En Francia, un país en que el libro es artículo de primera necesidad, la libertad de edición está en peligro de desaparecer frente al monopolio de un grupo vendedor de armas que se ha apoderado de muchas casas editoriales y de medios de comunicación.
“Le Monde Diplomatique”, la prestigiosa publicación mensual, denuncia en su número de enero 2003 lo siguiente: “En el momento en que la cuestión de la guerra en Iraq domina la actualidad, dos comerciantes de armas franceses, Dassault y Lagardére, han aprovechado las recomposiciones industriales y las “alianzas” para colocarse en una posición dominante en la prensa y en la edición. Con la adquisición de numerosas “marcas” editoriales que poseía Vivendi Universal, el grupo Lagardére, ya actor central en el sector de Hachette (es también librero y editor de prensa), controla de hoy en adelante y por sí solo la distribución de 70 por ciento de los libros de Francia. Si en Bruselas las autoridades en la materia no se oponen, esta posición se emparentará con un casi monopolio que no se encuentra en ningún otro país occidental. Los grandes medios de comunicación y los intelectuales que promueven no han juzgado necesario reaccionar ante la constitución, pieza por pieza de un gigantesco poder de influencia para el que la paz no es el principal interés...” (Janine y Greg Brémond).
INTERESES COMERCIALES-POLÍTICOS determinan hoy por hoy el destino del planeta: Habrá guerra, en Iraq o en donde sea, si conviene a las grandes compañías de la nacionalidad que sean, vendan lo que sea y muy especialmente armas. ¿Qué mejor que apoderarse del mundo de los libros, de las ideas, último resquicio de la libertad de pensamiento en el siglo XXI, planeado para retroceder ante la dictadura mundial del dinero, de la globalización? Se está haciendo del libro, un producto de la inteligencia dirigido a la inteligencia, algo así como un embutido.
En cuanto a los medios masivos de comunicación son propiedad monopólica de los grandes grupos que, como en la película de James Bond pueden, sólo manipulando o inventando noticias, desatar la guerra nuclear. La CNN lo demostró así en sus trasmisiones de la primera Guerra del Golfo Pérsico al iniciarse la última década del siglo XX.
En México como en otros muchos países subdesarrollados, los medios informativos pertenecen a los comerciantes más enanos (mentales) de derecha, con frecuencia prepotentes y violentos, que boicotean cualquier educación del pueblo para convertirlo no nada más en rebaño consumista al que venden, al que ordeñan, sino en “fuerza de choque”. TV Azteca, que empezó apoyada por gente inteligente como Carlos Payán (igual que los intelectuales franceses a los que utiliza el grupo Lagardére), ilustra bien lo que son los medios de información en manos de derechistas comerciantes gangsteriles. Argumentando un juicio ganado en París, los Salinas -Pliego y otros, remember el socio Raúl- se apoderan en la mejor tradición tercermundista de Canal 40 con la fuerza de paramilitares encapuchados. Y un Presidente de derecha al que naturalmente apoya TV Azteca, es cómplice del atentado. Confundido y ajeno a la cultura, Fox se lava “ingenuo” las manos. Pero si la canallada de TV Azteca es espectacular en Canal 40, no lo es menos en su chantaje a los proveedores de servicio de TV por cable a los que pretende imponer su propia producción televisiva con precios excesivos de retransmisión. Si éstos no aceptan el exagerado pago de la mediocre programación azteca, desde sus propios canales, el comerciante Salinas Pliego insta a la población a demandar a los dichos proveedores ante las autoridades por infringir su derecho a la información.
LA POSESIÓN DE EDITORIALES por gente inescrupulosa como los franceses Dassault y Lagardére permite aberraciones tan graves como estas: Ellos producirán en Francia el 75 por ciento de los muy vendidos libros de bolsillo y las ediciones escolares, así como el 90 por ciento de los diccionarios. Grandes nombres editoriales como Hachette que ya les pertenecían, aumentan hoy su poder con casas editoras como Plon, Pérrin, La Decouverte, Pocket y Larousse, entre otros. Ergo, los comerciantes en armas controlarán a muchos autores, libreros, medios de comunicación y otros editores, en suma y en alta medida a la conciencia de los mejores lectores del planeta. El Grupo Lagardére es también una poderosa empresa de prensa escrita y radiofónica. Posee la revista femenina Elle, la clásica París-Match, Le Journal du Dimanche, entre otras publicaciones de primera línea. También cuenta con emisoras y canales de TV. Al comprar Vivendi Universal Publishing (VUP) aumenta inmensamente su poder ya que promoverá a sus autores en sus propios medios o con sus “socios independientes” tales como el diario Le Monde. Los autores que quieran ser publicados y leídos tendrán que someterse a la “filosofía” de los comerciantes en armas. Y los que no piensen como ellos y publiquen en otra parte serán fuertemente atacados. Tal es el caso de Thierry Meyssan, director de www. reseauvoltaire.com, autor del libro “La Terrible Impostura”, denostado por muchas de las publicaciones citadas. Ahora comprendo por qué. A los comerciantes de armas y al señor Ariel Sharon -según Thierry uno de los orquestadores en su contra- no les conviene que se sepa la verdad sobre el atentado del 11 de Septiembre 2001, pretexto para todas las guerras actuales y futuras. Contestó a sus descalificadores con el contundente libro que demuestra por lo menos la falsedad del atentado al Pentágono, “El Pentagate”.
¿Es ése el futuro de los autores y de los lectores libres? Los títulos, dice Le Monde Diplomatique, desaparecen del mercado, no porque el consumidor no los aprecie sino porque el control de su difusión da (a los editores) un poder exorbitante sobre la vida de un libro. Eso mismo padezco en manos de “Random House Mondadori”, la transnacional dueña de Grijalbo. Lograron detener en parte la venta navideña de mi libro Foxtrot. www.manu-dornbierer.com.mx