Reportajes

La Navidad no es igual para todos

CRISTAL BARRIENTOS TORRES, CECILIA AGUILAR

EL SIGLO DE TORREÓN

En los centros departamentales se vive un mundo aparte

TORREÓN, COAH.- El precio en las etiquetas es lo de menos. Las tarjetas de crédito se deslizan una y otra vez por las máquinas. Las Nochebuenas, las luces y la música navideña de los centros comerciales, pasan desapercibidas. La atención está en los juguetes más novedosos, en la ropa de moda o en los aparatos electrónicos.

Y es que por tres mil 969 pesos los padres de familia pueden comprar a sus hijos el vehículo de Pawer Wheels, con la cabina más grande y llantas resistentes para terrenos escabrosos, tiene radio de juguete y almacenaje trasero. La Chevy Silverado cuesta cuatro mil 579 pesos.

O por tres mil 539 pesos los pequeños después de Navidad podrán pasear en la motocicleta de Spiderman. Los protagonistas de la última película de Barbie y sus amigos, serán la diversión por 258 pesos o 329 pesos, dependiendo del centro comercial o tienda de autoservicio.

Si lo que quiere es una amiga inseparable para su hija, que pueda llevarla de la mano y divertirse vistiéndola al último grito de la moda, compre la muñeca Bárbara sólo por 729 pesos. Si la adquiere con tiempo, habrá un descuento por 230 pesos.

También se pueden divertir cantando y bailando con sus amigos con Koraoke de Barbie de Mattel, pues contiene dos micrófonos y un cassette virgen para que los niños graben su voz por 796 pesos.

Pero no sólo los niños recibirán regalos costosos esta temporada. Para el novio, el hermano o la amiga, hay prendas de vestir por más de dos mil pesos. Todo depende del diseñador.

Oler bien cuesta desde 900 pesos hasta dos mil pesos. Es que algunos prefieren los aromas suaves, deportivos o dulces. En el mundo de la tecnología una computadora portátil con Windows XP profesional por 21 mil 499, será un buen regalo.

Y si de comer bien se trata para este 24 de diciembre por mil 300 pesos puede cenar un pavo de ocho kilogramos para 20 personas aproximadamente. Incluye un litro de gravy, dos kilos de relleno fino con pasas, almendras, nuez, entre otros ingredientes.

Cenar una pierna de cerdo tiene un costo de mil 200 pesos. Incluye un litro de gravy de champiño-nes, dos kilos de espagueti, dos kilos de puré de papa a la mantequilla y bollitos de ajonjolí.

Si desea alejarse del ajetreo típico de la temporada en esta ciudad, existen paquetes desde ocho mil 500 pesos a destinos como Puerto Vallarta. La oferta es atractiva: hospedaje de cinco estrellas, la mejor playa y ubicación, habitación con balcón privado y comidas.

Si el presupuesto no alcanza para viajar en avión, también se puede hacerlo por tierra por precios desde dos mil 700 pesos que incluyen paseos en autobús.

Los extremos de la Navidad

En opinión de Roberto López Franco, psicólogo y director de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma de Coahuila (AU de C), para algunos la Navidad representa una época de felicidad, amor y prosperidad, pero para otros es melancolía, tristeza y frustración.

“Es tiempo de desear éxito para el siguiente período, pero también es darse cuenta que no hay prosperidad en el país y que los padres de familia no pueden comprar un regalo para sus hijos o seres queridos”.

La Navidad se convierte en una época con dos extremos: uno donde se supone que todos deben ser muy felices y comprar muchos regalos, pero también de tristeza y carencias porque las personas se dan cuenta que no pueden obsequiar cosas a la gente que los rodea.

A decir de López Franco no es bueno para los niños recibir regalos costosos porque es más importante la intención afectiva con que se obsequien.

“De nada sirve que des algo costoso si no va acompañado de la intención de demostrarle a los niños lo mucho que los quieres, lo mucho que deseas que sean felices con ese regalo y no por el costo sino por la utilidad que puede tener para ellos”.

Los niños que no reciben nada en Navidad a consecuencia de la difícil situación económica comien-zan a manifestar sentimientos de frustración y melancolía.

“La televisión les dice que deben recibir regalos, incluso promueve que hay una serie de institucio-nes de beneficencia que regalan artículos para los niños pobres, pero lo cierto es que no hay asociación que alcance para dar a tantos menores y en consecuencia siempre hay una cantidad considerable que no recibe nada”.

En esta temporada la Iglesia exaltan los valores del perdón, amor y felicidad, pero según Roberto López Franco, más allá de esas creencias religiosas y por la realidad virtual que vende la televisión sobre esta época, existe un entorno muy objetivo.

Está, dice, la realidad social que desgraciadamente ni la televisión ni el espíritu religioso pueden cambiar. “Yo me pregunto en esta temporada qué sentimiento de felicidad podemos tener los mexicanos y los laguneros en particular ante una crisis económica como la que estamos viviendo, ante la falta de empleo en la Comarca Lagunera en donde hay miles de personas no podrán tener una Navidad cómoda”.

En consecuencia la realidad social va a detonar en conflictos que se manifiestan con la ingesta de bebidas alcohólicas, con las riñas en los bailes, las posadas y todo tipo de celebraciones relacionadas con el 24 y 31 de diciembre.

Un mundo aparte

Los centros comerciales como Galerías y Plaza Cuatro Caminos, están diseñados para una clase socioeconómica poderosa, con recursos para comprar cualquier cosa sin importar el precio marcado en las etiquetas.

“Pero también es una burbuja dentro de esta realidad social que tiene focalizados sus intereses precisamente en la gente que tiene ese poder económico porque difícilmente se verá ahí a una mujer humilde comprando una playera para su hija, a esa mujer humilde la vamos a ver en la Alianza”.

Los malls, dice, están ubicados y diseñados estratégicamente para que la gente que tiene el poder económico pueda llegar sin ningún problema, estacionarse donde quiera y comprar todo lo que desee sin fijarse en el precio.

“Esa gente lo único que está haciendo es responder a su situación de clase y de economía. No se puede decir que es un mundo frívolo. Creo que quienes estamos inversos en esta cuestión de la reflexión intelectual, la preocupación va por ese lado, de que de pronto sabemos que a la mayoría de esa gente la ven como personas frívolas que no se preocupan por su entorno”.

Y añade: “pero como académico no puedo pensar en que sean nada más personas frívolas, sólo están respondiendo a una situación de clase muy específica: el poder que da finalmente el tener dinero para comprar lo que ellos decidan comprar”.

Tiempo de esperanza, amor y de estar en familia. Tiempo de gastar aguinaldos, sueldos y ahorros en los obsequios más caros. Y es que cuando hay una tarjeta de crédito de por medio, poco parecen importar consejos como: “regale afecto, no lo compre”.

La nostalgia y los excesos de la Navidad

La época navideña también es para recordar a los seres queridos que ya fallecieron. Según Roberto López Franco, afortunadamente la Iglesia Católica y otras religiones, saben cómo integrar el tema de la muerte en esta temporada.

“Eso es un tema bonito en la familia mexicana porque si bien es cierto que es un momento de perdón y felicidad, también es un momento de recuerdo, de unión familiar y obviamente está toda la parte religiosa que nos hace aceptar, que es la palabra que mejor podríamos utilizar, la muerte de los seres queridos”.

Hay tristeza pero también alegría porque la Iglesia Católica lo ofrece. “Es decir, vas a estar triste pero debes alegrarte porque la persona que ya falleció está en el paraíso y eso funciona muy bien al interior de la familia”.

Por otra parte el psicólogo explica que los excesos comunes de esta temporada como la ingesta de bebidas embriagantes se deben al relajamiento en los diferentes sectores de la sociedad.

Las fiestas mexicanas siempre giran alrededor del alcohol de tal forma que no hay celebración sin vino o cerveza. “Las bebidas juegan un papel dentro del ritual de la familia, pero sabemos que pueden ocasionar excesos en los comportamientos de las personas”.

En consecuencia donde hay fiestas y alcohol sin duda habrá conflictos relacionados con la tristeza, la frustración o los enojos que quedan guardados y al ser liberados psicológicamente con el alcohol se despliegan al interior de la familia ocasionando violencia física o verbal, según explica López Franco.

POR 600 PESOS A LA SEMANA DEBE ALCANZAR PATA TODO

TORREÓN, COAH.- La principal preocupación de Raquel Martínez para este fin de año es: ¿qué situaciones enfrentará en el 2004, cuando su esposo está enfermo, sin trabajo y con la responsabilidad de una familia?

Con una diabetes que está haciendo estragos en su salud, Raquel a sus 44 años, enfrenta momentos difíciles. De sus cuatro hijos, el mayor es el que mantiene a toda la familia. Él gana 600 pesos a la semana y con eso tiene que alcanzar para pagar agua, luz, escuela para el más pequeño, medicina para su esposo y alimentos.

Las jovencitas de 16 y 15 años no estudian y tampoco trabajan porque por su edad, no son contratables. Las presentes fechas decembrinas para la familia de Raquel como para otras tantas, distan mucho del concepto de consumo que se ha vuelto un hábito en estos días por la simple razón de que los recursos que llegan a sus hogares son muy limitados, apenas alcanzan para comer.

“Para mal comer”, platica Raquel. Quien dice que desde hace tiempo su familia lleva una dieta magra, sólo frijolitos, tortillas y el chilorio como complemento. Para hacer rendir su dinero, acude ocasionalmente los fines de semana al tianguis conocido como El Parralito, donde paulatinamente abastece de ropa a su familia.

Es invierno y sus hijas necesitan chamarras y suéteres. Ahí una buena chaqueta la encuentra hasta en 300 pesos, porque son de marca, pero explica que también hay de 70, 90 y hasta 120 pesos. Ella solamente cuenta con 100 pesos para esa compra.

El dilema de Raquel es que tiene que adquirir una sola prenda y hablar con sus hijas para que entiendan que el siguiente fin de semana le toca a la otra. Raquel se lamenta porque de un tiempo para acá, su situación económica es muy limitada.

La Navidad no la ilusiona, más bien la entristece. La gente a su alrededor habla de cena, regalos, preparativos para festejar el Nacimiento de Jesús y el fin de año, cuando ella solamente tiene energía para pensar en librar el momento.

Dada la situación, no habrá cena de Navidad y ni regalos, “ni para dar y ni para recibir, lo único que nos queda es pedirle a Dios que mi marido recupere su salud y que las enfermedades no lleguen...”.

Sociedad consumista

En una sociedad consumista los medios de producción y de comercialización están orientados para satisfacer necesidades diversas en muchos casos superficiales y superfluos. Compartir abrazos, historias, tiempo, cercanía, cariño verdadero, sin dejarse arrollar por la propaganda ni rendirse a la poderosa tentación del consumismo, es casi imposible.

El sentido comercial de la Navidad envuelve a ricos y pobres. Para estos últimos se restringe a adquisiciones limitadas en lugares específicos. Los tianguis son para muchos la salida al problema, según lo afirma Dulce María Pérez, quien junto con su esposo, Luis Villa Solís, de oficio tapicero, hace un mes pusieron un puesto de gorditas en la esquina de avenida Victoria y 20 de Noviembre.

Luis comenta que el oficio de tapicero hace cinco años sí dejaba, ahora no hay clientes porque la gente lo que desea es comer y se olvida de arreglar sus muebles. Pero como tiene que mantener a su esposa y dos niños, tuvo que decidirse por instalar un “changarro”.

Dulce María comenta que el arribo de la temporada navideña los puso de nervios y hasta no podía conciliar el sueño. Al no haber trabajo, significa que no tendrían dinero. “Aunque seguimos sin tener recursos, al menos tuvimos para comprar en el tianguis de La Rosita, algunos cambios de ropa para todos”.

Explica que las prendas de segunda mano las combina con ropa nueva que saca a crédito con una señora. Ya tienen el atuendo navideño, pero dice que no tuvo para regalos. Añade que antes cuando trabajaba, tenía para comprar detallitos para sus hermanos, papás, suegros, amigas, compadres, los ahijados, abuelos y cuñados, pero ahora ni esperanzas de eso.

La cena se limitará a unos tamalitos, que harán en la familia de su esposo, donde todos los que la integran se cooperaron. “Nosotros pensamos que es más barato el menudo, pero todos dicen que mejor los tamales... lo que sea es bueno mientras se trate de compartir”.

Su niña tiene seis meses, así que ella aún no pide juguetes, en cambio su hijo de cuatro años sí. Quería un tren eléctrico, pero al buscarlo en los principales centros comerciales se desanimaron: “Estaba arriba de 500 pesos, por lo que mejor decidimos apartar una patrulla que nos costó 130 pesos”, dice mientras atiende a su clientela.

Un pino de Navidad

Para uno de los hijos de Amalia Hernández, un pinito de Navidad era toda su ilusión. Años anteriores no pudieron comprar uno, dado que no le llegaban al precio. Ahora el mayor de la familia –tiene 20 años- quien trabaja en una maquiladora en la zona industrial, pudo comprarlo a principios de este mes. Costó 299 pesos.

Amalia junto con dos de sus hijos, busca ropa en El Parralito. Mientras recorre los puestos, comenta que con su sueldo como ayudante de cocina en un restaurante ubicado en el bulevar Miguel Alemán, no le alcanza para comprar ropa para todos, mucho menos regalos.

Su esposo no trabaja y con el sueldo mínimo del hijo mayor y el suyo, salen avantes. Tiene un hermano en los Estados Unidos que antes le mandaba una “ayudita”, que cesó hace dos años cuando se casó.

Por fin, escoge dos pantalones de mezclilla a 60 pesos cada uno para los hombres de 12 y 14 años. Tres suéteres de 40 pesos para los de 16, 17 y 18 años así como un saco para ella de 70 pesos.

Casi 400 pesos se gastó y al hacer la cuenta exclama “¡Ya me desfalqué!”, dice Amalia, quien justifica la compra, pues en una tienda del centro el total de su compra se hubiera triplificado.

Vive en la colonia Francisco Villa, que está ubicada rumbo al Centro de Readaptación Social, (Cereso). Solamente tiene un cuarto construido de material, otro es de cartón. Piensa que de tener dinero, no lo gastaría en la cena de Navidad, mejor en comprar varilla y cemento para otra habitación.

En esta ocasión, celebrarán el nacimiento del Niño Jesús con atole y buñuelos, “y no más”, asegura.

Se la pasará en seco

Socorro Ávila de 64 años y su familia, se la “pasarán en seco esta Navidad”. Para ellos no habrá cena ni regalos. La situación que enfrentan es de suma pobreza.

Con un solo pulmón, Socorro vive. Le fue extirpado hace años porque el humo del cigarro hizo estragos en ese órgano. Pero pese al peligro de perder el otro, aún fuma.

Con una respiración entrecortada, que en ocasiones Socorro detiene para poder inhalar aire, plática que no pude abandonar el cigarro y que es algo que había prometido dejar. Dice que su hija le pidió que eso les diera a todos como regalo de Navidad.

“Ella me dice, mamá, no te pido nada, mas que dejes ese vicio, danos este gusto...”, pero Socorro platica que no puede, que cuando lo ha intentado se siente desesperada y que termina fumando.

“No tengo para una cajetilla, pero sí para comprar uno que otro cigarro y es así como calmo esta ansiedad”, añade la mujer de cuerpo sumamente delgado, ojos profundos y penetrantes surcos marcados en su rostro.

San Juana es el nombre de su hija mayor, quien muy joven se casó y ahora tiene cuatro hijos. La más grande tiene 17 años, uno 15 y los otros dos, de diez y 11 años. Estos últimos son los que aún piden su Navidad, pero al igual que sus hermanos -cuando estaban chicos-, se tienen que conformar con lo que la gente les dé o con juguetitos que se encuentran tirados en la calle, “ahí andan pepenando en las esquinas para ver que encuentran”.

Socorro y su familia viven en la colonia Rosales entre Leandro Valle y calle Tercera en Gómez Palacio. En una casa rentada y muy pequeña viven todos.

Se mantienen con los recursos que aporta el esposo de San Juana, quien es cargador y por eso frecuentemente sale fuera de la ciudad. “Al pobre apenas le alcanza para pagar la renta, luz, agua y comida, pero lamentablemente nunca ha podido darle regalos a sus hijos como sé que le gustaría, no porque no quiera, sino porque no puede con tanta responsabilidad”.

Para ellos, desde hace tiempo la Navidad es un día normal, “algo que solamente viven los ricos”. Asegura que los niños han tenido que entenderlo y por eso, Socorro cree que sus nietos no sufren.

“No puedes extrañar algo que no has tenido nunca. Sí podemos soñar en tener algo algún día, pero como no es bueno vivir de ilusiones, es mejor no hacer castillos en el aire que luego se derrumban”, añade y comenta que la Navidad se la pasarán en “seco”, como así ha sido siempre.

El ponche soñado

Felipa Castro esperaba que este año sí tendría para hacer un rico ponche. Pero platica que año con año pasa algo y se queda sin dinero para comprar los ingredientes.

Relata que de la Navidad, es la bebida lo que más le encanta. Recuerda que por primera vez la tomó en la escuela donde va uno de sus hijos, en una posadita. Fue cuando pudo conseguir la receta, pero pese a que previamente empieza ahorrar para adquirir lo necesario, no ha tenido éxito.

“Este año pensaba hacer mi buena olla de ponche, ya tenía dinero para eso, pero resulta que vino muy alto el recibo de la luz y tomé algo para completar, más tarde lo repuse, pero luego pasó que una alcantarilla se me tapó y tuve que pagar para que me arreglaran el desperfecto y ahí se me fueron los 300 pesos que tenía destinado para eso, así que este año, tampoco habrá ponche”.

Felipa tiene dos jovencitos que van a secundaria. De lo que deja una vendimia de dulces que tiene en su casa, ayuda a su esposo que es velador de una fábrica.

“Voy a preparar un pozolito, porque como tuvimos que comprarle zapatos a los niños, nos quedamos fritos, por eso mi esposo me dice, comemos maicitos o sólo bebemos tu ponchecito, así que no me dejó otra opción... tampoco habrá ponche este año”, comenta afligida.

Los juguetes de moda son algunos de los obsequios que los niños quieren esta Navidad.

Automóvil Spiderman tres mil 029 pesos

Fire Rock Jeep Wrangler tres mil 780 pesos

Motocicleta Spiderman tres mil 539 pesos

Jeep Wrangler cuatro mil 149 pesos

Barbie Sport Jeep Mattel dos mil 509

Muñeca Bibí Microondas 359 pesos

Karaoke de Barbie de Mattel 796 pesos

Caja Registradora 786 pesos

FUENTE: Investigación El Siglo de Torreón

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