuentra una figura oculta en su interior invita a comer tamales el 2 de febrero, Día de la Candelaria.
Y tras las fiestas puede ocurrir que el exceso de gasto obligue a acudir al Monte de Piedad para empeñar algunas pertenencias que permitan hacer frente a la temida "cuesta de enero".