No es casualidad que Francisco Gil Díaz, secretario de Hacienda, reciba la más alta calificación de los miembros del gabinete de Vicente Fox con 7.1 puntos como tampoco que el secretario peor calificado fuera Luis Ernesto Derbez de Relaciones Exteriores.
Ahora que la economía macro y micro comienzan a complicarse en México resulta bastante lógico que un hombre polémico y de mano dura como Gil Díaz reciba la mejor puntuación de un grupo de especialistas en evaluar a funcionarios públicos.
Al mismo tiempo es interesante saber que Derbez tuvo la más baja puntuación, en buena parte por ocupar una cartera que no conocía y que por lo mismo no ha sabido dirigir desde que fue designado en el cargo por el presidente Fox.
¿Pero por qué ponderar a Gil Díaz cuando México sufre por el crecimiento del desempleo, la baja en la inversión extranjera, el encarecimiento del dólar y el casi nulo crecimiento del Producto Interno Bruto?
Sin temor a equivocarnos podemos asegurar que es precisamente la ortodoxia económica y la mano dura la que podrá evitar que los actuales indicadores económicos se enreden y que el país entre en una crisis financiera como ocurrió en 1982, en 1988 y en 1994.
La tarea realizada por Hacienda en estos dos años de gobierno de Fox ha sido sobresaliente y gracias a ella se han evitado efectos mayores en la economía mexicana.
Sin embargo es evidente que el régimen foxista no ha llevado a cabo una operación de cirugía mayor en la administración pública y se ha limitado a sostener las políticas fiscales y financieras del gobierno de Ernesto Zedillo que en buena parte permitieron la salida del agujero de 1994.
Con todo y que la reforma fiscal de Vicente Fox no se aprobó en la Cámara de Diputados, Gil Díaz ha logrado mantener el barco a flote y conseguir avances financieros extraordinarios como alcanzar records históricos en las tasas de inflación, tasas de interés y en las reservas en dólares.
En ello ha contribuido en forma importante el Banco de México que dirige otro funcionario de poca popularidad como Guillermo Ortiz, pero que ha realizado su tarea magistralmente.
Pero ahora viene lo duro para Gil Díaz y en general para la economía mexicana.
Si las cosas no mejoran en el corto plazo la economía entrará en una fase de mayor deterioro y el gobierno mexicano tendrá que aplicar cirugía mayor para sanear las finanzas en todos los órdenes de la administración pública.
La nómina estatal no puede darse el lujo de crecer en ocho por ciento anual como tampoco los gastos operativos del Gobierno Federal cuando el Producto Interno Bruto es menor al uno por ciento y cuando las inversiones se desploman al tiempo que el desempleo abierto alcanza el 3.2, el nivel más alto en el sexenio.
El adelgazamiento del aparato estatal es una tarea pendiente del gobierno foxista. Curiosamente los panistas han sido los críticos más duros del derroche oficial y sin embargo en los dos años y medio de Vicente Fox no se ha practicado un plan serio para eficientar la administración.
Lo dramático de la situación es que la baja en la inversión extranjera y el casi nulo crecimiento del PIB generan un clima de inestabilidad que puede traducirse en una desconfianza generalizada hacia el gobierno panista.
Fox cumplirá tres años de gestión y tendrá tiempo y energía suficientes para darle la vuelta al marcador en el último trienio de su sexenio, siempre y cuando se decida a hacerlo.
Zedillo lo logró a pesar de que 1995 y 1996 fueron los peores años en varias décadas de la economía mexicana.
Pero para lograr una recuperación rápida y consistente el presidente Fox tiene que mostrar primero voluntad y luego reorganizar a su equipo de trabajo. Con funcionarios sin experiencia en sus cargos como Fernando Canales, Luis Ernesto Derbez y el propio Javier Usabiaga no se puede llegar muy lejos con todo y que en sus negocios privados hayan sido muy exitosos.
Se requieren personas talentosas, con carácter y con trayectoria en el servicio público como Gil Díaz o el secretario de Salud, Julio Frenk, quien también salió bien librado en la evaluación del gabinete promovida por el diario capitalino Reforma.
Cosa curiosa pero durante su tercer informe de gobierno, los presidentes Miguel de la Madrid, Carlos Salinas y Ernesto Zedillo destacaron una economía sana y un bajo desempleo, logros que lamentablemente no podrá presumir Vicente Fox.
Cuando se inició el gobierno panista en diciembre de 2000 pensamos al igual que muchos mexicanos que vendrían cambios drásticos y profundos en la administración pública.
Lamentablemente no ha sido así. Es cierto hay mejoras en seguridad, educación y en fenómenos graves como la corrupción, pero la transformación que todos esperábamos que serviría de ejemplo para Latinoamérica todavía está por concretarse.
Ojalá haya tiempo de ponerla en marcha antes que las condiciones económicas se compliquen más y caigamos como tantas veces ha ocurrido en una crisis inmanejable.
El autor es licenciado en Comunicación por la Universidad Iberoamericana con maestría en Administración de Empresas en la Universidad Estatal de San Diego. Comentarios a josahealy@hotmail.com