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La ruta de las misiones

Los jesuitas fueron los pioneros en aplicar técnicas de agricultura y desarrollar la ganadería

AGENCIAS

SINALOA.- Sinaloa fue el primer territorio mexicano que ocuparon las misiones jesuitas a finales del Siglo XVI, y a pesar de haber implementado cambios económicos y sociales como el desarrollo de la agricultura y la ganadería, actividades que actualmente son las más importantes en el estado, es un tema poco conocido y estudiado, dijo el investigador del Centro INAH en el estado, Joel Santos.

La Ruta de las Misiones en el Noroeste es un proyecto de investigación de suma importancia en el ámbito nacional, porque ese período de la historia es muy poco conocido, y de hecho, es la primera vez que se realiza un estudio que tiene como finalidad integrar las investigaciones de arqueólogos, historiadores, arquitectos y demás especialistas que puedan aportar datos sobre las misiones jesuitas en el estado.

A partir de esa premisa, el Centro del Instituto Nacional de antropología e Historia (INAH) de Sinaloa lleva a cabo una investigación en el estado, aunque se realiza en todo el noroeste del país, para determinar con precisión los sitios misionales que fueron fundados por la compañía de Jesús a finales del Siglo XVI en esa región.

El que el tema haya sido relegado por mucho tiempo se debe a diversos factores, aseguró Joel Santos. Entre los que podemos mencionar, dijo, está la política nacionalista del Porfiriato, que contribuyó a borrar el mundo novo hispano.

Y si se agregan los problemas sociales, políticos y culturales, el resultado es que no se ha hecho una revisión completa de los procesos históricos que contribuyeron a la construcción del país; por esa razón el tema de las misiones jesuitas se fue haciendo a un lado hasta que definitivamente se le dio muy poca o nula importancia.

Históricamente se conoce muy poco sobre el tema, agregó; no se ha cuantificado todo el patrimonio misional que se tiene, pues es tan solo en la zona norte donde existen restos de lo que hoy es el legado de los jesuitas, de todo lo que ellos emprendieron desde su arribo al país, hasta su expulsión en 1767.

Estamos hablando de una presencia importante, de hecho, el desarrollo del noroeste de México, partiendo de Sinaloa, y posteriormente hacia Baja California, y lo que hoy es el suroeste de Estados Unidos se inició a partir de la llegada de los jesuitas.

En estas regiones, los misioneros llegaron con la intención de congregar a los indígenas, a vivir en poblados, en misiones propiamente, para convertirlos al cristianismo. Es a partir de ese momento cuando se empiezan a crear los primeros poblados que a la postre se desarrollarían cultural y económicamente, hasta extenderse al noroeste de México.

La primera etapa del proyecto, informó Joel Santos, consiste en investigar a cuánto asciende el patrimonio misional jesuita, porque entre otras cosas, actualmente se sabe que fueron ellos los primeros en implementar las técnicas de agricultura, y desarrollar a su vez la ganadería, actividades que hasta la actualidad existen en el estado son parte importante de la economía del lugar.

Por otra parte, las misiones en Sinaloa fueron las pioneras de esta coyuntura, porque fue el primer territorio mexicano al que arribaron, para posteriormente extenderse a toda la región del noroeste del país, heredando un sistema cultural, económico y social que permitió el crecimiento y desarrollo de esas regiones.

No así con los importantes acervos bibliográficos que poseían y que una parte de ellos se conserva en el archivo de la Compañía de Jesús en Roma, pues cuando fueron expulsados los llevaron consigo.

La expulsión de los jesuitas en 1767, en la época de la Nueva España, tuvo un significado fundamental, informó Joel Santos, pues los españoles, sobre todo la Corona no quiso saber de ellos, prácticamente los borró históricamente de su territorio.

Lo que es paradójico, porque ellos llegaron por disposiciones de la propia Corona y favorecidos por ella. Sin embargo, posteriormente son expulsados, a partir de un periodo de alrededor de dos siglos en los que cambió la actitud y la política de la Corona Española.

El arqueólogo Joel santos asegura que se trata de una investigación que genera varias líneas. En este sentido es muy rica, vasta e inagotable; pueden salir muchas vertientes, por lo que se debe considerar que la importancia de profundizar en el tema radica en que no nada más se trata de una parte de la historia del noroeste mexicano y del estado de Sinaloa, sino también de la historia de la Compañía de Jesús, que es parte de la historia del Cristianismo, sobre todo en el siglo XVI.

Pero la intención inmediata es que este tema sea conocido y valorado, y que se difunda la existencia de una cultura en Sinaloa que tiene orígenes milenarios con la presencia prehispánica, pero que desde la época de la conquista española, y posteriormente de las misiones, adquiere otros matices, pero de igual relevancia para la historia de México, concluyó Joel Santos, investigador del Centro INAH-Sinaloa.

Su salida del Gran Nayar

La organización social que estructuraron los jesuitas cuando llegaron al Gran Nayar para domeñar a los coras, con ayuda de los militares españoles, excluía de los beneficios de la explotación de la mano de obra indígena a los mineros y hacendados de las zonas aledañas. Por eso estos grupos de personas lograron la expulsión de los religiosos de la zona en 1767.

Los coras poco a poco, desde 1722, quedaron encapsulados dentro de la esfera del conquistador porque los religiosos supieron apropiarse de los recursos naturales y humanos del lugar, sobreponiendo al pueblo aborigen las estructuras de poder colonial.

Esta situación de sociedad encapsulada dio por resultado que surgieran lealtades y alianzas a distintos niveles entre coras, jesuitas y militares. Por ejemplo se sabe, dice la historiadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia de Nayarit, Laura Magriñá, que Juan de la Torre, quien tuvo a su cargo la primera etapa de la Conquista en 1722, tenía, en 1729, refugiados en su casa a una docena de indios coras fugados.

Otro ejemplo está en la toma militar de la Mesa del Tonati, defendida por el cacique cora Tlahuitole, debido a que el Tonati o responsable huyó, ya que había pactado con el virrey contra su propio pueblo. Años después de haber traicionado a sus hermanos y huido, el Tonati regresó a La Mesa con garantías y seguridades por parte de los españoles.

También de acuerdo con la historiadora Magriñá, la reducción de los coras por parte de los jesuitas coincide con períodos de conflicto y de sequía en el Gran Nayar. Hacia 1722 explica la investigadora, la organización política de los coras estaba en una etapa de transición que se activaba en momentos de ritual o de conflicto.

Al respecto señala que en 1711 Fray Antonio Margil de Jesús visitó la zona encontrando una sociedad indígena en auge, pero hacia 1720 se observó un descenso en los recursos debido a la sequía en el Nayar, lo que obligó a los coras a asaltar a sus vecinos y que éstos bloquearon la ruta de la sal.

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