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Las pesadillas de Sofía

Guadalupe Loaeza

La última pesadilla que tuvo Sofía fue hace como un par de meses. Según ella había sido de las peores. Qué tanto me habrá impresionado que me tardé varios días en deshacerme de las imágenes. No era para menos. Se veía convertida en Carlota Robinson. En su mal sueño la correteaba Lino Korrodi, seguido de Bravo Mena. Yo creí que me mataban. Pero la pesadilla que tuvo el domingo por la noche, es sin duda, muchísimo peor. Para mí ésa ha sido la más aterradora de todas las que recuerdo, afirma todavía con el espanto enredado entre sus pestañas. ¿Qué cosa habrá soñado la pobre de Sofía para asegurar lo anterior? Démosle la palabra y prestémosle toda nuestra atención.

“Soñé que regresaban. Soñé que se metían en mi cuarto todos en bola. Al principio no los reconocí, pero conforme se iban acercando a los pies de la cama, poco a poco los fui descubriendo. No lo podía creer. Estaban iguales que siempre, pero mucho más envejecidos. Unos tenían más canas, otros se veían calvos y panzones, la mayoría mostraban los evidentes estragos del paso del tiempo. ¿Cómo le quedó el ojo, cómo le quedó el ojo?, me preguntaban muertos de la risa una y otra vez. Allí estaban Jackson, Gamboa Patrón, Bartlett, Gustavo Carvajal, César Augusto Santiago, la profesora Elba Esther Gordillo quien se veía muy rejuvenecida y Héctor Hugo Olivares que no dejaba de exclamar: “¡Ay, c... qué a toda m...ganamos en Nuevo León!”. De vez en cuando todos se daban la mano, sonreían de oreja a oreja y levantaban los brazos en son de triunfo. Por mi parte, yo trataba de ocultarme debajo de las sábanas, pero era inútil. Uno de ellos, cubierto con una máscara de Salinas, tiraba la sábana hacia él descubriéndome por completo. Por más que trataba de abrir los ojos no podía, los tenía completamente cerrados como si me los hubieran pegado con UHU.

Era una sensación horrible. No tuve más remedio que incorporarme. Vamos a negociar, les dije muy seria. Si los escucho cinco minutos, ¿están dispuestos a salir de mi recámara en cuanto terminen? Sí, sí, sí, vociferaban al unísono. El que más gritaba era Enrique Jackson. Sus ojos verdes tenían un brillo extraño. El que tomó la palabra fue, Madrazo, naturalmente. Nunca me imaginé que un día me encontraría a tan sólo unos metros de distancia de uno de los priistas más desprestigiados y corruptos del tricolor. Vi que ya no se pintaba el pelo, que se veía más delgado que en la televisión y que hablaba quedo como padrecito de pueblo: “Hágase el ánimo, señora, esta vez sí llegamos para quedarnos”, comenzó a decirme con una sonrisita en los labios. El tono de su voz era aburrido, parecía como esos chorritos de agua tibia que deja escapar una llave descompuesta. Movía las manos constantemente. Tenía una actitud dizque muy conciliadora: “Gracias a las elecciones del domingo, nos percatamos de cuánto nos extrañaba el pueblo mexicano. ¡Les hacemos falta, señora! Si se lo venimos a decir personalmente, es porque usted es, con todo respeto, una de las tantas ciudadanas ilusas que insisten en decir que el PRI ya se acabó, que ya no existe.

Todo lo contrario. Nunca nos habíamos sentido más revitalizados como ahora. Hemos renacido, una vez más, de nuestras cenizas. ¿Se da cuenta de nuestra vitalidad? Que, ¿quién nos resucitó? ¡Las mexicanas y los mexicanos! Miento. Más bien, el que nos revivió fue, nada menos, que Vicente Fox. Fue su falta de liderazgo y todo el cúmulo de errores que ha estado cometiendo a lo largo de estos tres años, lo que nos dio la mayoría relativa en la Cámara de diputados y las gubernaturas de Nuevo León, Sonora, Colima y Campeche. Antes lo veíamos como nuestro enemigo, pero ahora lo vemos como nuestro aliado político. Así como él se aprovechó de nuestra debilidad, ahora nosotros nos hemos aprovechado de la suya.

Dando y dando, pajarito volando. Mal presidente sí, pero ciertamente un ¡tipazo! ¡Qué ironías tiene la vida, el mismo que nos sacó de Los Pinos, nos volverá a abrir las puertas de par en par! Le he de decir, señora, que siempre supusimos que así iba a ser. Tranquilos, tranquilos, es cosa de tiempo, nos decía Salinas de Gortari. Cuánta razón tenía el expresidente, todo fue un asunto de timming. ¡Hágase el ánimo, señora, el PRI, volverá a gobernar! Nuevo León, la joya de la corona del PAN, y el emblema de la recuperación del PRI.

Pero no ponga esa cara, señora. Créame que no es para tanto. Somos unos dinosaurios encantadores, pero no somos ogros. ¿Qué prefiere, un país sin rumbo o uno gobernado por un partido que tiene una experiencia de más de 70 años? ¿Qué prefiere gobernantes un poquito corruptos y frivolones o funcionarios honestos pero sumamente ignorantes, mediocres y que por añadidura no tienen ni la más remota idea de lo que es la política? ¿Qué prefiere políticos ineptos o los que saben acordar y tomar decisiones? Olvídese señora, estos panistas no dan una. No tienen rumbo. No saben para dónde moverse. ¡Están hechos bolas! Tampoco crea que su partido el PRD lo tiene muy claro. A ellos también les fue muy mal. Es cierto que ganaron el D.F., pero ya ve cómo quedaron en Nuevo León, Sonora y Campeche. Son casi inexistentes. Tomé en cuenta, señora, que en estas elecciones no nada más obtuvimos todos esos votos, gracias a nuestro leal “voto duro”, sino que tuvimos muchos de aquellos que hace tres años emitieron “el voto útil”. ¿Por qué? Porque los priistas les somos y siempre fuimos útiles para el país. ¿Se da cuenta que hasta le ganamos al PAN en León y San Francisco del Rincón, supuesto bastión de Acción Nacional y terruño de Fox”. No acababa de decir lo anterior, cuando todos los que estaban allí empezaron a echarse unas terribles carcajadas. Se reían y se reían, aplaudían y brincoteaban, parecían niños, a los que les acaban de anunciar que finalmente, no reprobaron, sino que pasaron de año.

“Es que Vicente Fox, de veras, que a veces no tiene límites -continuó diciendo Madrazo. ¿Errores, señor presidente? le preguntó la prensa hace apenas unos días. ¿Y qué fue lo que le contestó? ¡Ninguno!. Y todavía el ingenuo agregó: El país en el que vivimos es otro y mejor: más libre, abierto y participativo. Tiene razón. Gracias a su libertad, apertura y participación, el PRI está de regreso.....”

Ya no podía seguir escuchándolo. Era demasiado. Tenía ganas de meterme debajo de la cama. ¡Quería desaparecer, despertarme para que él y todos desaparecieran! Que suene el despertador, que caiga un rayo, que tiemble, que suene el teléfono, que me caiga de la cama, que mejor se me aparezca Andrés Manuel López Obrador, que empiece a roncar para que me despierte Enrique, pensaba para mis adentros, pero nada de esto pasaba. Seguía dormida metida en aquella pesadilla de horror. De pronto, todos empezaron a gritar slogan de la propaganda de su partido. Ya no, ya no por favor. Ya váyanse, se los suplico. Ya pasaron los cinco minutos. Eso fue lo que acordamos, dije de pronto con una voz llorosa. No fue sino hasta ese momento en que me desperté y que por lo tanto desapareció la pesadilla”.

Hemos escuchado, no sin dolor, la terrible pesadilla más reciente de Sofía. Pero la peor es la que nos queda por vivir a millones de mexicanas y mexicanos en los próximos tres años, con los priistas en la Cámara y Vicente Fox en Los Pinos.

¿Será cierto que el PRI ya llegó para quedarse? Si es así, Sofía estará dispuesta de irse a vivir a la Patagonia, con tal de no saber nada de un partido que le hizo tanto daño al país.

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