Este viernes siete de noviembre fue dada a conocer al público la iniciativa de reforma fiscal presentada por el gobierno federal al Congreso de la Unión. En ella se observan algunos puntos que son de capital importancia, tanto para entender el verdadero carácter de clase de la misma, como para reafirmar cómo este gobierno suele mentir para tantear terrenos y despistar incautos.
Expliquemos en primer lugar este último aspecto. En las noticias dadas a la prensa y en defensa de lo que sería su propuesta el gobierno anticipaba que no quitaría el dedo del renglón en la aplicación del IVA generalizado, pero aclaraba que vendría acompañado de una reducción en la tasa del impuesto sobre la renta, en especial a las personas físicas. La tasa de IVA de la que se hablaba era precisamente de un diez por ciento. En la propuesta final no se incluye la mencionada reducción del ISR y se propone un nuevo impuesto del dos por ciento a las ventas y servicios al público. O sea, para no pecar precisamente de incautos, que el impuesto al consumo bajaría a sólo el 12 por ciento en muchos productos, dentro de los cuales se incluyen la venta o renta de bienes inmuebles (impuesto que se viene a sumar al que ya se paga por adquisición de este tipo de bienes y que, en el caso de las rentas, el inquilino deberá abonar al propietario para que este lo traspase al gobierno); se incluye también al tabaco, cerillos (los encendedores pagarán IVA), autotransporte federal, transporte aéreo y ferroviario (que encarecerá el servicio y por tanto todos los precios), cerveza, televisión y audio restringidos (Sky DirecTV, etcétera), el pulque (¿), el uso de vías generales de comunicación, la telefonía, la energía eléctrica y, por supuesto la gasolina. En todos estos bienes es como si el gobierno nos dijera que el IVA sería del 12 por ciento y no del diez por ciento. Pero para no decir que no se termina con regímenes de excepción en la aplicación de este impuesto, se bautiza con otro pomposo nombre.
Por supuesto que no hemos comentado la aberración que significa que se aplique el IVA a las medicinas y alimentos, sino que ahora se cargará a espectáculos de todo tipo, al transporte público, a los servicios médicos y hospitalarios, a los análisis de laboratorio médicos; a los libros, periódicos y revistas y a la educación. Afortunadamente, hay suficientes indicios de que esta reforma no pasará. Esperemos.
Por que nosotros nos hemos puesto a sacar cuentas y, si antes, con la prometida reducción del ISR el cargo extra por el pago de impuestos resultaba enfadoso, al grado de comprender por qué los colonos criollos se sublevaron en contra de la Corona española por ejemplo, de la misma manera que los colonos americanos se sublevaron en contra de la inglesa; repetimos, si antes nos resultaba enojoso, ahora nos resulta indignante.
Nosotros formamos una familia pequeña y cada cuenta del ?mandado? en el que compramos fundamentalmente verduras y frutas, queso, jamón, leche, algún paquete de pastelillos para saciar el antojo, etc. no baja nunca de 400 ó 500 pesos, ahora debemos sumar al menos 40 ó 50 pesos más de IVA. La colegiatura que pagamos, que no es baja, deberá subir de hecho en un diez por ciento. No se nos ocurra enfermarnos, porque a los 200 ó 300 pesos que ya cuesta la consulta médica, a los cientos de pesos que cuestan los medicamentos (todo esto precios de monopolio por supuesto) deberemos añadir ahora el correspondiente diez por ciento de IVA. ¿Cómo nos enteramos de todas estas cosas que comentamos? Pues adquiriendo periódicos, revistas especializadas, a las cuales, como ciudadanos informados que pretendemos ser, dedicamos una parte de nuestro no muy jugoso sueldo. Ahora deberemos pagar al gobierno por ello también.
No cabe duda, el gobierno actual considera que leer e informarse es un lujo por el que hay que pagar; considera que cuidar la salud o tener la obligación de remediar una desgracia por este aspecto, y no tener la alternativa de morirse como un perro, es un lujo por el que hay que pagar; comer es hoy, en nuestro país, un lujo por el que hay que pagar.
Afortunadamente, repetimos, es posible que dicha reforma no pase. Pero el simple hecho de haber sido presentada así ya es significativo de la manera de pensar de las gentes que forman un gobierno y un partido, el PAN, que ha dicho que asume el costo político de tal reforma, tan necesaria al pueblo de México. Pues sí, pero porqué no se nos dice nada de la falta de equidad con la que se cobra el ISR al capital por ejemplo, porque siempre será una contradicción que se considere, para el trabajo, una tabulación según la cual, mientras mayores son tus ingresos más pagas; mientras que para el capital exista una tasa única. En verdad considera el gobierno que paga lo mismo un pequeño comerciante que el señor Slim, o el señor Harp, por ejemplo. Al menos, no hemos visto a don Pepe, el tendero de la esquina, anunciar que ha logrado acumular los recursos suficientes, como para andar de compras por el mundo, adquiriendo empresas.
Al contrario, en lo que se refiere a los numerosos subsidios que se otorgan al gran capital se nos dice que son esquemas viables y eficaces, con ello, se da certidumbre a la inversión y se ayuda a sostener la planta productiva y el empleo. Curioso nombre se ha inventado para llamar a la soberbia y la codicia del gran capital financiero nacional y extranjero.
Y es ahí donde se encuentra la verdadera esencia de la política económica en general de este y los anteriores gobiernos, y de esta reforma fiscal en particular. Se necesitan muchos recursos sí, para atender los problemas de los más pobres; pero se necesitan igualmente muchos recursos, quizás más, para seguir apoyando una competitividad del gran capital monopolista que, a falta de poder responder con productividad y eficiencia frente a sus competidores extranjeros, requiere del apoyo de la política gubernamental. Un verdadero capitalismo monopolista de estado.
Y esos recursos, según ellos, deben salir de la llamada ?clase media?, de aquélla parte de la población a la que resulta todavía posible exprimir sin lesionar la base social y política que sostiene ese régimen.
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