En la realidad que se vive en México no existen reglas, sólo se encuentra un Estado lleno de anarquía y con grandes fantasmas anacrónicos que limitan todo castigo. Un lastre llamado corrupción en todos los niveles se apoderó de la ominosa burocracia, aunado a esto emerge la impunidad que como coraza protege a muchos funcionarios de alta jerarquía. Empantanados se encuentran los casos de los defraudadores del IPAB (ROBAPROA), aún seguimos pagando los mexicanos el rescate bancario y el carretero. ¿Dónde quedó el juicio de Óscar Espinosa Villarreal? ¿Y el de Cabal Peniche y qué pasó con las famosas toallas que supuestamente se compraron a precios elevadísimos en Los Pinos y el fraude de Pemex?, sólo por citar unos cuantos.
Los anzuelos se lanzan y sólo uno que otro charal ha caído, los tiburones y barracudas, no pican, tal vez porque alguien por ahí les avisa de la carnada, (los enemigos están adentro). Pancho Barrio, secretario de Controlaría y Desarrollo Administrativo (Secodam) debe, ya, por el bien de México y de la misma secretaría, presentar nombres y cargos de los peces gordos que están en la red o anzuelo y desde luego ¿el porqué? es decir, el delito. Todas las acusaciones deben hacerse con transparencia y ante las instancias jurídicas y no al garete, así sean eclesiásticos, que -total- son humanos y si Francisco Barrio sabe de algún cura, que tenga sotana que le pisen, pues que diga nombres, si al fin se llegó hasta el Ejército, que por muchos años fue intocable. Ahora, la Iglesia es una, los curas son otra cosa y al declarar en el limbo da pie al amarillismo de los medios de comunicación y confunde más al escepticismo que impera en el país. Aunque más bien la señora justicia goza de cabal salud aunque un poco “transolada” y extraviada entre la neblina difusa que provoca el dinero.
Aquí el propósito de la justicia, se vuelve un despropósito ante la ola de corrupción en cualquier sector, en el gasto social los robos están a la orden, sólo que para el Gobierno se llama fraude y aunque éste sea de varios millones de dólares o pesos, es un delito menor, por lo tanto (la rata) es decir el defraudador tiene el permiso para seguir ambulando en la calle y si se puede ocupando otros puestos públicos. Ejemplo: la Secodam dice que los recursos (17 millones de pesos) del Procampo fueron robados por funcionarios de Chiapas, Coahuila, San Luis Potosí y Yucatán, lo bueno es que ya se detectó, lo malo e intransparente es que no se dan nombres y nunca de los nunca se castigará a las ratas de cuello blanco, porque así lo ha demostrado la historia y para no salirse de la regla todo seguirá igual, aquí el castigo debería ser mucho más punible, ya que se está jugando con la gente del campo, donde la miseria está pegada como mancha negra a la tierra y sin duda la más explotada por el mismo Gobierno y cientos de líderes ladinos.
En fin, parece ser un destino manifiesto la justicia que aún se vislumbra muy lejana en nuestro tercermundista país y heredero de una historia compleja y accidentada, donde el verbo y la doctrina son poco discutibles y el Estado de Derecho es demasiado hermoso para ser verdad. La droga ha sentado sus reales y parece incontenible, el mercado al menudeo es un negocio que sí paga y lo que antes era prioridad de las grandes ciudades, ahora en cualquier barriada o ejido su venta crece como la hiedra y sus tentáculos parece que atraparon al Poder Judicial.
¿Será por falta de anzuelos o quizá la transparencia se polarizó? Este seudoarticulista propone y pregunta a quien corresponda ¿por qué no, mejor usar arpones, en vez de anzuelitos?
Correo;e-linga__1031@hotmail.com