El estrépito de las bombas cayendo sobre Bagdad sofocan bastante los gritos de quienes primero levantaron la voz para exigir cambios en el gabinetazo de Fox y ahora la levantan para incomodarse con ellos.
Menos mal que no hay nada tan malo que no traiga consigo algo bueno y hasta el absurdo conflicto armado -que aunque lejano nos atañe y nos afecta- ha tenido su parte positiva al canalizar la atención y la agresiones de la sociedad civil hacia Bush y Hussein de manera que Presidenfox y su “presidencial” pareja puedan tomar un respiro y recargar energías antes de que las obsesiones de algunos mexicanos vuelvan a ensañarse con ellos en ese novedoso juego de “Péguele al Presidente”.
Hay que entender que la actitud equitativa y cariñosa de Vicente Fox para con su nueva esposa pone en evidencia los malos modos de muchos maridos y despierta la envidia de las mujeres, y ambas cosas como todos sabemos, tienen un alto costo en popularidad.
Otra planta que ha florecido con la sangre y el fuego que se derraman -quiera Dios que por muy poco tiempo más- sobre las secas tierras iraquíes, es la eficiente organización de una globalizada sociedad civil para solidarizarse y asumir plenamente la corresponsabilidad ante toda injusticia y violencia en cualquier lugar del mundo donde éstas se presenten. Parece que al fin nos queda claro que hoy en día no se puede nacer ni morir sin que las necesidades de los otros no nos condicionen. Del unánime clamor por la paz podemos deducir que el sentido común no distingue razas ni ideologías y eso solamente, es ya una magnífica noticia ya que sólo cuando los seres humanos del diario -los que no tenemos el poder económico ni político que ciega y enloquece a los poderosos de la Tierra- nos decidamos a ejercer el poder de la presión que cada día se vuelve más considerable, estaremos listos para transformar el mundo.
Parece que finalmente hemos llegado a la conclusión de que sólo a través de la participación activa y madura de ciudadanos capaces de formar una sólida cadena de actos mínimos de amor, de interés y respeto por el otro, nuestro país encontrará el buen camino. Desgraciadamente, la capa más preparada y afortunada de nuestra sociedad -tal vez adormecida por la autocomplacencia- reacciona todavía con indiferencia y lentitud. Prefieren exigir que el Gobierno mueva su varita mágica para que cualquiera de estos días despertemos en un México plenamente democrático, primermundista y sin pobres que nos avergüencen. Sueños guajiros que sólo se harán realidad por la voluntad de una sociedad civil solidaria y comprometida con el respeto interciudadano que promueve por sí mismo una mejor calidad de vida. “México es el segundo país más importante de Latinoamérica y el único que no se está colapsando en la región. Ustedes tienen la responsabilidad de salir adelante económicamente y dar así credibilidad a las nuevas condiciones democráticas que se viven en el hemisferio. De ahí la importancia que se den las reformas estructurales que den solidez a la democracia mexicana”. Ha dicho recientemente Giovanni Sartori (nota aparecida en un diario capitalino el 7 de abril) y suena lógico.
Ahora toca a la sociedad civil presionar para que en los tres años que restan del mandato de Fox, logremos consolidar un sistema presidencial eficiente y funcional. adelace@avantel.net