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Las pandillas, espacio de identidad y violencia

COMARCA LAGUNERA.- Las causas del pandillerismo obligan juicios a la deriva basados algunas veces en la Teoría de la Socialización donde se argumenta que los jóvenes pandilleros provienen de hogares rotos, con padres ausentes, que les falta disciplina, que carecen de buenos profesores y escuelas, que no tienen instalaciones deportivas, que el Municipio o las autoridades no piensan en ellos, que no tienen buenos ejemplos a seguir, que tienen escasos valores, que la televisión los induce.

El sociólogo de la Universidad Autónoma de Coahuila (UAC), José Alfredo Morales Pérez, dice: “Nos olvidamos o no consideramos a la pandilla como un espacio, una forma de auto organización de los jóvenes, que va encaminada hacia determinadas búsquedas y encuentros de identidad, de realización. Los vemos o identificamos como aquéllos que se reúnen con la finalidad de delinquir, de juntarse en una esquina para ingerir bebidas embriagantes o estupefacientes”.

Sostiene que para algunos teóricos, los jóvenes de los noventa, ochenta, son hijos de todas las crisis posibles, no sólo a nivel económico. Jóvenes globalizados en el sentido de que las culturas juveniles tienden a mundializarse, en donde la circulación y la apropiación de los bienes materiales a escala planetaria son propagados por las industrias culturales dirigidas a los jóvenes: la industria de la música, el vestido, cosmetología, tatuajes, perforaciones, lo “light”.

Como elementos para su posible interpretación, la pandilla exhibe también una subcultura cuyos antecedentes se pueden encontrar en los “Pachuchos” y en más diversas formas de la contestación chicana de los “cholos”, así como en la apropiación rápida y desordenada de formas de rebeldía juvenil provenientes de la música, televisión, cine.

Otro problema que enfrentan actualmente los jóvenes es el desempleo, que genera amplios espacios de tiempo libre, que demandan ser llenados por ciertos contenidos y en la banda o pandilla se buscan estos satisfactores, sostiene el catedrático.

“Cuando hablamos de jóvenes, nos referimos a los marginales, no de los que hacen carrera universitaria. Los marginados a los que hemos etiquetado con el nombre de pandilla”.

La diferencia de criterios es notoria para Alfredo Morales y dice: “En otros estratos no se les adjetiva o califica como tal. El joven que pertenece a cierta clase social pudiente, es decir el ‘junior’, no delinque, no es pandillero para la sociedad, sino que tiene cierto ‘problema de juventud’ ”.

Los marginales no pueden llamar a su padre o protector, no son hijos ni conocidos del Procurador, se les podrá llamar jóvenes desorientados, sobreprotegidos, “Jacobos”, que tienen ocurrencias con cierta malicia pero nunca pandilleros, ese calificativo no les pertenece, aclaran sus actos “involuntarios” con publicaciones pagadas y por la clase “culta” y renombrada.

La interpretación va más allá y el maestro universitario opina que a la sociedad pudiente no le interesa que los Gatos, Perros, Pelones, Dementes Homies, Aretes, Tristes y otras pandillas de las 72 que existen registradas en Torreón, 18 en Lerdo y más de 12 en Gómez Palacio, que estén estudiando o desempleados, o que si hay o no proyectos sociales para las pandillas. Propuestas que movilicen a los jóvenes marginales.

Los adultos, las instituciones, queremos organizar a los jóvenes y resolverles sus problemas. Ellos tienen la capacidad y posibilidad y que de algún modo ya están ejerciendo, no en términos de una propuesta orgánica, esa capacidad la ejercen cotidianamente a través de la organización espontánea de grupos, señala Morales Pérez.

Se suele pensar que los jóvenes son quienes se drogan y ejercen la violencia; a decir del catedrático, eso es discutible. La violencia la ejerce también la clase en el poder, a través de su política económica, sobre las mayorías del país.

La lectura final del sociólogo es clara: Algo tenemos que hacer como sociedad porque los grupos emergentes ahí están demandando, reclamando y las consecuencias de nuestra desatención pueden ser muy graves, el tratamiento, al pandillerismo tiene que ver con las políticas generales de nuestros gobernantes a nuestro país.

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