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La telenovela/Democracia agridulce

Sergio Aguayo Quezada

El escándalo es, ya, el rasgo que caracteriza esta etapa de la vida nacional. Aunque hay chismes para todos los gustos —ahí está el capítulo anual de la trágica muerte del cardenal Posadas—, lo más atractivo es el detalle sobre la forma en que viven y pelean al interior de la primera familia.

Las revelaciones que aparecen en el libro publicado por Grijalbo (Olga Wornat, La Jefa) reúnen, y de sobra, los requisitos para convertirse en el guión de una telenovela costumbrista y ciertamente posmoderna. En la superficie los actores y actrices se comportan con la tersura de los buenos modales que la formalidad y la buena sociedad impone. Basta rascar un poco y eso es lo que hizo la periodista argentina, para que se desdoblen vertiginosamente las pasiones que desplazan a los personajes de este monumental e inacabado culebrón. Ahí está el marido que golpeaba física y psicológicamente a la esposa (Marta) que un día toma la decisión de liberarse. Desdeña el diván del psicoanalista y se inclina por la resbaladiza política mexicana en donde preserva, por supuesto, el esquizofrénico hábito de consultar a sacerdotes, brujas y videntes. La vida de Marta toma dirección y rumbo cuando se acerca a un político carismático y bien intencionado que, lleno de energía, se lanza a la tarea de sacar al PRI de Los Pinos (Vicente). El candidato es íntimamente vulnerable porque arrastra una difícil experiencia personal. Ello hace posible que durante la heroica campaña aparezca, al principio tímidamente y luego incontenible, un romance apasionado. Los clásicos dicen que el poder exacerba las pasiones de la flaca condición humana. Es totalmente normal que por la victoria electoral irrumpiera en el escenario la ex esposa de Vicente (Lilián) que ahora sí reclama el espacio que cree merecer al lado del Presidente de la República. Con ferocidad pelea por regresar al círculo íntimo -del cual, lo reconoce, nunca debió haber cometido la tarugada de salirse-. Lilián obtiene el apoyo total de los hijos que también conspiran mientras se regodean y aclimatan al surrealista entorno de las residencias oficiales. Hay personajes secundarios pero indispensables en la jugosa trama. Está el abogado confidente que va y viene del Vaticano donde busca presuroso la anulación matrimonial que permitiría legitimar el romance de acuerdo a las creencias y a las formas. Igualmente destacado es el papel de los hijos de Marta que se hacen de inexplicada fortuna mientras disfrutan de la pachanga aprovechándose, para ello, de las residencias y aviones oficiales. Con ingredientes tan variados es posible anticipar el éxito de la telenovela y de todas las secuelas que generará.

Ojalá y se tratara solamente de una fantasía. Desafortunada y trágicamente el libro es una clara muestra de que la vieja cultura autoritaria goza de cabal y robusta salud. No pienso, aclaro, en la dimensión privada que debe quedarse en ese espacio sino en las consecuencias públicas de las intrigas palaciegas. Lo que más ha llamado la atención, y con razón, es la posibilidad de que los hijos de Marta se estén beneficiando indebidamente de la posición de poder que adquirió su madre. Me uno a los que muchos que están exigiendo una aclaración rápida y completa sobre las actividades económicas de la familia de Marta Sahagún. Aunque no parecieran tener la dimensión alcanzada por lo recolectado por el encarcelado hermano de Carlos Salinas, el monto es hasta cierto punto irrelevante. Lo preocupante es que se da cuando tenemos el gobierno del cambio y que Los Pinos todavía no haya enviado un boletín aclarando lo que está pasando. Desde otro punto de vista, sería injusto limitar a Marta a un papel decorativo que limitara sus derechos políticos. Tiene derecho a desarrollar su vocación pero el excesivo protagonismo que está tomando afecta al personaje que tanto defendió. Es claramente revelador del protagonismo los tres libros sobre ella (además de Olga Wornat escribieron Carlos Loret de Mola y Amparo Espinosa Rugarcia con Francisco Javier Osornio Corres). Entretanto, la figura del Presidente se va opacando.

La parte más inquietante del trabajo de Wornat es la grisura y falta de carácter de Vicente Fox que agacha la mirada mientras Marta y Ana Cristina se dan un agarrón. Este tipo de escenas se clavan pegajosas a la memoria consolidando esa percepción de Vicente Fox como un candidato excepcionalmente vigoroso, y un jefe de Estado profundamente indeciso. Ha sido bastante documentada la costumbre que tiene el Presidente de dar un enorme margen de maniobra a los integrantes de su gabinete. Ahora sabemos que también es incapaz de establecer con claridad las reglas bajo las cuales tendrían que funcionar su esposa y familiares que en el libro hacen los que se les antoja sin que, por supuesto, exista nadie capaz de controlarlos. Exactamente como sucedía en ese pasado que tanto criticamos y que esperábamos ver rápidamente erradicado. No hay por supuesto que exagerar la importancia de las revelaciones El escándalo sobre las vidas privadas de las celebridades es un rasgo común de la vida contemporánea. Hay toda una industria de la comunicación montada sobre las revelaciones de absolutamente todos los aspectos de las vidas privadas de aquellos artistas, empresarios y políticos que cultivan esta forma de disfrutar la notoriedad. Como lo demuestran los tabloides ingleses o las revistas del corazón españolas, la trivialidad que describe los asuntos de Estado ayuda a configurar ese agridulce sabor que tiene la democracia. Para que lleguemos a ese estadio superior del chisme, sólo faltan las revelaciones del escolta, la cocinera o el amante. Sin embargo, tampoco debemos minimizar el escándalo. Estamos en los difíciles tiempos del desmontaje del andamiaje autoritario y de la simultánea construcción de las reglas de la nueva institucionalidad. Es ciertamente preocupante que todavía ahora siga utilizándose lo público para propósitos privados; todavía están frescas las historias de corrupción y abusos. Nos recuerda lo lejana que está la meta de renovar la clase política para poder dignificar la vida pública. Si el agarrón que se traen el ex procurador Jorge Carpizo, obispos y cardenales por la muerte del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo nos confirma que el pasado sigue presente, libros como el de Olga Wornat desnuda las pobrezas de la nueva generación de gobernantes. No debemos exagerar, pero tampoco minimizar, la relevancia que tienen estas revelaciones. Es información que debemos aprovechar porque sería lamentable que con los años nos diéramos cuenta que el pasado y el presente era sólo un anticipo del futuro.

La miscelánea

Insaciable, Teléfonos de México sigue aprovechando la información privilegiada que tiene para meterse en los hogares con sus agresivas campañas mercadotécnicas. El sábado pasado a las 8:40 sonó el teléfono de casa para despertarme con una voz gritona que “Hola, soy Marco Antonio Regil y quiero hablarte de las bondades del Buzón Telmex (o algo parecido)”. ¿Qué no existe alguna autoridad del Legislativo o Ejecutivo federal que regule este tipo de prácticas y defienda la privacidad? Comentarios: Fax (5) 683 93 75; e-mail: sergioaguayo@infosel.net.mx 1

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