El mundo actual se presenta como un reto formidable para los jóvenes que se preparan para enfrentarlo especialmente aquellos que tienen una visión grande y ambiciosa para sus vidas en el largo plazo.
Indudablemente que la nueva intercomunicación instantánea del mundo actual, nos permite a todos mantenernos informados de lo que sucede en él, casi en el momento, dándonos marcos de referencia sobre lo que podemos, queremos y debemos hacer, si acaso lo deseamos de verdad, para permanecer entre el grupo denominado “de competitivos” estando decididos a trabajar para alcanzar nuestras metas.
Luchar por ganarse un espacio ya no es aquel esfuerzo regional o nacional que los mayores vivimos, hoy, hay que competir con otros seres humanos que se encuentran en los más remotos sitios del mundo, conforme a nuestro punto de referencia geográfico y eso, indudablemente, crea ansiedad en los jóvenes que buscan imágenes y nuevas ideas sobre “el cómo” poder alcanzar el éxito y la fama, que para nuestra desgracia sólo, o casi, se fundamenta en una visión de triunfo material.
Este es el Diálogo que le invito a que analicemos esta semana y que provoquemos con los menores de la familia, aquellos que deben construir su propio futuro y necesitan tener la formación integral adecuada.
La noticia de los últimos días, para todos nosotros y especialmente para muchos de estos jóvenes, es sin duda la acusación de violación que enfrenta ante la justicia norteamericana el jugador de basquetbol profesional Kobe Bryant.
Una joven mujer de tan sólo 18 años afirma que fue violentada sexualmente por el deportista profesional y ahora exige justicia.
Es difícil saber quién dice la verdad, más cuando tenemos antecedentes de otros casos de jóvenes que hacen iguales acusaciones y terminan enriquecidas, con contratos de publicidad diversos y afamadas por la excesiva promoción que reciben; en este caso, a la persona aparentemente violentada la ubican como una muchacha con ansias de triunfar en el mundo de la farándula por medio del canto (que al escribir de algunos articulistas parece que lo hace bien) y que ya ha intentado sobresalir (al parecer también con buenos resultados) como participante en un concurso de belleza.
Lo cierto es que al jugador de basquetbol, una empresa de ropa deportiva le está pagando alrededor de cuarenta millones de dólares por usar sus productos durante cinco años y otras vendedoras de alimentos chatarra le entregan cantidades importantes por dejarse retratar comiendo hamburguesas, que sumadas a sus ingresos como jugador llegan a ser cantidades cercanas a los once millones de dólares anuales. Ahora todo está en serio peligro de perderlo.
Este es uno de muchos casos que hemos conocido en los últimos años, baste recordar al argentino Maradona y su estrepitosa caída del mundo del deporte espectáculo; o a nuestro “Púas” Olivares que lo perdió todo por la vida fácil y de francachelas que vivió mientras duró el dinero.
Y podemos sumar más casos: beisbolistas acusados de homicidio, consumo de drogas y maltrato físico; boxeadores arrancadores de orejas a mordidas y presuntos violadores: hasta los de mexicanos futbolistas que se pierden encandilados con las primeras luces del escenario de la popularidad y terminan perdiendo su poca fama acumulada; otros, menos aún, regresando a su Patria tratando de hacer pasar desapercibido su fracasado intento de internacionalización.
Hoy en día las trasnacionales que manejan presupuestos multimillonarios en publicidad ya están “curadas de espanto” y en casi todos los contratos que firman con esas estrellas del deporte o de la vida artística, aparecen cláusulas de comportamiento y moralidad, pues finalmente es mucho el dinero que está de por medio.
Eso no es muy conocido por los jóvenes que sueñan con tomar los atajos de la vida para alcanzar fortuna, brechas que ciertamente existen, pero sólo para unos muy pocos, que bien pudiera decirse son casi para nadie.
Tampoco se nos habla de los enormes sacrificios a los que deben de someterse estos jugadores o artistas y la fuerte preparación que deben tener en cuestiones de cultura básica para poder defender sus fortunas. En otras palabras, que les sucede lo mismo que tradicionalmente pasa a los estudiantes que le rehúyen a las matemáticas: finalmente deberán enfrentarlas.
Poco jóvenes saben de los enormes esfuerzos de algunos jugadores de futbol profesional de México, que además de practicar y entrenar diariamente, asisten a las universidades para prepararse. Otros, ya en el extranjero, deben pagar a maestros particulares para que les ayuden a recuperar el tiempo perdido aprendiendo idiomas, o asistiendo a academias particulares con altos costos en sus colegiaturas a fin de tener una formación profesional que les dé las bases mínimas y el criterio suficiente para tomar las decisiones sobre qué hacer con su dinero, luego de pasados los pocos años de la vida deportiva profesional.
Este nuevo caso de un futuro amenazado, nos da la triste lección de que los valores humanos tienen que ser jerarquizados, por cada quién y a su muy personal estratificación de los mismos considerando su muy respetable y particular manera de ser, pero sin dejar fuera los éticos y morales, no dándole únicamente peso específico a los del dinero y los bienes materiales que se compran con él.
Sea o no verdad el caso de Kobe Bryant, sí deja la oportunidad para que nosotros, los simples ciudadanos, podamos reflexionar y dialogar sobre el tema y sobre todo, compartir el producto de las reflexiones propias, las de nuestras amistades y compañeros de trabajo, con esos niños y jovencitos que están empezando a vivir y que tienen puestos sus ojos en las estrellas del deporte y del espectáculo. ¿No le parece una buena oportunidad de diálogo? ydarwich@ual.mx