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Las fiestas septembrinas.../Hora cero

Roberto Orozco Melo

Septiembre es mes de aniversarios. Ya tuvimos en el primer día del mes la presentación del informe anual del Presidente de la República, suceso que casi siempre nos deja un sentimiento de vacío y desesperanza, agudizado en los tiempos presentes, en los que don Vicente Fox no atina cómo gobernarnos.

En Saltillo, se recuerda, más no se ha celebrado, la fundación de San Esteban de la Nueva Tlaxcala. La historia recuerda cómo el trece de septiembre de 1592 el capitán Francisco de Urdiñola tomó la mano de Don Buenaventura de Paz, indio principal de Tlaxcala y en presencia de otros señores principales, españoles e indios tlaxcaltecas, dijo, en nombre de su Majestad de España, que les daba tenencia y posesión de las tierras en que estaban para que fueran pueblo, casas, asiento, solares, huertas y todo lo demás. El capital Urdiñola mandó, por voz del rey, que las tomaran y las poseyeran pacíficamente, lo que hicieron los tlaxcaltecas sin contradicción alguna, por lo pronto.

También el día trece se conmemora una triste efeméride nacional: la muerte de los Niños Héroes, que fueron acribillados por el ejército norteamericano en el ataque al Castillo de Chapultepec en 1847, una bella historia que todos conocemos desde la escuela primaria.

El día 15 de septiembre de cada año los mexicanos nos reunimos en las plazas de armas, frente a los palacios de gobierno, y damos un ripioso grito de independencia nacional, en un ritual concebido hace más de un siglo, y embargados por una euforia desaforada e inexplicable. A la siguiente mañana, el glorioso 16, es decir hoy mismo, haremos lo de todos los años: saltaremos temprano de la cama, adornaremos con banderitas tricolores el automóvil familiar y nos iremos a la calle principal en ciudades y pueblos para presenciar el desfile conmemorativo de aquella azarosa hazaña del padre Hidalgo y demás héroes “que nos dieron Patria” aunque ya en los años posteriores a 1810 la mayor parte de los mexicanos aseguraba ­y aseguran aún­ que no les participaron ni siquiera un gajo de epopeya. Cinco días después, festejamos otra fecha, la del 21 de septiembre de 1821 en que obtuvimos el reconocimiento del monarca español para nuestra libertad, soberanía e independencia.

¿Independencia? ¿Independientes? Quizás lo fuimos durante algunos años, mientras digeríamos lo difícil que resultaba gobernarnos por si mismos.

Después empezamos a pedir ayuda: préstamos allá, armas acá, comida por otros lados. La historia de la deuda mexicana parece ser tan vieja como la misma vida de la Patria. ¿Cómo podría ser independiente un país que adeuda más de lo que tiene en circulante? Estamos comprometidos con los organismos financieros internacionales y uno que otro banco poderoso, y aparte al Tesoro de los Estados Unidos, por viejos y nuevos préstamos; y para colmo, ahora resulta que también somos deudores morales del gobierno de Bush por no haber apoyado su declaración de guerra a Iraq. Como novio ofendido Bush apenas responde con el monosílabo “no” a cada acercamiento del presidente Vicente Fox o de su cancillería. ¿Una entrevista? Para abril o para mayo; ya veremos. ¿Introducir como tema de agenda bilateral el problema de la migración mexicana a Estados Unidos? Como solemos decir los mexicanos a los amigos a ver cuando... nos vemos.

Por estos y otros compromisos, que constan en los protocolos top-secret de los cerrados archivos de la Casa Blanca, otrora nos vimos obligados a abrir nuestras fronteras al comercio mundial. primeros pasos con la Alalalc, luego la firma del Gatt por el presidente Miguel de la Madrid y finalmente la soga en el pescuezo con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte: el TLCAN para nosotros, NAFTA para nuestros vecinos, cercanos pero distantes. De ahí que ahora estemos invadidos por las organizaciones comerciales mayoristas y minoristas, sobre todo de Estados Unidos, cuyo poderío económico pone en jaque a las cadenas mercantiles mexicanas. ¿Independientes cuando nuestra producción agrícola decrece y debemos comprar a los vecinos del Norte lo que antes producíamos con suficiencia? No podemos decir que somos pares de Canadá y de Estados Unidos por el sólo hecho de haber firmado con ellos el TLC; ni soñar emparejarnos, hombro a hombro, con las naciones del mercado común europeo cuyos gobiernos se han mantenido, hasta ahora, suspicaces, temerosos y renuentes a firmar un pacto de libre comercio con nosotros, los inestables mexicanos.

Ya vimos cómo terminó la reunión de la Organización Mundial del Comercio en Cancún: una cena de negros en la que hubo serias discrepancias aún entre los países miembros. Sólo las naciones altamente desarrolladas y económicamente poderosas han declarado estar satisfechas con el curso de la globalización económica; pero de ahí para abajo empieza la morriña: los resultados no son los esperados, el rechazo del experimento comercial deviene absoluto en los países del subdesarrollo, incapaces de competir en precios y calidad con las otras naciones. En fin, que nada tenemos que celebrar bajo el rubro de independencia, menos aún bajo el de soberanía.

No acaba éste mes de fiestas con el reconocimiento de la independencia del estado mexicano, pues el 25 de septiembre se van a cumplir 96 años de la expedición del decreto que declaró ciudad a la Villa de Torreón. Esto indica que dentro de cuatro años habrá fiesta grande en la perla de la Laguna. Para los torreonenses, y para quienes amamos a esa esforzada comunidad, el centenario representa un compromiso importante. A bote pronto diría que el primer reto será la superación de los festejos con que Torreón celebró su jubileo de oro en 1957. Hay tiempo de organizar lo necesario, y será responsabilidad de las autoridades estatales y municipales la organización, junto a la sociedad civil, de las Fiestas del Centenario qué, adelantamos, habrán de resultar inolvidables.

Septiembre es, repetimos, un mes de efemérides. Y por lo que respecta al del año 2003, lo fue de puentes vacacionales. Usted, lector: ¿a dónde viajó para celebrar la independencia nacional?¿A Las Vegas, a Los Ángeles, a Nueva York o a Laredo, Texas?...

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