REUTERS
MÉXICO DF.- El Gobierno mexicano, que no ha podido retomar el diálogo con los zapatistas que hace diez años se alzaron en armas en reclamo de derechos indígenas, propondría el 2004 en el Congreso normas que mejoren la calidad de vida de esas comunidades, pero antes deben aprobarse reformas económicas.
La directora de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, Xóchitl Gálvez, dijo ayer que una nueva reforma constitucional es clave para destrabar el diálogo, ya que es la única condición de los zapatistas que no se ha cumplido.
“El año que entra deberíamos trabajar en eso y encontrar una propuesta conciliada entre los distintos partidos políticos y ver la posibilidad de abordar de nuevo la reforma constitucional”, dijo Gálvez, de 40 años y descendiente de indígenas.
Una nueva reforma no debería excluir temas como la propiedad de tierras, asociación de comunidades y la explotación de los recursos naturales en el selvático estado sureño de Chiapas, donde habrían recursos minerales no explotados, dijo Gálvez.
Sin embargo, el ambiente en los meses próximos en el Congreso no parece ser el mejor para debatir el tema que preocupa a las comunidades indígenas, ya que están atoradas reformas sobre los planes Fiscal, Laboral y de Electricidad, que analistas creen deben concretarse antes de que se politice el ambiente con 14 comicios estatales previstos para el 2004.
Y si las cosas se demoran, el 2005 tampoco sería el más propicio para las reformas que exigen los zapatistas, porque es entonces cuando se inician las campañas para las elecciones presidenciales del 2006.
Según Sergio Aguayo, escritor y analista de asuntos indígenas, es difícil que se apruebe una nueva Reforma Indígena, aunque elogió la actitud de Gálvez dado que cree que el Gobierno en general “se desentendió del asunto zapatista”.
“Está tan dividido el Congreso y el tema zapatista divide tanto, que lo veo muy difícil ahora (...) También me parece muy encomiable lo que quiere Xóchitl porque para que haya viabilidad hay que tomar la iniciativa”, señaló.
Gálvez reconoce que el avance en las condiciones de vida de los indígenas ha sido insuficiente -como señaló el lunes un informe de las Naciones Unidas- debido a la ausencia de oportunidades de trabajo, sobre todo en Chiapas, a consecuencia de la crisis que atraviesa el campo, en particular por los bajos precios del café, uno de los principales cultivos de la región.
El diagnóstico de la ONU recomendó reabrir el debate por una nueva reforma, en un país donde más del diez por ciento de la población es indígena, que soporta las peores condiciones entre los pobres. La pobreza afecta a más de la mitad de la población mexicana de 102 millones de habitantes.
“El campo no es una alternativa económica en este momento y la industrialización de Chiapas es mínima”, dijo Gálvez.
La funcionaria agregó que actualmente casi no existe contacto entre los zapatistas y el gobierno federal, pero en algunas comunidades se nota una mayor apertura de la ayuda oficial en infraestructura y salud.
“Se nota una mayor apertura a escuchar”, dijo Gálvez, sobre todo desde que se formaron las juntas de gobierno o “caracoles” y desde que en los últimos años empezó a menguar la ayuda de organizaciones internacionales que simpatizaban con los rebeldes.
Los zapatistas, dirigidos por el carismático subcomandante Marcos, sorprendieron el 1 de enero del 1994 cuando tomaron las armas para exigir mejores condiciones de vida para los indígenas.
Tras años de negociaciones fallidas con el gobierno, el pasado agosto decidieron crear juntas de gobierno para aumentar su autonomía.
En su campaña presidencial del 2000, el ahora presidente Vicente Fox dijo que impulsaría la resolución del conflicto y que sería una de las prioridades de su gobierno, pero como varias de sus ambiciosas promesas de campaña, no ha podido concretarla.
El Congreso reformó en el 2001 la constitución para reconocer los derechos de los indígenas, pero los cambios no conformaron a los zapatistas quienes, tras una multitudinaria marcha hacia Ciudad de México liderada por Marcos poco antes de la reforma, se mantuvieron en silencio hasta reaparecer con las juntas en agosto.