Las palabras Belén y diciembre son casi indisociables: desde niños atribuimos un aura de misterio al nombre de esa ciudad de Oriente Medio. Las fiestas nos conservan la esperanza intacta mientras el año agoniza, y no es extraño que en esas fechas seamos testigos de hechos imposibles. Son días de excepción: prueba de ello es que las tropas israelíes ?imperturbables en otras épocas? se replegaron de la ciudad el 23 de diciembre en señal de respeto a las fiestas navideñas. Ese mismo día, niños exploradores de Austria llegaron para llevarse el fuego de Belén y repartirlo en toda Europa. Un tercer hecho marcó esa fecha con la cicatriz de lo extraño: por la mañana, un objeto en llamas rasgó el cielo, sembrando dudas indelebles en los que pudieron verlo.
El video que quedó como testigo del suceso apenas rebasa los seis minutos y está formado por dos partes: la primera, lograda poco después de las siete de la mañana, muestra un objeto luminoso en un cielo grisáceo que apenas despierta. A simple vista aparenta ser un cuerpo de tamaño considerable, formado tal vez por material en combustión. El objeto deja tras de sí una pequeña estela de humo o vapor, con una inclinación que parece variar: de un ángulo inicial de cuarenta y cinco grados, que llega a ser casi vertical unos minutos más tarde.
Poco después, el camarógrafo abre la toma para mostrar un elemento del entorno que nos permite una ubicación más precisa: una estructura metálica sujeta por cables se yergue cerca del lugar de la grabación. Tal vez sea una antena de telecomunicaciones. La referencia es importante porque permite a los espectadores apreciar un avance lento pero constante, que al movimiento descendente sugerido por la cauda agrega otro horizontal.
Aún más cerca de la cámara se encuentra una construcción, quizá un puente. En el horizonte una sombra recorta el cielo del amanecer: una meseta, es decir un montículo con la parte superior plana. A los cuatro minutos de tomas continuas, el video se corta abruptamente y después presenta al objeto casi al nivel del montículo: en un instante el cuerpo encendido desaparece tras la sombra y deja sólo la estela de vapor que se ha ensanchado considerablemente.
Un análisis de fotografías del mismo objeto, obtenidas por Arturo Robles Gil, muestran una característica inapreciable en la cinta: tanto el cuerpo del objeto como la estela que despide son dobles, paralelos.
La segunda parte de la grabación bien pudiera haberse obtenido unos minutos más tarde: muestra en el cielo, aún invadido por los tonos parduscos de la mañana, un nuevo punto luminoso mucho más pequeño ?o en todo caso más lejano? que el anterior: parece ser un objeto esférico de un material que refleja la luz. La dificultad para enfocar este nuevo elemento es evidente.
Otra vez una apertura de la toma nos permite deducir que el objeto, aparentemente estático, en realidad se mueve: en esta ocasión el desplazamiento es horizontal y el punto brillante desaparece tras un edificio del que sólo se observa el contorno sombrío.
Los ruidos de motores ?vehículos que pasan?, nos dan la idea de un entorno urbano, que se confirma cuando la cámara capta una chimenea que expide humo oscuro a una velocidad regular. Al final del movimiento, la cámara enfoca una montaña revestida de nubes, pero con la cima despejada.
Aventurar explicaciones es fácil, comprobarlas no lo es tanto. Quedan evidencias de un fenómeno fugaz que seguirá espinando la curiosidad de los observadores del cielo.
ANTECEDENTE DEVASTADOR
El 30 de junio de 1908 a las siete de la mañana se observó un objeto muy brillante caer en el horizonte en la región de Tunguska, Siberia:
*Se trataba de un meteorito de 110 metros de diámetro.
*Se escuchó una explosión cuyo eco fue audible a 1,000 kilómetros de distancia.
*Se detectó un sismo con epicentro en Siberia central.
*Gran parte de los bosques de la región fueron afectados: 60millones de árboles fueron abatidos.
FUENTE: Agencias