La chica –muy guapa por cierto- seguramente había comprado una de esas piezas de pan llamadas popularmente calzones… Luego ya cuando está a punto de pagar, ve que hay unas revolcadas que se ven riquísimas, se le antoja una y entonces es cuando le hace al panadero aquella peregrina (1) solicitud para que haga la sustitución:
“Mire, mejor quíteme los calzones y deme una revolcada”…(2)
Esto, que parece una invitación terriblemente obscena y descaradamente atrevida, no era más que la ingenua solicitud de una muchacha cándida, dirigida al panadero que le estaba “despachando” el pan.
Y todo sucede por esa inveterada (3) costumbre que tenemos los mexicanos de ponerle nombres curiosos a las piezas de pan, cosa que hacemos con mucha picardía y con una gran dosis de imaginación.
Ponerle calzones –de nombre- a una pieza de pan que tiene la forma de esa prenda o cochinito a una que representa la silueta de ese animal, no tiene chiste, pero para las chilindrinas, las monjas y los cocoles, incluso para los ojos de Pancha no vamos a encontrar fácilmente una explicación.
Chilindrina es una cosa chiquita e insignificante… De ahí el nombre con el que bautizó Chespirito al personaje de sus programas. El cocol viene en el diccionario como un panecillo en forma de rombo y las conchas se supone que tienen la forma más que de concha, como de caparazón de tortuga. Sin embargo si les hubieran puesto por nombre “caparazones” quién sabe cómo nos hubiera ido.
Te invito a mi casa a comer unos caparazones con chocolate… como que no suena. Se me hace que se oye muy poco tierno. Además, fíjese, nosotros, cuando niños, a lo que hoy se llaman concha yo creo que le veíamos forma de volcán, porque así era como la llamábamos.
Ahora, en la próxima alborotada del Popo, tome usted una concha de pan y póngala frente a Don Goyo a ver si se parecen. Se me hace que les va a encontrar muy poco parecido.
En la familia panera hay semitas que no son árabes ni hebreas, orejas que no oyen y aviones que no vuelan. También hay monjas que no saben rezar y corbatas que nadie se va a colgar en el pescuezo para ir a una junta de consejo.
Las hojaldras se llaman así, no porque sean cobardes o poquiteras, sino porque están hechas de hojaldre, un tipo de pan que al cocerse forma muchas hojas delgaditas. Y esas hojaldras son muy diferentes de las hojarascas que son una especie de galletitas azucaradas, muy ricas pero tremendamente engordadoras.
Los gendarmes a pesar de su nombre dicen que son unos panecillos geométricos de forma muy picassiana (4) que se deshacen en la boca produciendo gran deleite y que lo único que los identifica con la “gente de armas”* es que son “muy morenitos”.
Termino este panegírico* al pan con una canción de Chava Flores, hecha a base de puro pan, con los nombres de muchas piezas…
Si me haces pan de muerto te doy tu pan de caja
te llevo de corbata, de oreja hasta el panteón
ahí están los gusanos, pa´ tus hermosos huesos
nomás no te hagas rosca, que irá del cocol.
Por si las dudas
1. Peregrina. Esta palabra tiene varios significados. Aquí se aplica como algo extraño, poco usual.
2. Solicitud. La chica pide que le retire esa pieza llamada calzones y en su lugar le agregue una de las llamadas revolcadas.
3. Inveterado. Arraigado, que tiene mucho tiempo de existir.
4. Picassiano. Vocablo que yo acabo de inventar si es que no estaba ya inventado. Se refiere a lo relacionado con Pablo Picasso, el pintor español.
Pregunta: ¿Qué libro me recomienda para mejorar mi forma de usar el lenguaje?, Carmen Ortiz. Torreón.
Respuesta: Le recomiendo “¿Cómo dijo? Primero y segundo libro” de Ricardo Espinosa. Los puede conseguir en Librería del Estudiante, Av. Morelos 1030 de Torreón.
Frase loca... de remate
Prefiero fracasar en algo que disfruto, que tener éxito en algo que no me gusta.
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