De los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, Estados Unidos y Gran Bretaña, estiman necesario el uso de la fuerza para eliminar las armas de destrucción masiva, que insisten tiene Iraq, así como para derrocar a su presidente Saddam Hussein. En tanto Francia, Rusia y China dicen que es posible el desarme sin que haya guerra. De los miembros no permanentes, Alemania, México, Guinea, Pakistán. Siria, Angola, Camerún y Chile apoyan la posición de Francia en tanto España y Bulgaria están por lo que dice Estados Unidos. De lo que se ha sabido la ayuda financiera que ofrece la USA a quienes se muestren acorde con su política de arrasar con los iraquíes ha demostrado su efectividad. Los gobiernos de las naciones del mundo se quedan pasmados cuando les enseñan los billetes que pueden ir a parar a sus debilitadas arcas. A eso da la impresión de que está jugando José María Aznar al apoyar al bando de la guerra.
A Aznar le da igual que mueran iraquíes, no son de su familia, a consecuencia de los bombardeos que desde las alturas harán los aviones enviados por la Casa Blanca. No parece hacer mella en su conciencia que el apoyo que le brinda a los Estados Unidos traerá dolor y llanto a seres humanos. No sólo acepta sin remilgos lo que la superpotencia le ofrece para hacerse cómplice de una masacre si no que además le da la espalda a los países miembros de la Unión Europea. Así mismo le importan un rábano las manifestaciones que se han dado en España y en todos los países del orbe contra los planes del hombre de Texas. Qué dirá el Rey de España a estos arrebatos del presidente del Gobierno español? No ha dicho esta boca es mía por lo que todo indica que está de acuerdo. Es posible que la oferta que hace George W. Bush sea como las que hacía El Padrino, novela de Mario Puzo, de esas que no se pueden rechazar.
No es nada rara la actitud de José María Aznar. Hace algunos años, dos mil para ser exactos, por 30 monedas hubo quien se prestó a traicionar al Hijo del hombre. Lo que duele es que en esta ocasión se trate de un español. Cualquier otro, de cualquier nacionalidad, ni por enterados nos habríamos dado. Si nos lo hubieran platicado meses antes que iba a pasar no lo hubiéramos creído. No importa cuales hayan sido los motivos que lo llevaron a decidir ponerse al lado de los gringos. Aun la prensa española se rompe la cabeza tratando de encontrarle un significado a esta extraña alianza. Habría que pensar en que los norteamericanos influenciados por sus películas holliwoodenses algo le saben a Aznar teniéndolo amedrentado. Esos gringos son capaces de todo lo que usted pueda imaginarse. A lo mejor el que está en la Moncloa es un androide o sea un José María Aznar postizo. De otra manera no se explica que le de la espalda a los moros que estuvieron siete siglos ocupando la península ibérica. Y hemos de pensar que no sólo volteaban a mirar a las mujeres. A los españoles les circula sangre árabe en las venas.
Pero ¿de qué se trata?. Hasta donde llega el compromiso del presidente español que se apresta a venir a nuestras tierras con la pretensión de cambiar el criterio de Vicente Fox acerca de que no hay que esperar a lo que digan las Naciones Unidas. Que ofrecimientos o amenazas le comunicará a nuestro Presidente que el gobierno de Washington no se ha atrevido a hacer. ¿Acaso nos devolverán Texas, Nuevo México, Arizona y la alta California? o ¿nos condonarán la deuda externa? o ¿dejarán de armar a sus agricultores fronterizos para que ya no asesinen indocumentados? O al contrario, ¿se hará el anuncio de que Baja California se independiza de México para a continuación convertirse en un estado más de la Unión Americana? ¿intentarán que se les pague de un jalón lo que adeuda el país? ¿cerrarán las ventanillas de los créditos? ¿le voltearán la tortilla a fox desestabilizando su gobierno? ¿nos devolverán a los miles de inmigrantes que carecen de papeles?. Y por último, lo más grave ¿no nos dejarán entrar a Disneylandia?