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La revancha

Yamil Darwich

Juan estaba inconsolable; lloraba con sonoros lamentos frente a la jefa de Recursos Humanos de la empresa donde presta sus servicios. El asunto fue descubierto por las frecuentes ausencias del trabajador; extraño comportamiento en un mecánico que se caracterizaba por ser eficiente, serio y puntual.

Él descubrió la carta sobre la mesa de la cocina de su casa: María, su esposa, se despedía con frases que en otras circunstancias le hubieran parecido sacadas de una película norteamericana o de las telenovelas mexicanas: No puedo dejar la oportunidad de vivir mi vida, -le escribía- espero me comprendas y me perdones. Te pido que cuides a los niños.

Ya en semanas anteriores habían tenido una fuerte discusión, cuando la descubrió mintiéndole. Ella llegaba tarde a su casa diciéndole que estaba con sus amigas platicando, divirtiéndose.

-Tú muchas veces llegas tarde y me dices lo mismo; ¿acaso me mientes?

Juan no encontraba respuesta, hasta que un día se decidió y fue a buscarla a casa de su suegra. María no estaba ahí, así que regresó a su hogar a cuidar a los tres hijos que había dejado encargados con la vecina. María apareció ya entrada la noche, con aliento alcohólico. Discutieron y ella le reprochó su actitud de “macho mexicano”.

Ahora Juan estaba frente a la psicóloga de la empresa, llorando y platicándole sobre la carta que le dejara María como única despedida antes de abandonarlo, dejándolo al cuidado de los tres vástagos.

La historia anterior es real, contada por una persona que trata con operarios de una empresa de la región; sólo los nombres fueron cambiados.

Esta es la nueva realidad que ya hemos empezado a vivir en el mundo. Luego de los tiempos del machismo agresivo y del agravio que por muchos años les hicimos a las mujeres.

Ciertamente los tiempos han cambiado y los vaticinios que hicieran muchos autores a finales del siglo anterior ya se están haciendo realidad. Nada menos, en el mes de febrero del presente año, en el monumento del Ángel de la Independencia del Distrito Federal, un grupo de divorciados, varones, se manifestaron pidiendo les regresen el derecho de visitar a los hijos que por litigio han perdido en su respectivos procesos de divorcio.

Las mujeres del siglo XXI, han cambiado sus roles sociales y ya no aceptan ser las víctimas. Tampoco solamente se mantienen como amas de casa y ya han abordado el medio laboral, donde han tenido mucha aceptación y éxito; las universidades ya son sus dominios y en ellas sostienen los mejores aprovechamientos académicos y acaparan casi todos los premios por desempeño sobresaliente y mejores calificaciones.

Hoy en día, una mujer promedio, piensa en función de sus capacidades como esposa, trabajadora, madre de familia, generadora de recursos materiales y en no pocas veces jefa de familia.

Para las nuevas generaciones ya no es extraño tratar el tema del matrimonio y del futuro de la pareja en función de los ingresos de ambos, del trabajo común y hasta la verdadera repartición de las labores del hogar.

Todo esto es bueno, más productivo, más satisfactorio para ambos y menos desgastante, aún cuando deba repensarse la jerarquización de los valores sociales, el orden familiar y los nuevos medios para educar a los hijos, incluidas las guarderías y las asesorías de especialistas en cuestiones de terapia familiar y de pareja.

Sin embargo también ha llegado el tiempo de las oportunidades para las mujeres “hembristas”, aquellas que en base a su débil construcción humana, por las razones que sean, viven en espera de la revancha, oportunidad que viven con regocijo y satisfacción, como el caso que les escribí para iniciar este Diálogo.

A partir de ahora, cada día serán más frecuentes los casos de abandono familiar por parte de las mujeres que no encontraron la satisfacción a sus necesidades fundamentales en el seno familiar que intentaron construir; tampoco serán raras las historias donde la mujer abandona a hijos y esposo para tratar de alcanzar su realización personal. En todo ello deberemos aprender a encontrar razones humanas, justificables o no.

Si el “machismo” fue cruel en la historia de la humanidad, no menos agresivo es el “hembrismo”, movimiento que naciera como respuesta a la injusticia hecha a las mujeres desde el siglo XVII, que motivara a Flora Tristán (1840) a ser una de las primeras activistas radicales; ella pertenecía al Saint-simonismo, corriente de pensamiento creado por el aristócrata francés socialista Claud de Henri Saint-Simon que a su vez defendió las ideas del socialismo utópico.

Ella hablaba de crear la “unión universal de hombres y mujeres trabajadores” y se definió como el “Mesías femenino” que los saint-simonianos habían anunciado, predicando la superioridad moral de la mujer, con la intención de legitimar la participación femenina en la vida pública y enunciar sus derechos, que nada tiene que ver con el feminismo auténtico, al que muchos hombres vemos como justo, con simpatía y apoyamos.

En los centros asistenciales de atención a la familia cada día se ven más casos de hombres agredidos, aunque ahora son una minoría estadística, pero que está incrementándose cada día.

Habrá que estar atentos a ese nuevo espécimen humano que ya está con nosotros buscando la revancha y hasta disfrutando al generar daño a la relación de pareja, pretendiendo resarcirse así por el daño psicológico y hasta físico recibido, lesionando las bases de la construcción de familia y sociedad y la vinculación entre mujeres y hombres para la persistencia de la especie, principios fundamentales de nuestra supervivencia y organización social. ¿ No le parece interesante y a la vez preocupante? ydarwich@ual.mx

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