Indudablemente la literatura sigue siendo fuente inagotable de lecciones para conocer al hombre, sus conductas y acciones. Un buen libro ofrece a cada lector ángulos de interpretación diversos a la intención original del autor. A veces, en la inocente lectura de una novela, alguna situación planteada, una frase, nos remite a circunstancias totalmente diversas. Esta es una de las más fascinantes experiencias que da la literatura: hacer nexos, analogar situaciones.
El ex periodista y hoy exitoso novelista Arturo Pérez Reverte, en su novela marítima La carta esférica (Grupo Santillana de Ediciones, S.A., España, 2000) caracterizada como un relato de aventuras y suspenso marinero, ofrece en un epígrafe tomado de un Curso de Navegación, la definición de “el punto de estima”: “Se llama punto de estima a aquél en que resulta se halla la nave por un juicio prudente, o por datos en que cabe mucha incertidumbre”.
Ampliando esta cita, Pérez Reverte explica: “Punto de estima, decían los manuales de navegación, era cuando todos los instrumentos de a bordo se iban al diablo y no había sextante, ni luna, ni estrellas y era preciso situar la posición del barco mediante la última posición conocida, el compás, la velocidad y las millas recorridas”.
Este método de estimación podría aplicarse a la situación de nuestro país, o más específicamente, a la del Gobierno Federal. Podría decirse que el equipo al mando “ha mandado al diablo todos los instrumentos de a bordo” y que los elementos disponibles para ubicar nuestra nave (México) serían: última posición conocida, el compás, la velocidad y las millas recorridas. Traduciendo estos términos náuticos a los resultados esbozados en forma no muy ordenada por el presidente Fox en su tercer informe de gobierno, podemos estimar que algunos logros corresponden a “la última posición conocida”, es decir, a administraciones anteriores. Un ejemplo concreto: se informó de la creación de 4,500 bibliotecas públicas (no de aula).
La realidad, mencionada por un analista político en una mesa redonda posterior al informe y que transmitió un canal de televisión es que, antes del año 2000 ya existían 4,200 bibliotecas; en lo que va de este sexenio se han creado 300, llegando por lo tanto a 4,500. O lo que es lo mismo, en cuanto a bibliotecas creadas, la “última posición conocida” eran 4,200; no se crearon en los 3 años transcurridos.
Las instituciones que tanto se mencionan y gracias a las cuales este país sigue a flote, existían también antes del año 2000. Estas instituciones, algunas deterioradas y urgidas de revisión, es cierto, constituyen el compás.
La velocidad a la que se mueve la actual administración, puede leerse de varias maneras: una es la que le ha prestado la inercia del sexenio anterior; el “vuelito” ha permitido cierta consolidación de la macroeconomía; los programas sociales, rebautizados, siguen siendo los mismos. Otra lectura de la velocidad sería no el freno al cambio, sino el freno al avance y por consecuencia, el inicio del retroceso, el movimiento en reversa.
Las millas recorridas son 3 años más en la vida de nuestro país.
Pérez Reverte, en la novela citada, acude también a otro texto literario como ejemplo de lo que sería el uso de elementos en el “punto de estima”: “Dick Sand, el capitán de quince años ideado por Julio Verne, había tenido que gobernar de ese modo la goleta Pilgrim en el transcurso de su accidentado viaje de Auckland a Valparaíso. Pero el traidor Negoro colocó un trozo de hierro en la bitácora, desviando la aguja; y de ese modo, el joven Dick, entre furiosos temporales, había pasado junto al Cabo de Hornos sin verlo y confundiendo Tristán da Cunha con la Isla de Pascua, terminaba encallado en la costa de Angola creyendo estar en Sudamérica”.
Muy probablemente el hierro colocado en la bitácora de México y que nos está llevando a un destino incierto y peligroso podrían ser los partidos políticos, cuyas pugnas interminables hacen que el valioso tiempo que les pagamos tan bien a senadores y diputados se diluya en discusiones vanas en lugar de orientar la nave hacia un rumbo definido.
Pero tanto en la literatura como en la historia, quien va al frente de la nave es el Capitán, figura catalizadora que debe utilizar (y si él no puede, que elija a quienes sí saben para que lo ayuden) los elementos a su disposición.
Independientemente de quienes con intención maligna o por simple irresponsabilidad estén colocando hierros en la bitácora para desviar la brújula, la nave que zarpó en Diciembre de 2000 empezó con malos presagios porque desde un principio se mandaron al diablo muchos instrumentos de a bordo. Y por instrumentos se entiende también la habilidad para negociar y plantear propuestas de una manera responsable, porque la meta no es una batallita con la oposición, sino el destino del barco.
Muchas iniciativas urgentes han tomado el camino del infierno, por no repetir lo otro y la verdad es que tendrán que retomarse y pronto porque además, ya sabemos que el nuevo Congreso tiene tres meses buenos para trabajar.
El caso es que en relación a la situación actual de nuestro país y considerando lo aportado en el Tercer Informe, más las acciones ejecutadas al día siguiente por el presidente Fox, queda claro que seguimos navegando de muertito y nos encontramos haciéndolo bajo un punto de estima en el que “cabe mucha incertidumbre”.
¿Cómo evitar que no vayamos a la deriva o que acabemos encallando en un punto indeterminado? Las millas por recorrer son 3 años más. Falta ver a qué velocidad y con cuáles instrumentos.