Gómez Palacio

Las limosnas sirven para pagar penitencias

EL SIGLO DE TORREÓN

Gómez Palacio, Dgo.- La iglesia de Guadalupe se vistió de gala. Miles de fieles de la “Virgen Morena” se dieron cita en el templo. Danzas, carreras ciclistas, peregrinaciones y misas: fueron aprovechadas para pedir y agradecer favores. En la puerta de la parroquia, un testigo mudo presenciaba todos los actos. Las limosnas también sirven para pagar penitencias.

Sentada en un pequeño bote de plástico junto a la puerta principal de la iglesia, doña Esther sostiene con su mano derecha un vaso transparente, de los feligreses que entran al templo, algunos la observan y depositan unas monedas... otros simplemente desvían la mirada para encontrar al Señor.

Cubriendo su cabeza con una manta blanca y percudida, doña Esther se dedica a pedir limosna desde hace un año y medio. A sus 74 años, la vista empieza a traicionarla, una catarata invadió su ojo izquierdo, el cual protege con unos lentes oscuros y modernos.

“Con la lucecita que Dios me da tengo para ver poquito”, dice la anciana sonriendo y restando importancia a la dificultad que enfrenta día a día, cuando se tiene que trasladar en camión desde la colonia Abastos de Torreón, a sus “centros de trabajo”.

Frente a la avenida Independencia, un grupo de jóvenes y adultos disfrutan la ceremonia de premiación de la carrera ciclista “Guadalupana”; a un costado de la iglesia, danzantes entusiastas brincan y giran al ritmo de un gran tambor.

“Toda la gente viene este día para darle gracias a la Virgen de Guadalupe, yo vine hace días, pero hoy pido limosna, la gente siente más necesidad de dar”, comenta la mujer mientras vuelve a estirar la mano para recibir tres pesos.

Doña Esther piensa que la gente que acude a la iglesia el 12 de diciembre siente una obligación, a veces son las únicas ocasiones que visitan los templos, algunos ven el dar limosna como una forma de estar bien con Dios.

En la iglesia, la misa de 12 está por terminar. En los pasillos, jóvenes madres pasean a los niños que ya están inquietos. Algunos llaman la atención por su atuendo, hay muchos “Juan Diegos”.

Uno de ellos, de casi tres años de edad, pasa junto a la limosnera y la observa detenidamente... una sonrisa aparece, doña Esther no la ve pero dice: Dios te bendiga hijito. En la calle los festejos siguen.

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