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La paz preventiva/Plaza Pública

Miguel Ángel Granados Chapa

Mañana sábado partirá a las cuatro de la tarde una marcha del monumento a la Revolución, con destino en la Plaza de la Constitución. La convocatoria se originó en el Senado de la República, algunos de cuyos más activos miembros, afiliados a todos los partidos con representación en esa cámara, formularon un llamamiento que cundió con rapidez. Se trata de una acción por la paz. No es ni con mucho la primera expresión pacifista en nuestro país. Desde antes que se iniciara el ataque armado contra Iraq —que no era sólo contra Saddam Hussein—, no han cesado las manifestaciones con ese propósito. La de mañana se propone subrayar el pedido enarbolado en las marchas anteriores. Y se espera que sea más numerosa, pues a la convocatoria se sumaron partidos políticos, agrupaciones sociales y un vasto elenco de personas con presencia en la vida pública mexicana.

El llamamiento se titula “Alto a la guerra”. Invita a participar en la Jornada mundial y nacional de acción por la paz. He aquí su texto: “El mundo está horrorizado frente al crimen que se está cometiendo con el pueblo de Iraq. Por encima de la legalidad internacional y en contra de la opinión predominante en el planeta.

El gobierno de Estados Unidos con el apoyo del Reino Unido, está librando una guerra desigual, alevosa y abusiva, que implica un sufrimiento inusitado e injustificable para decenas de miles de niños, mujeres y hombres. “La guerra ha sido desatada con el pretexto de reivindicar los derechos de esos niños, mujeres y hombres. Pero lejos de resultar beneficiados con la intervención militar, a los padecimientos que han sufrido bajo un gobierno antidemocrático, añaden la devastación y la muerte causadas por los bombardeos y la violencia del ejército de ocupación. “Los mexicanos, histórica y convencidamente comprometidos con la paz, estamos contra esta guerra porque reconocemos en ella un descomunal atentado contra un pueblo débil y porque representa un gravísimo peligro para la estabilidad global. La economía del mundo quedará afectada con la prolongación del conflicto. El imperio de la ley para resolver diferendos entre los países quedará severamente maltratado con el fortalecimiento de una hegemonía que crece en el crimen y la intimidación contra el resto de la comunidad internacional. “Ningún país tiene derecho a imponer sus intereses sobre otros. Es urgente que la ONU recupere todo el peso político capaz de lograr la terminación del conflicto.

“Las imágenes de civiles asesinados e irreparablemente heridos que todos hemos visto en estos días, son testimonio de uno de los episodios más afrentosos que se hayan cometido contra la humanidad en los tiempos recientes. No podemos, no queremos ser indiferentes al dolor que esta guerra le causa al pueblo iraquí y al mundo entero. “En este contexto, los que suscribimos este documento hacemos un llamado a tod@s l@s mexican@s para que nos movilicemos y hagamos a un lado nuestras diferencias, las que sean, y hagamos un solo frente en contra de la guerra. Convocamos a esta sociedad a estar en sintonía con el resto del plantea y a hermanarnos con la Jornada Mundial Alto a la Guerra, y para que se exprese en una manifestación ciudadana por la paz y por la justicia...”.

Se dirá que, dado el giro reciente de la actividad militar, la virtual caída del régimen de Saddam Hussein la movilización prevista para mañana carece ya de sentido, se ha quedado sin materia. Naturalmente que no es así. No sólo porque la invasión no ha terminado, ni tampoco los enfrentamientos a que ha dado lugar, sino porque están en curso algunos de los efectos perniciosos del ataque y la situación que ha generado: las grandes ciudades iraquíes han quedado sin ley, y el pillaje es la conducta más frecuente, mucho más por ahora que la resistencia que no es descartable. Todavía muchas personas morirán, de uno y otro lado (pues no podemos desentendernos tampoco del dolor que padecen los deudos de las víctimas no iraquíes, pertenecientes a los ejércitos agresores, o a los medios de comunicación y organismos altruistas como la Cruz Roja Internacional. Ninguna de esas muertes debió ocurrir. Todas son lamentables).

Pero más allá de los acontecimientos bélicos en curso o por venir. Más allá incluso que la ocupación militar, que echando la historia varios siglos atrás se proponen realizar las fuerzas invasoras, está vigente la necesidad de trabajar por la paz (y la asistencia a la marcha de mañana es una de las formas de acción civil a nuestro alcance) pues el caso de Iraq es el primero de una serie prevista por el gobierno de Estados Unidos, que debe ser interrumpida por la fuerza de las sociedades, de las naciones, de la gente.

Los halcones norteamericanos, el secretario de Defensa Donald Rumsfeld entre ellos, ha insistido en señalar a la próxima víctima, el gobierno de Siria. Como el de Bagdad, como casi todos los regímenes árabes, el de Damasco no puede ser defendido por la crueldad de su modo de imperar sobre su pueblo. Pero con el ataque militar contra su suelo no se propiciará su conversión a la democracia. Washington ha identificado un eje del mal cuyos integrantes están en una ominosa lista de espera.

Siria parece ser el próximo blanco. Lo será después Irán, si no es que Corea del Norte, con el mismo derecho invocado por Estados Unidos —es decir, sin ningún derecho— lanza su propio ataque preventivo.

Contra la guerra, la de Iraq, las que sean promovidas por el unilateralismo, debe organizarse la paz preventiva.

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