La Jornada
México, DF.- En una homilía donde la palabra “cambio” fue recurrente, el arzobispo primado de México, cardenal Norberto Rivera lamentó la “inestabilidad económica” del país y dijo que la pobreza “mata a muchos” mexicanos. Además, agregó, somos testigos de múltiples y constantes “descalificaciones y enfrentamientos” entre los actores políticos.
Al reunirse con cientos de jóvenes en el Seminario Menor diocesano, el prelado discrepó de las declaraciones que pronunciara en la víspera el presidente Vicente Fox, en el sentido de que ni la economía ni el campo están en crisis y que el país marcha bien. Rivera Carrera aseguró que ésta “inestabilidad económica” afecta la generación de empleos y el poder adquisitivo de nuestra moneda. “Creo que en todas las familias sienten ese problema de falta de crecimiento de nuestra patria”.
Dijo que junto a este difícil panorama económico, también se observa la falta de acuerdos entre los actores políticos, que en lugar de organizarse para trabajar en bien de México y promulgar mejores leyes, esa energía que tiene el país en su conjunto se ve “desgastada” por este tipo de confrontaciones. La desesperanza y el desaliento se hacen presentes.
En su homilía, que por momentos se convirtió en un diálogo con los jóvenes, a quienes le interrogó qué faltaba cambiar en el país y en la ciudad de México, el arzobispo les dijo que percibía en ellos el “anhelo de un auténtico cambio” de muchas de las cosas que nos rodean, pero también una férrea decisión y compromiso para estos cambios ocurran.
El evento, que prácticamente duró todo el día en un ambiente de fiesta juvenil, se realizó en los campos de futbol del Seminario Menor de Huipulco, en donde fue colocada una enorme lona y cientos de sillas para celebrar la misa.
Desde un improvisado altar, el cardenal Rivera estuvo acompañado por varios de sus obispos auxiliares y vicarios episcopales, en un acto que empieza a celebrarse año con año.
Y, aunque la homilía la llevaba escrita, el prelado improvisó en gran parte de ella. Preguntó a los jóvenes cuáles serían las cosas que sería necesario cambiar en el país. La pobreza, la desigualdad, la pérdida de valores y la discriminación, fueron algunas de las respuestas que recibió el cardenal. De la ciudad de México, dijeron que la corrupción y la inseguridad pública debía terminar.
Rivera Carrera dijo que estos problemas son, efectivamente, algunos de los males que afectan al pueblo de México, pero que él quería citar otros. Fue entonces cuando se refirió a los “graves atentados” en contra de la vida, como los ataques terroristas, las amenazas de guerra, la manipulación de embriones humanos y la pobreza extrema. Señaló que todo esto a nivel mundial esta creando un “clima de angustia”.
Pero a nivel nacional, apuntó, están la situación “inestable” de la economía, que afecta la generación de empleos y lleva a la pérdida de la capacidad del poder adquisitivo de nuestra moneda, nos conduce a que la pobreza crezca todavía más. Aunque no lo citó en su homilía, en el texto que había preparado se refería también a la difícil situación que vive el campo, en el cual escribió que el abandono de éste desde hace ya muchos años ha llevado a una “creciente migración”, con los consecuentes efectos de desintegración familiar.
A la realidad económica y de desacuerdo político, el prelado señaló un aumento en la delincuencia, alcoholismo y drogadicción entre los menores de edad y los jóvenes, que encuentran violencia en las calles y en sus propios hogares. Dijo que el desaliento y la desesperanza ha convertido al suicidio como una de las causas crecientes de mortandad entre los jóvenes.
“Todo lo anterior son diversas expresiones de la cultura de la muerte, realidad que muchos no quieren aceptar, y que es un signo claro de la ausencia de Dios y de su amor en el corazón del hombre y en sus estructuras sociales y familiares”, dijo.
Ya encarrerado, el prelado también preguntó a los jóvenes si recibían apoyo de sus respectivas parroquias. Un no fuerte fue la respuesta, que para algunos resulto inesperada, incluso para el cardenal, quien reparó: “esta es una realidad arquidiocesana” y pidió a los jóvenes tocar las puertas de su iglesia, una iglesia a la que tienen derecho y es suya. Los exhortó a ser valientes y tratar de cambiar esta realidad adversa.
“Tengo que reconocer que en la actualidad es necesario que desde las parroquias se abran espacios de participación para ustedes, esto será más fácil si con confianza y constancia, contamos con su presencia en la comunidad forjadora de apóstoles que esperamos sea cada parroquia”, citó el arzobispo, quien reiteró que en los jóvenes ve la necesidad del cambio.