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Las buenas noticias

Cecilia Lavalle

Las pasadas elecciones del seis de julio nos dejaron, en general, un amargo sabor de boca. El peor nivel de abstención en 30 años tras una campaña que nos costó un dineral fue una pésima noticia para nuestra democracia. Pero hubo buenas noticias y ésas fueron para las mujeres. En estas elecciones se registró un salto histórico en la representación femenina en el Congreso. De tener una presencia equivalente al 16.8 por ciento, pasamos a tener 23.2 por ciento; esto es, de 83 diputadas muy probablemente serán 116 (el Instituto Federal Electoral confirmará a finales de agosto las 200 diputaciones plurinominales, pero con los datos oficiales disponibles se puede estimar que de 500 escaños, las mujeres ocuparán 50 diputaciones de mayoría relativa y 66 de representación proporcional o plurinominales). De modo que las mujeres tenemos motivos para celebrar: en el próximo Congreso habrá más mujeres que nunca en la historia de nuestro país.

No es, desde luego, un ataque repentino de equidad en los partidos políticos. No. Este significativo avance es producto de lo que se conoce como “acciones afirmativas” o más generalmente “ley de cuotas”, que buscan elevar las oportunidades de participación de las mujeres en instancias de decisión con miras a lograr la plena equidad. Distintos países han utilizado este mecanismo con éxito. Costa Rica y Argentina son un ejemplo. A partir de la entrada en vigor de leyes de cuotas incrementaron la presencia femenina en sus respectivas cámaras, al grado que hoy ocupan el octavo y onceavo lugar, respectivamente, entre los países del mundo con mayor representación femenina en sus parlamentos.

En México es relativamente nueva la aplicación de ley de cuotas. En 1996 se reformó el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe), estableciendo que las candidaturas a diputados y senadores no debían exceder del 70% para un mismo género. ¿Qué sucedió? En las elecciones de 1997, la presencia de mujeres en la Cámara de Diputados pasó de 70 a 93; pero en la siguiente elección (2000) los partidos políticos cumplieron colocando a las mujeres en las suplencias y en los últimos lugares de la lista de candidaturas de representación proporcional. Resultado: en la Legislatura que está por concluir, de 93 escaños pasamos a sólo 83, con lo cual en el concierto internacional México ocupa el lugar número 55 en presencia femenina en los parlamentos.

Entonces decidimos ser más precisas. Las reformas al Cofipe del 24 de junio de 2002, impulsadas, como las anteriores, por organizaciones feministas y las comisiones de equidad y género de ambas cámaras, si bien conservan el porcentaje 70/30 establecen, en el caso del principio de mayoría relativa, la obligación de los partidos para postular a mujeres en cargos de propietarias –salvo cuando las candidaturas postuladas sean resultado de un proceso interno de elección mediante voto directo- y en el caso del principio de representación proporcional, las listas se integrarán por segmentos de tres candidaturas y en cada uno de los tres primeros segmentos de cada lista habrá una candidatura de género distinto.

Asimismo contempla sanciones a los partidos que incumplan con la disposición, que van desde multas hasta la cancelación del registro mismo del partido. ¿Qué sucedió? Los partidos postularon más mujeres, aunque, por un lado, algunos recurrieron a la elección interna, única posibilidad que excusa al instituto político de cumplir con la cuota y por otro, algunos partidos colocaron las candidaturas de mujeres en distritos electorales en los que sabían que no tenían ninguna posibilidad de ganar. Sin embargo, en las listas de plurinominales no había excusa que valiera; y ahí es donde al parecer más curules obtendrán las mujeres. Total -y contra toda opinión de escepticismo o franco rechazo por la ley de cuotas- los resultados son muy halagadores.

Entre la elección de hace tres años y la del pasado seis de julio, el aumento de representación femenina es de 6.4 puntos porcentuales; el máximo alcanzado hasta ahora.

Ciertamente no todos los países con alta representación femenina tienen ley de cuotas. Tal es el caso de Suecia, por ejemplo, que tiene de los niveles más altos en presencia femenina en sus parlamentos (45.3%). Pero en ese país los partidos incluyen sistemáticamente al menos una mujer en un puesto alto en listas cerradas y también utilizan el “sistema cremallera”, es decir, alternan en sus candidaturas a varones y mujeres. De modo que, mientras los partidos políticos en México no decidan en verdad apoyar, alentar, fomentar, procurar la real participación política de las mujeres en condiciones de equidad, la ley de cuotas, en mi opinión, es un acierto que en las recientes elecciones trajo muy buenas noticias para las mujeres. Veamos ahora cuánto pueden hacer y cuánto es su compromiso de género.

Nota: Amables lectores lectoras, para documentar su envidia ¡me voy de vacaciones! Nos volveremos a encontrar en este espacio el diez de agosto.

Apreciaría sus comentarios: cecilialavalle@hotmail.com

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