POR CRISTAL BARRIENTOS
EL SIGLO DE TORREÓN
TORREÓN, COAH.-Entre navajas, tijeras y brochas, ha transcurrido la vida de Manuel. Peluquero desde hace 43 años reconoce haber aprendido el oficio sobre la marcha, practicando con cuanto ?escuincle? aceptara cortarse el cabello sin temor a ser trasquilado a cambio de unas monedas.
Antes de comenzar la entrevista, Manuel Huereca Cháirez aclara: ? sólo que no nos podemos sentar en los sillones porque son exclusivos para los clientes, el peluquero no debe sentarse nunca en ellos?.
Luego de acomodarse en una de las sillas, Manuel hace un recuento de su vida. Aprendió el oficio desde niño, pero antes de agarrar unas tijeras tuvo que ser el ?chícharo? de los peluqueros profesionales, es decir, traerles las cocas, los lonches y hasta barrer los cabellos recién cortados.
Después de algunos meses de barrer los pisos de la peluquería, logró un ascenso en su trabajo: bolear los zapatos de los clientes. El patrón le consiguió un cajón con la herramienta necesaria para su nueva labor.
Meses después, su jefe le permitió limpiar las tijeras y aceitar las máquinas. ?Así fue como poco a poco comencé en esto?. Con el tiempo le enseñaron el oficio ?como no había escuelas para peluqueros, tenían la obligación moral de enseñarnos ?. Manuel dice que aprendió a gritos y sombrerazos.
El oficio de peluquero se hereda, según asegura Manuel: ?es por tradición, por ejemplo ahora mis tres hijos son peluqueros y a mí también me enseñó mi padre?.
Fue en Gómez Palacio donde trabajó por primera vez en una peluquería. Y de acuerdo a los estatutos de aquellos años le tocaba el 60 por ciento del valor del corte como sueldo, el resto era para el dueño del lugar.
?Si llevábamos nuestra herramienta eso nos tocaba pero si no teníamos y el dueño de la peluquería facilitaba las herramientas entonces sólo nos tocaba el 50 por ciento a los empleados?.
Por los años cincuenta comenzaron los cambios en los cortes. La moda era lucir el estilo de Elvis Presley, lo malo es que a los peluqueros les resultaba difícil adaptarlo al cráneo de los mexicanos: ?el cantante se veía bien porque era apuesto pero a los demás como que no les quedaba?.
Los estilos siguieron cambiaron y una de las épocas más difíciles y tristes para los peluqueros fue la de los hippies, pues los jóvenes para demostrar su rebeldía se negaban a cortarse el cabello: ?cuando los Beatles se presentaron a cantar ante la reina de Inglaterra, se cortaron el cabello y fue cuando los jóvenes otra vez recurrieron a los cortes?.
Según Manuel, peluqueros tradicionales quedan pocos en Torreón, pues los estilistas han ido ganando terreno. ?Ellos saben crear cortes, nosotros sólo seguimos los estilos establecidos, ellos son más profesionales que nosotros, para empezar los peluqueros son prácticos, es decir, nunca fueron a una academia y un estilista estudia hasta cuatro años?.
Sólo una cosa espera Manuel: seguir trabajando por otros 20 años como peluquero, entre el olor a talco, presionando la tijera contra el peine aunque su camisa termine llena de cabellos.
-LA PLÁTICA
La plática
Los peluqueros no son buenos conversadores, primero porque la mayoría apenas cursó la primaria y segundo porque los clientes suelen molestarse cuando tardan mucho tiempo cortándole el cabello a una persona con tal de sostener una plática.
José de Jesús Gallegos Jiménez trabajó como peluquero durante 18 años y aclara: ?hay muchos que no podemos cortar el cabello y platicar al mismo tiempo, es distracción y entonces un corte puede tardar hasta 20 minutos más de lo normal, por eso los clientes se molestan e incluso algunos se van?.
Para José de Jesús ser peluquero es un oficio muy noble. Cuando su padre le enseñó a cortar el cabello siempre le decía que de hambre no iba a morir, pues el sueldo aunque molesto alcanzaba para sobrevivir.
Después de varias trasquiladas, José de Jesús logró dominar el oficio: ?cuando pasaba algún bolerito mi papá le pagaba para que se dejara cortar el cabello por mí, yo ya me creía peluquerillo a la edad de nueve años, me decían córtamelo oscurito y yo se lo dejaba natural, todo pelón?.
Lo importante, dice, es perderle el miedo la tijera, no permitir que intimide, la habilidad se adquiere con el tiempo.
Hace 30 años que José de Jesús ya no corta el cabello, cambió las tijeras por un gis y un pizarrón, ahora es un maestro jubilado. Pero dice que fue muy difícil dejar la peluquería sobre todo por los clientes.
?Mi intención fue siempre trabajar en la peluquería para estudiar, por eso me convertí en maestro pero me costó mucho trabajo dejar el oficio, cuando me tocaban vacaciones o en mis días libres, me iba a descansar trabajando en la peluquería, hasta después de varios años logré dejar las tijeras?.
-'NATURALITO'
Antes de que las estéticas sofisticadas surgieran, en las peluquerías los clientes solían pedir un determinado corte por los siguientes nombres:
* Estilo natural
* Natural claro
* Natural oscuro
* Militar
* Casquete abultado
* Casquete cuadrado
*Cepillo
Fuente: Peluquería Huereca