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Las presas del Aguanaval/Problema de retórica e ignorancia

Luis Maeda Villalobos

Serán la tecnología y la ciencia junto a la Manifestación del Impacto Ambiental, quienes digan la última palabra, ante las múltiples opiniones del Sector Privado, externadas consuetudinariamente por algunos miembros de la Coparmex y el famoso CLIP. Ellos son opositores a obras como son las Presa del Realito, del Cañón de la Cabeza y del Arroyo del Tigre, con argumentos a favor de la propuesta o proyecto del Área Natural de Jimulco, opiniones que ha soliviantado a los campesinos ribereños río abajo del Aguanaval, quienes desorientados ante la realidad de las cosas, forman un grupo inconforme falsamente. En un análisis tranquilo y con la meta de tratar de esclarecer el conflicto surgido, permítasenos exponer fundamentos que no tienen tendencia alguna y sin otro fin de corregir las anomalías que resultan de la retórica y la ignorancia.

Vemos que los protagonistas que se sienten caciques, al igual que los de los Altos de Chiapas, son asiento y portadores de opinión, sin escuchar o contemplar el consenso ciudadano de toda La Laguna y veamos porqué: No conocen en primer lugar los sitios aludidos, tanto del Cañón del Realito, como del Cañón de la Cabeza y el Arroyo del Tigre, porque nunca han ido a constatar objetivamente los lugares, supuestamente apropiados para tales obras, ni mucho menos han salido al campo, por lo que desconocen a qué huelen las flores.

Pero eso sí... con una labia y facilidad de palabra que les propicia el poder económico, que están convencidos ellos mismos en su ignorancia, de que dichas obras son negativas, inútiles y hasta prejuiciosas, sin tener un sustento técnico-científico ni legal.

Seguramente y es lógico pensar, que detrás de ellos, está quien los mueve en sus intereses, más allá de considerarse defensores de la comunidad y quien por debajo del agua está defendiendo a los neolatifundistas –contra la ley o norma constitucional- cuyos nombres ya conoce todo el mundo en la región lagunera, que antes fuera de ejidatarios en forma extensiva.

El artículo 27 en su prescripción XV dice claramente que en la República Mexicana quedan prohibidos los latifundios (favor de leerlo). Estas personas lo único que ganan es desorientar a los campesinos del Cañón de Jimulco, lo que en nada los beneficia. Ellos deben recordar que esa tierra bendita fue la cuna de líderes que lucharon antaño, para que todos tuvieran un pedazo de tierra y agua.

Considerados los protagonistas –ahora caciques laguneros- como demiurgos, con un acervo de palabrería y sin fundamento alguno, más que sus propios intereses, limitan acciones positivas, lo que perjudica a toda la región.

Respecto a la propuesta de elevar al rango de Área Natural Protegida a la Sierra de Jimulco, ésta tiene visos nobles y positivos, pero con un cariz político indudable, debido a que al ver el mapa del polígono limitante, se aprecia la línea del lado poniente que va a la mitad del río Aguanaval, como si ello limitara la biota, es decir la flora y fauna silvestres y la vegetación riparia, pero como la ribera izquierda del río ya pertenece a Durango, no hay que comprenderla en el área protegida y esto indica el lado político que tiene el caso, el que no debe existir, puesto que el ecosistema del semidesierto, va más allá sin límites, por supuesto, precisos, debido a los ecotonos progresivos que se van presentando. Un ecotono es el contacto entre dos áreas o sistemas bióticos con diversidad de especies, tanto faunal como florística.

Ello requiere una investigación que no se contempla en el proyecto, el que adolece además de la Manifestación del Impacto Ambiental (MIA) y de un censo biótico sin fundamento y eso no se vale.

El ecosistema es el mismo y en el caso del control de las aguas broncas esporádicas del río Aguanaval, en nada afectan a los seres vivos, sino al contrario, los favorece con la humedad en estas tierras secas, con crisis de agua en forma progresiva. El sostén falso de propuestas de protección al ambiente y opiniones de otro tipo, de los protagónicos principalmente, no van a impedir las inundaciones a las poblaciones del cuadro bajo de Matamoros, como las del año 1996 y las del 2000, muy a pesar de las opiniones de los técnicos de la Comisión Nacional del Agua (CNA) quienes argumentan que las escorrentías que interconectan el río Aguanaval con el Nazas, como son las vegas de El Caracol, Marrufo, El Pinabete y Arroyo de Vizcaya, están colmatadas y con otro nivel, por lo que ya no hay peligro de inundaciones, cosa que no es cierta, al recordar una ley natural que dice: “los lagos y lagunas, ríos y arroyos, algún día reclamarán sus derechos”, como lo estamos viviendo.

Por eso, “se debe pensar y saber, qué es querer decir y poder decir”, adagio que nos recuerda algunos hechos, como aquel letrero que estaba a la entrada a los quirófanos (salas de operaciones), que decía: “La lengua es un órgano que mide nueve centímetros, pero puede matar a un hombre”. Desde ese entonces, todo mundo entra con cubrebocas.

La ciudadanía organizada, sin otro propósito que el de esclarecer las cosas, propone que los laguneros ante la crisis hídrica grave, estemos unidos para resolver pacíficamente, sin retórica ni opiniones que no tengan fundamento científico y sí con sentido común, tal situación.

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