Durango

La Ponderosa, a 2 años de la invasión

A casi 2 años de la invasión de La Ponderosa, un predio de 7 hectáreas propiedad de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, las 150 familias que han instalado sus jacales viven en la incertidumbre de un desalojo, padecen la pobreza y carecen de los servicios de drenaje, agua potable domiciliaria, permanecen “colgados” con diablitos de la energía eléctrica y tienen que pagar en comunidad 2 mil pesos semanales por el abasto de agua por pipas facilitadas por el Sideapa.

Pero también han alcanzado logros: según sus dirigentes, las pláticas a nivel central con las autoridades de CABIN – Comisión de Avalúos y Bienes Nacionales- “van por buen camino”, además de que la Secretaría de la Defensa Nacional les instaló dos tanques con capacidad de 5 mil litros para el abasto comunitario de agua potable y tienen su capilla denominada “San Juan Dieguito”.

El perfil de los habitantes de este asentamiento irregular, localizado a 10 minutos del centro de la ciudad, está conformado en su mayoría por parejas jóvenes, obreros y migrantes de las zonas rurales e indígenas, que llegaron a la ciudad para buscar trabajo.

El 9 de agosto se consumó la invasión de este predio que antiguamente era un poderoso aserradero de la localidad, y que estaba en calidad de confiscado por las autoridades hacendarias. Actualmente los paracaidistas llevan un año 10 meses posesionados del terreno y sólo esperan la autorización de un proceso de compra-venta a precios “accesibles”.

El coordinador de la colonia La Ponderosa, Martín Camacho Espinosa, destacó que en general este predio está dividido en 230 lotes, de los cuales 150 ya han sido ocupados para viviendas, mientras que los 80 restantes están diseñados para ser aprovechados como espacios comerciales, sobre la franja que da a la carretera Parral.

Cada terreno ha significado un enganche de 2 mil pesos; sin embargo, el costo definitivo será determinado tras las negociaciones sostenidas con las autoridades de CABIN y las autoridades hacendarias, explicó.

Actualmente, las cosas se han modificado aunque persisten los problemas de falta de drenaje; la gente hace sus necesidades en letrinas; el agua para tomar tiene que ser traída de los tanques que instaló el Ejército y el agua para los quehaceres se obtiene de las pipas, comentó Camacho Espinosa.

“Ya nadie nos moverá, pero persiste la incertidumbre de un posible desalojo u otro problema de este tipo”, agregó el coordinador de la colonia, durante una entrevista con este matutino.

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