El Siglo de Torreón
Torreón, Coah.- Ir de compras en nuestra sociedad globalizada no se limita a la acción de adquirir bienes materiales que estemos necesitando (comida, vestido, etcétera), sino también a la acción de actividades de ocio.
La expresión espacial más visible de esta nueva sociedad de consumo, es precisamente, la explosión de grandes centros comerciales, en razón a su ubicación periférica urbana, próximos a buenas vías de comunicación, ocupando una amplísima extensión superficial, y llegando a calificarlos como las nuevas ?catedrales de consumo?.
Cada vez más, estos espacios integran componentes lúdicos que los convierten en máquinas del consumo de ocio. Ya que si bien no todo el ocio es consumo, gran parte de los comportamientos de ocio están puramente relacionados con el consumo.
Después de todo para muchos individuos ir de compras supone su forma favorita de entretenimiento. Son escenarios que se caracterizan por el encanto necesario para atraer a los consumidores.
En definitiva aparecen nuevos estilos de ocio y de vida alrededor de estos macro-espacios que sugieren una reflexión sobre las nuevas jerarquías de valores de los individuos.
Una de las características primordiales de la aparición de estas macrosuperficies ha sido la de adaptarse a diferentes modos y estilos de vida donde las exigencias sociales se han modificado notablemente.
El centro comercial se convierte en un espacio de consumo de masas, cerrado sobre sí mismo pero que paradójicamente funciona como si fuera una ciudad abierta e incluso imita las estructuras y hábitos de las grandes urbes.
Por otro lado, hay que destacar que se ha reducido el tiempo dedicado a la compra en los centros comerciales. Por el contrario aumenta el tiempo dedicado a la diversión en los mismos. De hecho estos centros comerciales suponen en muchos casos lugares que se incluyen dentro de rutas turísticas.
Estos centros incorporan cada vez más actividades de ocio como las salas de cine, pistas de patinaje, bares, restaurantes, e incluso acuarios. Llegan a convertirse en verdaderos parques de atracciones.
Por eso puede afirmarse que hoy apenas existen diferencias entre un centro comercial y un gran parque de atracciones. Ambos hoy se dedican a vender no sólo cosas, sino también entretenimiento. Incluso algunos ?megacentros? comerciales hacen real dicha fusión, como el Mall of America y Edmonton Mall, que engloban dentro de sus espacios verdaderos parques de atracciones.
La tendencia que siguen muchos de estos centros es la de vender cada vez menos bienes y más servicios, especialmente de diversión y ocio. Algunos autores los han calificado como verdaderos parques temáticos de consumo. Una de las razones para el uso del entretenimiento es precisamente que la gente acuda al centro comercial a realizar las compras y evitar las compras desde casa o en otros lugares. El juego como actividad de ocio también se diluye con el acto de la compra en los centros comerciales. En algunos centros como el Edmonton Mall se han incorporado verdaderos casinos.
Por otro lado también se da una implosión más general de los limites entre turismo y consumo. En Estados Unidos algunas agencias de viaje preparan viajes diarios en avión y autobús a los ?megacentros? comerciales.
De hecho en Canadá la principal atracción turística no son las cataratas del Niagara sino Edmonton Mall. Los centros comerciales aparecen cada vez más en diferentes espacios. Los modernos aeropuertos por ejemplo, empiezan a convertirse en verdaderos centros comerciales. Incluso parecen incitar a la gente a utilizar un aeropuerto en lugar de otro según algunas encuestas en Estados Unidos.
Las sociedades urbanas evolucionadas, han ido desarrollando la llamada ?cultura de consumo?, donde la adquisición de bienes y servicios se realiza de forma indiscriminada por encima de las propias necesidades básicas.
Esto genera nuevos estilos de vida, nuevos hábitos de compra y consumo y en definitiva un cambio en los valores tradicionales del consumidor. La importancia de los centros comerciales como medios de consumo centrados en el tiempo de ocio, indica que gran parte del consumo actual tiene tanto que ver con el ocio como con los bienes, ambos son mercancías que se compran y se venden en el mercado.
La gente no sólo acude a los centros comerciales a consumir productos sino a consumir el propio tiempo de ocio.