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El cuerpo necesita muchas cosas para mantenerse en buen estado, entre otras cosas requiere de buenas cantidades de combustible, energía que le proporcionan los carbohidratos.
Además, sus requerimientos de vitaminas en cantidades precisas son indispensables para que se mantengan al día sus funciones vitales.
Hay quienes piensan que las vitaminas tienen sólo que ver con la fuerza muscular o la resistencia para emprender carreras, incluso, existe gente que cree que son una especie de motor extra que suplen a los alimentos.
Esto es parte del mito, la verdad es que tienen un lugar clave en todo lo que hacen hombres y mujeres. Su aporte va desde el vientre materno hasta los últimos días de la vida.
Especialistas del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) afirman que la falta de algunas de ellas tiene relación con los problemas para ver de noche o "ceguera nocturna", resequedad en la piel y en la conjuntiva, vómito, náusea, y dificultad para absorber calcio y fósforo en el hueso, factor clave en el crecimiento de talla y peso.
En esos campos incide una deficiencia de vitaminas A y D, indispensables también para un buen desarrollo óseo y dental, así como para la función ocular y la protección de las membranas de vías respiratorias y urinarias.
AHI VIENEN LA A, B...
El doctor Francisco Ibarra Enríquez, jefe del Servicio de Pediatría del Hospital General de Zona No. 26 del IMSS, explica que la falta de vitamina A incrementa el riesgo de sufrir con más frecuencia infecciones gastrointestinales y respiratorias.
Alerta que al carecer de la vitamina D, se tiene un efecto negativo en las deformaciones óseas.
Señala que la vitamina A se encuentra en los alimentos derivados de los lácteos, el aceite de hígado del pescado, la yema del huevo, así como en las frutas y verduras, sobre todo en zanahoria, calabaza, col y brócoli.
El especialista advierte que es un riesgo dar a los pequeños complementos multivitamínicos. Hay una amenaza grave, apunta: la ingestión excesiva de vitamina A puede provocar hipervitaminosis, que se caracteriza por dolores de cabeza, cansancio, náuseas, pérdida del apetito, diarrea, sequedad, comezón y en casos graves hasta debilidad de huesos y dientes.
El uso indiscriminado de vitamina D, causa debilidad, sed, trastornos digestivos, depresión, y un desequilibrio metabólico que puede producir una acumulación anormal de calcio y fosfato en riñones y tejidos blandos, comenta Enríquez.