Le confieso que por más que le busco utilidad práctica a la solemnidad no se la encuentro. Me refiero, por supuesto, a la solemnidad práctica, principalmente a lo que se refiere a la gente que se toma demasiado en serio.
Andando en esto de los comentarios acerca del uso del lenguaje, no falta quien se acerque ocasionalmente y le haga a uno la observación de que comentamos las cosas del idioma con demasiada ligereza y que el idioma es cosa seria? pero ¿por qué? ¿por qué, por qué, por qué, por quééé? (1) Mire? de veras. Le juro que yo sería muy solemne si no fuera porque me gana la risa.
En primera, ¿qué es lo solemne? Pues es lo formal, lo que sigue estrictamente las normas establecidas por el uso y la costumbre. (2) El ejemplo más patético es una boda y empieza desde que los papás de Pancho van a ?pedir? a Lupita, van a pedir su mano y de ahí sigue interminable la lista de cosas hasta los rituales de lanzada de ramo y aventada de liga en la fiesta, para propósitos que nunca se cumplen o para deseos que frustrados estaban y siguen en la frustración por los siglos de los siglos.
La gente solemne suele ser, además de formal, muy pomposa en todo lo que hace? todo lo celebra con mucha pompa y circunstancia? Es vital saber reírse y más aún saber reírse de sí mismo. (3) Ésa es toda una filosofía, una actitud ante la vida que nos ayuda a sobrellevar la carga? Pero ¿ya ve usted? Me estoy poniendo solemne y al hacerlo me contradigo. No es el caso ni el propósito.
Yo creo que el buen uso de la lengua, digo, el manejo adecuado de nuestro idioma es un tema interesante que puede ser ameno y divertido aún para aquéllos que tienen ?linguofobia?, palabra que acabo de inventar para designar el horror enfermizo a la lingüística.
Tal vez usted conozca o haya oído hablar de Don Francisco Liguori, uno de los personajes más conocedores del uso del idioma en México. Don Panchito aparecía en aquel inolvidable programa de televisión ?Sopa de Letras? del Canal 13 de México, el cual estuvo al aire algo así como 16 años. Ahí mismo, en cada programa, Don Panchito Liguori improvisaba sus versos, haciendo gala de ser un excelente humorista y rimador. Y a propósito de saber reírse de sí mismo Don Panchito decía:
El humor es buen vehículo
para crítica perenne.
Casi todo lo solemne
resulta cursi o ridículo.
Por ejemplo, un buen artículo
lleno de solemnidad
da impresión de vaciedad
y para mí es un misterio
pero cuando escribo en serio
sólo causo hilaridad.
Por si las dudas
1. ¿Por qué? ¿Quién le puso al idioma la etiqueta de solemne?
2. Las reglas. Seguir las reglas es lo correcto. En este caso es seguirlas aún contra toda lógica, por ejemplo en un discurso, usar palabras rebuscadas, muy correctas gramaticalmente, para hacer el discurso muy ?elegante?, aunque nadie en la audiencia lo entienda.
3. Adelántate. Hay un sabio refrán que dice: Aprende a reírte de ti mismo, antes de que se te adelanten los demás.
Pregunta: ¿Qué quiere decir o de dónde viene la expresión O Key?, Araceli Pedraza.
Respuesta: Hay muchas versiones y es difícil saber cuál es la cierta. Una de ellas es que surge entre los indios Choctaw que cuando arreglaban algo o hacían algún acuerdo con otra tribu decía el Gran Jefe: Oke? que en su dialecto quería decir: Así se hará.
Frase loca... de remate
Diplomacia es saber decir en tono dulce ¡qué bonito perrito! mientras encuentras una piedra?
Escriba a donjuanrecaredo@hotmail.com