María Elena Holguín
El Siglo de Torreón
GÓMEZ PALACIO, DGO.- La falta de un ingreso económico suficiente para el sustento familiar se refleja en las calles: cada vez son más quienes se dedican a la venta de alimentos e infinidad de productos que les permitan obtener una ganancia, por mínima que ésta sea.
Es el caso de María Elena Rubio, quien desde hace tres meses prepara sopes y tacos los fines de semana, en su casa de la privada Juárez de la colonia Santa Rosa y recientemente, una semana atrás, también comenzó a vender gorditas afuera de la vivienda de una vecina, sobre la calle Zaragoza.
Bajo la sombra de un árbol, coloca todos los días el carrito blanco y sobre éste un letrero que pretende atraer la atención de todo el que pase: “Cuatro gorditas por diez pesos”.
Su esposo trabaja desde hace un año como vigilante de un centro comercial, pero recibe un salario de mil 200 pesos quincenales que no les permite cubrir todas las necesidades: los 600 pesos que deben pagar por la renta de la casa; los recibos de agua y luz y lo más importante, la alimentación y la educación de sus tres hijas.
Desde hace buen tiempo, recuerda, su marido no ha tenido manera de conseguir un mejor empleo donde le paguen más y tenga mejores condiciones laborales y aunque ella trabajó en algunas fábricas maquiladoras, prefiere no correr el riesgo.
“Ahorita están pagando muy poco y además casi no hay trabajo, porque al poco tiempo nos despiden”, expresa.
Otro de los obstáculos es el cuidado de las niñas, pues aunque la mayor cursa ya la secundaria, no desearía dejarlas solas y “no hay posibilidad de pagarle a nadie porque esté al pendiente de ellas, pues la mayoría de quienes lo hacen ya no se conforman con 300 ó 400 pesos”.
Ahora que se aproximan los gastos escolares, María Elena pone todo su empeño en el puesto de gorditas para tener la posibilidad de comprar uniformes, mochilas y los útiles, pero no descarta la idea de abandonarlo si las ganancias no crecen, pues asegura, apenas le quedan de 50 a 60 pesos diarios, insuficientes para toda la carga familiar.
“Me la paso cocinando todos los días, de lunes a viernes, con lo de las gorditas y los sábados y domingos para la venta de las noches y así será al menos hasta que mi esposo consiga otro trabajo”.
María Elena Rubio dice que ya solicitó el permiso al Municipio por el hecho de estar en la vía pública, trámite que le costará de 150 ó 200 pesos por todo un año.
Sin riesgo sanitario
Salomón Olvera Leyva, jefe de la Jurisdicción Sanitaria Número Dos, dijo que la dependencia ha notado un aumento considerable en la cantidad de puestos dedicados a la venta de alimentos.
Aunque algunos son característicos de la temporada, como los de aguas frescas o la fruta picada, hay otros que están estrechamente relacionados con la falta de oportunidades laborales e ingresos en las familias, situación que los obliga a complementar su actividad o dedicarse de lleno a la venta de estos productos.
Diariamente, dijo, se tiene un registro de 60 a 70 ordenamientos, entre los que predominan solicitudes de licencias sanitarias en los 12 municipios que abarca la Jurisdicción, aunque es el Municipio el encargado de llevar un control respecto de la ocupación de espacios en la vía pública para la venta de todo tipo de productos, incluyendo los alimenticios.
Ante ese incremento, se han intensificado también las labores de inspección sanitaria, mediante la toma de muestras de los alimentos preparados, sin que hasta ahora se haya detectado ninguna situación que ponga en riesgo la salud pública.
Aunque la situación económica es grave, la gente debe tener en cuenta las medidas básicas de higiene para la preparación y consumo de alimentos callejeros.